En medio de una crisis, Fernández toma protesta como presidente de Argentina

El peronista de centro-izquierda Alberto Fernández asume este martes la presidencia de Argentina con el desafío de reactivar la economía del país, marcada por una elevada deuda pública.

Abogado de 60 años, exjefe de gabinete de Néstor y de Cristina Kirchner entre 2003 y 2008, Fernández reemplaza al liberal Mauricio Macri.

«Empieza una nueva etapa y tenemos el desafío de poner a nuestra querida Argentina nuevamente de pie. Sé que cuento con ustedes. Cuenten conmigo», tuiteó Fernández al iniciar la jornada de su investidura.

El nuevo mandatario recibió la banda presidencial y el bastón de mando de parte de Macri en el Congreso. Una escena muy diferente a la de hace cuatro años, cuando Cristina Kirchner dejó la presidencia un día antes de lo previsto y Macri fue investido por el presidente provisional del Senado.

Kirchner, de 66 años, jurará como vicepresidenta, asumirá la presidencia del Senado y le tomará juramento a Fernández.

«Estoy feliz. Volvió la democracia. Nosotros estábamos en una dictadura camuflada. Confiamos en Cristina y Alberto», declaró Gladys Bert, una enfermera de 59 años en la emblemática plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada.

A la toma de mando de Fernández acuden el presidente cubano Miguel Díaz Canel, así como los mandatarios de Paraguay, Mario Abdo Benítez; y de Uruguay el entrante Luis Lacalle y el saliente Tabaré Vázquez.

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, informó por Twitter que no asistirá a la investidura y se quedará en su país monitoreando las tareas de búsqueda de un avión militar chileno que desapareció el lunes cuando se dirigía a la Antártida con 38 pasajeros a bordo.

Brasil, principal socio comercial de Argentina, estará representado por el vicepresidente Hamilton Mourao, un alivio después de crispaciones con el mandatario Jair Bolsonaro.

Es una incógnita si llegará desde Cuba el expresidente Evo Morales, a quien Alberto Fernández ofreció asilo tras lo que él mismo calificó como un golpe de Estado en Bolivia.

Los actos estarán acompañados de una fiesta musical de cumbia y rock en la plaza de Mayo, sobre la que se erige la Casa Rosada y de la cual, a pedido de Fernández, fueron retiradas 24 horas antes las vallas que limitaban el paso hacia la sede presidencial.

La emblemática plaza amaneció embanderada y con pancartas de apoyo al nuevo gobierno de distintas agrupaciones políticas y sindicatos.

«En estos años (de Macri) hubo un retroceso lamentable, triste. Ahora volvemos a tener libertad», señaló Alberto Muñoz, un peón rural, de 39 años.

Fernández y Macri acudieron el domingo a una misa en Luján, a las afueras de Buenos Aires, donde dejaron una foto de concordia en compañía de sus esposas y varios de sus colaboradores.

«Es un día muy triste, retrocedemos a un punto lamentable. Macri habrá hecho algunos errores pero que vuelvan estos monstruos que robaron al país…», dijo la abogada penalista Valeria García Morales, de 49 años, que evitará acercarse al centro este martes.

Argentina, que en 2001 vivió su peor crisis, con el mayor default de la historia, cinco presidentes en una semana y saqueos y disturbios que dejaron una treintena de muertos, se esfuerza por evitar otro estallido, en especial cuando países cercanos como Chile, Bolivia, Ecuador o Colombia atraviesan por duras protestas ciudadanas.

«Todos los países de la región tienen la casa en desorden. Hay volatilidad y vulnerabilidad. En Argentina el proceso electoral ayudó a descomprimir», comentó a la AFP el analista político Juan Gabriel Tokatlian, de la Universidad Torcuato Di Tella.

Macri deja una Argentina con una inflación de 42,2% hasta octubre, aumento de la pobreza (35,4%) y caída del Producto Interno Bruto (-3,1% para 2019).

El nuevo presidente se propone para los primeros días de su gobierno mejorar los ingresos de los más vulnerables, a través de más fondos en ayuda social pero también aumentos salariales y de pensiones para las franjas más bajas.

El analista Rosendo Fraga advierte sobre las elevadas expectativas de muchos argentinos- «El riesgo es la ansiedad de la gente de que se produzca un cambio rápido en materia social. Fernández deberá administrar las expectativas y para ello su instrumento más importante es el peronismo, los sindicatos y los movimientos sociales moderados», comentó.

Un paso clave será el reperfilamiento de la deuda que asciende a un total de 315.000 millones de dólares, de los cuales 44 mil millones corresponden al crédito del FMI, con el que Fernández dijo que ya abrió «un proceso de negociación».

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