A Gael García le preguntaron si a un año de distancia de su llegada al cargo, volvería a votar por Andrés Manuel López Obrador para presidente de México. Contestó: “No”. Un ligero silencio se hizo, pero sonriente, el actor y cineasta, terminó completando la frase: “Porque no se va a reelegir, bueno eso espero, no tenemos reelección”.
Ante los señalamientos que ha hecho en sus redes sociales en semanas recientes en torno a la realidad que vive el país, García -quien este sábado presentó en la FIL su libro Chicuarotes, guión de la película del mismo nombre que estrenó este año- dijo que su postura política es mucho más compleja que la que puede percibirse a través por ejemplo de sus tuits.
García se congratuló de formar parte de la generación que por primera vez tuvo una voz que fue tomada en cuenta en México, a la que se respetó el voto, un cambio que ha llegado hasta nuestros días consolidando una todavía frágil democracia pero que se gestó a finales de los ochentas, con la llegada de Cuauhtémoc Cárdenas a la jefatura de gobierno del entonces Distrito Federal.
“A finales de los ochentas toda esa filmografía que empezó a existir de alguna manera traía el mensaje de no volver a un pasado dictatorial y hacer que la democracia avance, obviamente la democracia es perfectible y bastante falible además, entonces estamos en ese ejercicio de ciudadanía y hoy podemos decir con toda soltura y certeza de que la labor política la hacemos todos”.
Señaló que ese empoderamiento ciudadano no llega a todos aún, pero es mucho más fuerte y libre que hace 25 años.
“A final de cuentas la ciudadanía es la que hace la política y eso es lo que tenemos que entender y ejercer, cuidar, nunca pensar que cambiar las cosas está fuera de nuestro alcance y sé que se dice muy fácil, existe tanto dolor en México y tanto dolor en Latinoamérica que hasta suena ridículo decir lo anterior, pero a final de cuentas hay un retorno a esa sensación y de ahí es de donde se agarra fuerza, hoy en día podemos tener una voz crítica y los que tenemos el chance de ejercer esa voz hay que defenderla y hacer lo posible para que todos puedan tener esa voz”.
De su película dijo que no podría haberse filmado sin el apoyo de Fidecine (Fondo de Inversión y Estímulos del Cine), con la ventaja que en México no existe censura de ningún tipo pese a los subsidios entregados por el Estado.
“Pudimos hacer la película con total libertad de expresión, cosa que en pocos países existe, en ese sentido somos muy afortunados de tener esos elementos como para poder hacer películas y sería terrible que desapareciera, al parecer no está desapareciendo y por tanto no hay ni que calumniar, siguen existiendo y ha hecho que tengamos un reflejo como país”, dijo.
Afirmó que la industria con el estímulo oficial “ha generado muchísimos puestos de trabajo y ese apoyo viene de Hacienda, de ahí viene el estímulo fiscal, Hacienda entiende bien que a final de cuentas esta actividad cultural que genera en términos monetarios es bastante grande, multiplica la inversión, entonces es fantástico que sigan existiendo estos estímulos. México es uno de los pocos y por eso también gran parte de las noticias buenas que surgen de México son del cine”.
Cuestionado sobre los motivos de hacer un libro de una película, señaló que lo que se busca es “abonar en todo el universo de la película”, una forma complementaria de contar todo lo que se quiso lograr con imágenes.
Y sobre la realidad actual del cine en México, afirmó: “El cine siempre está en crisis en el mejor de los sentidos, es decir se está reinventando y cuando caemos en una racha digamos de películas que abordan y se suben a un riel de estabilidad creo que entramos a un cierto peligro, porque lo que mejor ha hecho el cine es sorprender y no tanto con historias originales, sino con un punto de vista distinto, con rostros distintos y creo que es lo que está pasando en México, por algo existe el cine experimental, que se aventura en lugares, por algo tenemos estímulos que son tan aprovechados”.
Señaló que ese tipo de libertades creativas no existen siquiera en una industria como la hollywoodense, donde es muy difícil ver películas pequeñas con actores poco conocidos, y que aprovechando la libertad y apoyo en México el país debería aprovechar su posición geográfica y cultural para convertirse en “un núcleo, un trampolín para las películas latinoamericanas, no sólo las mexicanas”.