Por Gerardo Lavalle
Otra falla de Ricardo Monreal. Imitando a su jefe, el que reside en Palacio Nacional, intenta justificar las razones por las cuales Washington no puede calificar a los cárteles criminales de México como “narcoterroristas”.
Dice, con la seguridad que tiene su jefe al afirmar que doña María Fabiana Sebastiana Carmen Romero Rubio y Castelló, mejor conocida como Carmen Romero Rubio contrajo nupcias con don Benito Juárez, que el calificativo de terrorista se le da solamente a aquellos que pregonan creencias religiosas o ideológicas.
No ha leído la definición. Se la proporciono y es de la Real Academia de la Lengua:
1. m. Dominación por el terror.
2. m. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror.
3. m. Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos.
¿Cuál de las tres eximen a los cárteles del terrorismo?
No se trata de ser semántico sino realista.
El crimen organizado crea alarma social y con o sin fines políticos: cometen, sucesivamente, actos de violes para infundir terror. Ahí están los casos de Culiacán, de los LeBarón, de Nuevo Laredo, de Guanajuato, de Guerrero, de Los Cabos y un largo etcétera.
¿Acaso los cárteles no dominan al terror? Hay que preguntarles a los habitantes de Ciudad Juárez, de Culiacán, de Salamanca, de Guadalajara y su zona conurbana, de Monterrey, de Acapulco y otro largo etcétera, para saber lo que ya sabemos: viven bajo la amenaza de los criminales que lo mismo cobran derecho de piso que controlan la distribución y venta de drogas en los antros y en la vía pública.
La respuesta no es otra: les tienen terror a los criminales. Por eso cierran escuelas, restaurantes, oficinas; duplican las medidas de seguridad en sus hogares y las policías municipales y estatales se vuelven invisibles ante los actos de terror cotidiano en casi todo el territorio nacional.
Monreal presumió el voto “unánime” de los senadores de todos los partidos al punto de acuerdo en el que rechazan el anuncio de Donald Trump de calificar a los cárteles mexicanos de narcoterroristas. Habla sin argumentos. Inventa definiciones y finalmente pide la solidaridad con el gobierno del presidente López Obrador, como si usted y yo fuéramos responsables de la debilidad y hasta sumisión de la actual administración ante los designios de Washington.
Una raya más en la piel del tigre de zacatecas. Y contanto.