*Mal Diseñadas las Ampliaciones Carreteras
*La Incesante Corrupción en las Normas Vehiculares
*Iguales las Prácticas a Pesar del Cambio Partidista
Por Silvestre Villegas Revueltas
La semana pasada los noticieros dieron cuenta del enésimo choque en el tramo Ecatepec – Ciudad de México, al ver las imágenes volvió a salir la de una casa que, a escasos dos metros de la carretera, años atrás fue dañada porque frente al predio sucedió otro percance automovilístico donde explotó una pipa que traía algún material inflamable.
¿Qué quiere decir todo lo anterior? Primero. Las sucesivas modernizaciones y ampliaciones de la carretera que se dirige a Pachuca han estado mal diseñadas; los diversos paraderos en uno y otro sentido de “la autopista” no lo son en la óptica estricta de la ingeniería de tránsito. Las auténticas estaciones de servicio en Japón, EU o Italia, donde paran autobuses, paran automovilistas, paran camiones de carga están SEPARADOS Y EN INSTALACIONES APARTE del flujo central de la carretera; lo que se tiene en la carretera que va a Ecatepec, como en otras a lo largo de la república, son simplemente pequeñas ampliaciones sobre el arroyo vehicular, esencialmente peligrosas porque cualquier descuido personal o falla mecánica lanzará al autobús o auto particular sobre las unidades y personas que estén paradas o deambulen a pie por el supuesto paradero. Segundo. El estado físico de los camiones, el estado físico de los choferes del autotransporte público y de los automovilistas particulares, el tipo y condiciones legales en las que se sustentan las concesiones de las líneas de camiones. Hace unos cuantos días circulaba por Avenida Universidad un “pesero”, de los camiones verdes, que iba dejando a su paso y por un espacio de cien metros una espesa nube negra: me pregunté dónde están las patrullas ecológicas, seguramente mordiendo a un automovilista con placas de provincia, o algún despistado cuyo viejo auto salió el día que no le tocaba. De sexenios atrás y ello es lo peor, las declaraciones son las mismas, pero las acciones y omisiones de la autoridad son parecidas, indistintamente del color partidista. Tenemos en el Valle De México una pléyade de funcionarios cortados por el mismo racero de ineficiencia y corrupción. ¿Cuántos empleados y funcionarios de décadas atrás manejan la revista vehicular, especialmente la de los taxistas? Se han vuelto riquísimos porque la corrupción está desde las fotocopias, citas vehiculares hasta las inspecciones físicas de la unidad y del chofer. En el accidente de la carretera a Ecatepec, el chofer que impactó su camión contra los aparcados en el “paradero” iba demasiado aprisa, demasiado cansado, demasiado drogado o la unidad estaba demasiado vieja y destartalada. ¿Cuál le gusta estimado lector? Esto último nos lleva a varios temas, si el chofer manejaba arriba de los límites de velocidad era porque sabía o pensaba que no pasa nada, porque todo se arregla con una mordida o los patrulleros reciben una corta de las propias líneas de camiones. Si al estar conduciendo el chofer terminó por dormirse, dicha condición física no lleva a uno de los problemas esenciales de la Ciudad Capital y zona metropolitana, los horarios de trabajo, el tráfico, la contaminación, la altura y las pocas horas de sueño reparador han generado una sociedad capitalina enferma de fatiga. Ahora sí, el neoliberalismo de raíz thatcheriana que se afincó en México convirtió al mundo de los negocios en una actividad voraz, y al trabajo en un suplicio de siete días a la semana y horarios laborales de 12 y 14 horas. Finalmente, en esta segunda parte de razonamiento, si el accidente de la carretera a Ecatepec se debió, más allá de la responsabilidad evidente del conductor, a ineficientes y draconianas condiciones de trabajo que impone la línea de camiones a ésta se le debe multar y en su caso quitarle, momentáneamente o de manera definitiva, la concesión de transporte porque no cumple con uno de los señalamientos principales: la seguridad de los pasajeros.
Lo hicieron los delegados banqueteros panistas, lo hicieron los delegados banqueteros perredistas y lo están haciendo los delegados banqueteros morenistas. Todos ellos se han enriquecido haciendo obras innecesarias como son las ampliaciones de banquetas en las esquinas y confluencias de diversas calles. El viejo diseño de calles y bocacalles en colonias como la Nápoles, Narvarte, Del Valle, Coyoacán, San Ángel, Cuauhtémoc, etcétera tomaba en cuenta el giro que debían hacer los autos para doblar a la derecha o izquierda. Ahora, con dichas protuberancias de banquetas acompañadas por bolardos, lo único que han producido es que el giro se vuelva más forzado y por ello mismo más lento, generando una mayor lentitud en el flujo vehicular. Eso sí, el compadre está recibiendo los contratos y ganancias respectivas. Repetimos y con ello concluyo, pasan gobiernos en la Ciudad de México y municipios conurbados y las prácticas políticas siguen siendo igual, a pesar de la sucesión de colores partidistas.