La movilización social recrudeció este miércoles 6 en buena parte de las ciudades de Chile, con los estudiantes universitarios y de secundaria manifestándose a lo largo del país, a la vez que los transportistas –camioneros, taxistas y otros- que bloquearon las carreteras urbanas de la capital y de otras ciudades, exigiendo la derogación de los peajes diferenciados por tramos y horarios que cobran las concesionarias privadas.
La jornada de protesta, la número 20, puso de manifiesto una vez más la incapacidad del gobierno para recuperar la iniciativa política y restablecer la normalidad y el orden, pese a que el presidente Sebastián Piñera ha intentado ganar protagonismo, luego de días de ausencia pública, mediante la promoción de su denominada agenda social, un conjunto de medidas paliativas que unánimemente la oposición y también algunas voces desde el oficialismo, se reconoce como del todo insuficiente para contener las protestas.
La expresión del fracaso del gobierno fue el ingreso anteayer de la policía a un liceo de niñas, en cuyo interior se efectuaron disparos de escopeta que dejaron a dos menores de edad con impactos de perdigones en sus piernas, escenas de violencia que fueron grabadas. Este día, la Fiscalía ordenó la detención del mayor a cargo del pelotón y también se informó que 12 carabineros serán procesados por delitos de tortura y abusos sexuales durante las protestas.
El presidente concretó el envío al Parlamento de un proyecto de ley para incrementar 16 por ciento el salario mínimo, que pasaría de 301 a 350 mil pesos. Descontadas las cotizaciones previsionales y de salud, el sueldo mínimo quedaría en 290 mil pesos. “Insuficiente”, dijeron de inmediato desde el mundo sindical y la oposición, que reclaman fijarlo en torno a los 500 mil pesos.
En ciudades como Iquique, Antofagasta, Chillán, Curicó, Viña del Mar, Quilpué, Temuco, Punta Arenas y, evidentemente, Santiago; los estudiantes salieron a las calles a manifestarse, bloqueando calles, levantando barricadas y enfrentándose incesantemente con Carabineros (policía).
En la capital, en los dos días previos, la policía había estado impidiendo que el sector de las Plazas Italia y Baquedano -donde confluyen las avenidas Alameda, Providencia y Vicuña Mackenna-, punto neurálgico de la protesta social, fuera ocupado por los manifestantes como ocurrió en las últimas dos semanas, y apenas observaba que comenzaban a reunirse, actuaba para espantarlos.
En respuesta, los estudiantes cambiaron el escenario y se trasladaron a las aledañas comunas de Providencia y Las Condes, de las más pudientes del país, y en sus calles escenificaron el descontento: decenas de comercios fueron vandalizados y saqueados, el mobiliario de los establecimientos y la señaléctica pública fue arrancado y utilizado para formar barricadas y como combustible para encender hogueras.
La intensidad de los enfrentamientos y el aire enrarecido por el lanzamiento continuo de gases lacrimógenos, forzó al cierre de varias estaciones del metro, causando el enojo y el caos entre quienes intentaban movilizarse. La sede de la ultraderechista Unión Demócrata Independiente (UDI), localizada en la calle Suecia, fue atacada y sufrió múltiples destrozos en sus vidrieras y mobiliario.
A las 20:00 horas el metro de Santiago cerró sus operaciones y paulatinamente desapareció todo el transporte público en autobuses.
Mientras todo esto sucedía desde el mediodía y hasta caer la noche, un caos automovilístico se produjo en las autopistas urbanas y de acceso a Santiago, con centenares de camioneros circulando a “paso de tortuga” o derechamente detenidos. También en esas carreteras hubo bloqueos mediante barricadas.
Las concesionarias privadas de autopistas, que en 20 años de operación aumentaron en términos reales en más de 40 por ciento las tarifas por transitar, se han vuelto un blanco predilecto de las movilizaciones -junto con las administradoras de fondos de pensiones, el símbolo de la apropiación del ahorro previsional de los chilenos para ponerlo al servicio de los grandes grupos económicos, y también del fracaso del sistema de ahorro individual- pues en buena medida encarnan a los ojos de los chilenos movilizados la expresión del abuso y del mercantilismo del modelo económico.