Por Jesús Michel Narváez
Esta semana pasada el nombre de Donald Trump ocupó espacios en México.
Y no se crea que solamente por la llamada que le formulara al presidente López Obrador para “felicitarlo” por su decisión en el conflicto de Culiacán.
No.
El miércoles anterior Porfirio Muñoz Ledo sacó “fuerza de su mano izquierda” –lo que le queda de esa ubicación ideológica- para cuestionar el comportamiento del Primer Mandatario frente a su homólogo de Estados Unidos.
Criticó y severamente la política migratoria llevada a cabo por México y la presencia de fuerzas mexicanas en las fronteras sur y norte “en obediencia” a las peticiones del jefe de la Casa Blanca.
Por supuesto López Obrador no se quedó con el señalamiento. De inmediato respondió para defender su actuar de mantener una buena relación con Estados Unidos.
“Tiene toda su libertad -Muñoz Ledo- y él siempre ha sido crítico y opositor a ciertas políticas que considera inadecuadas. Sólo decirle que tenemos la conciencia tranquila”.
No es la primera vez que se habla de la docilidad de México ante Estados Unidos.
Desde el 7 de junio, cuando se firmó el “acuerdo” que impidió la aplicación de aranceles a todos los productos de exportación a la Unión Americana y se recibió a Marcelo Ebrard como “héroe” en el mitin de “unidad” realizado en Tijuana, se estableció que “dimos todo a cambio de nada”.
Porque los arancelas al acero y aluminio permanecieron. El del tomate se incrementó aunque los productores mexicanos aceptaron a fin de no cerrar su mayor mercado.
Y entre bambalinas se escucha el rumor de que la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), obedeció a una petición de Trump. ¿La razón? Que le quitaría la competitividad a los aeródromos de Dallas, Los Ángeles y Atlanta.
De llegar a confirmarse la especie, Muñoz Ledo no estaría equivocado al calificar la política exterior de “obediente”.
Revisar las declaraciones de Mike Pence y los aplausos brindados porque México destinó 15 mil elementos de la Guardia Nacional para convertirse en el muro del Sur y evitar la internación de migrantes centroamericanos-y de otras partes del mundo- para corroborar que se abandonaron los principios que el país había preservado por décadas.
Por eso solamente fueron 25 soldados a Culiacán para detener a uno de los criminales reclamados por Estados Unidos. La admisión presidencial de la solicitud norteamericana vuelve a darle la razón a Muñoz Ledo.
En la “felicitación” de Trump a López Obrador hubo un reclamo: no se pudo comunicar el presidente “de la nación más poderosa del mundo”, porque el Jefe del Estado Mexicano no utiliza un avión presidencial dotado de los más modernos equipos de comunicación y tampoco usa la telefonía satelital.
Vaya, estaba aislado por falta de comunicación.
Pero Trump porfió y finalmente 24 horas después pudo pronunciar: congratulations mr president… felicitación a la que Marcelo Ebrard tuvo que añadir otra función a la de canciller: traductor oficial. Trump sigue presente aunque ande en campaña electoral.
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