En México han ocurrido 182 sismos de gran magnitud de 1900 a la fecha, que han afectado a la capital, por lo que es necesario continuar las investigaciones, reglamentos y protocolos que eviten una letalidad mayor, aseveró Roberto Meli Piralla.
Al dar la conferencia magistral «Efectos de los Sismos: el Último siglo en la CDMX», expuso una crónica de esos fenómenos, los daños que han provocado en la capital, la reglamentación que existía y los avances en materia de construcción y prevención.
En el auditorio Javier Barros Sierra de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, el fundador del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), destacó que, de esos 182 sismos, 107 han sido de intensidad de entre 6.5 y 6.9 grados Richter; 53 de entre 7.0 y 7.4; 19 entre 7.5 y 7.9 y solo tres de más de ocho grados.
Hay varios sismos simbólicos que hicieron gran daño a la capital, como el de 1911, llamado el «Sismo de Madero», denominado así porque ese día entró a la capital Francisco I. Madero con sus tropas, el movimiento tuvo una magnitud de entre 7.2 y 7.3 grados. Hubo 35 muertes, todas en un cuartel militar de San Cosme, pues no había normas de seguridad ni reglamentos de construcción.
También el llamado sismo del Ángel, el 18 de julio de 1957, de 7.5 grados, que provocó la caída de ese monumento y que desde ese entonces ha sido el parámetro sobre la magnitud de los movimientos telúricos en el país.
El 14 de marzo de 1979 se registró el llamado sismo de la Ibero, con epicentro en Petatlán, Guerrero, con magnitud de 7.5 grados, que provocó el derrumbe de dicho plantel educativo en la capital del país.
El académico, uno de los primeros ingenieros especializados en el diseño de estructuras antisísmicas en México, refirió el sismo de 1985 y destacó que fue de 8.5 grados, con epicentro en las costas de Guerrero y Michoacán; se estima que provocó más de cuatro mil 500 víctimas mortales, y demostró la falta de preparación en las autoridades.
Respecto al sismo de septiembre de 2017, precisó que no ha estudiado a fondo el tema, pero quedó demostrado que los daños que provocan esos movimientos telúricos no se deben solamente a la magnitud, sino también a la cercanía del epicentro, como este caso. A pesar de que fue de 7.1 grados, la cercanía con Morelos, el epicentro, ocasionó daños severos.