Un desafiante Jair Bolsonaro sostuvo el martes que los cuestionamientos a la política ambiental de Brasil, en particular sobre la Amazonía, constituyen una interferencia inaceptable en los asuntos internos de su país «disfrazada de buenas intenciones».
«Los ataques sensacionalistas de la prensa internacional debido a los focos de incendios en la Amazonia despertaron nuestro sentimiento patriótico», declaró el presidente brasileño al inaugurar la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York. «Es una falacia afirmar que la Amazonía es patrimonio de la humanidad y un error, como aseguran los científicos, decir que nuestros bosques son el pulmón del mundo», agregó el mandatario aludiendo a comentarios del presidente francés Emmanuel Macron
Sostuvo que «apelando a esas falacias, en vez de ayudar, otro país se comportó en forma irrespetuosa, con espíritu colonialista. Cuestionaron lo que es más sagrado para nosotros: nuestra soberanía».
Bolsonaro insistió en que «cualquier iniciativa de apoyo a la preservación de la selva debe ser tratada respetando plenamente la soberanía brasileña».
El mandatario redujo el presupuesto destinado a la preservación del medio ambiente, lo que conspiró contra los esfuerzos por contener los feroces incendios que están destruyendo grandes extensiones de la selva amazónica, el bosque tropical más grande del mundo y vital para el equilibrio climático del planeta.
Ello le valió fuertes críticas internacionales, lo mismo que su defensa de las dictaduras militares de derecha, que hizo que la expresidenta de Chile, Michelle Bachelet, actualmente Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, dijese
Bolsonaro también se esforzó en presentar a un «nuevo Brasil», abierto al mundo y al sector privado, en contraposición al modelo «socialista» que, en su opinión, gobernó el país en los últimos años y para el que reservó las palabras más duras de su discurso.
El «socialismo», según Bolsonaro, llevó a Brasil «a una situación de corrupción generalizada» y propició «ataques ininterrumpidos a los valores religiosos» respaldados por el Foro de Sao Paulo, que reúne a partidos de la izquierda de América Latina.
También hizo alusión a los alrededor de 10 mil médicos de Cuba que, hasta fines del año pasado, operaban en Brasil mediante planes de cooperación firmados por Gobiernos anteriores y que La Habana decidió retirar tras las críticas de Bolsonaro a sus autoridades.
El gobernante brasileño aseguró que, con la retirada de esos profesionales cubanos, Brasil «dejó de contribuir con la dictadura cubana», a la cual aseguraba que los gobiernos anteriores enviaban «300 millones de dólares anuales» mediante esos programas de cooperación.
Bolsonaro recordó que «en los años 60, agentes cubanos fueron enviados a toda América Latina» para promover el «socialismo» y fueron «derrotados», en una «guerra que también vencimos» en Brasil.
Afirmó que hoy unos «60 mil cubanos» están en Venezuela y actúan en las áreas de «inteligencia y defensa» para mantener en el poder a una «dictadura» que ha implantado en ese país que «antes ya fue tan próspero», la «barbarie del socialismo».
Bolsonaro destacó el esfuerzo de Brasil por acoger a los miles de venezolanos que han llegado al país en busca de una nueva vida y dijo que su Gobierno seguirá «trabajando para que la democracia sea restablecida en Venezuela» y para «que otros países de la región no experimenten ese nefasto régimen del socialismo».