Ante la imposibilidad de formar gobierno en cinco meses, Pedro Sánchez (PSOE) pidió este miércoles una amplia mayoría en la repetición electoral de noviembre en España, donde crece la exasperación por la inestabilidad y el bloqueo político constante.
Los temores de muchos españoles ante unas nuevas elecciones, las cuartas en cuatro años, se confirmaron el martes cuando el rey Felipe VI cerró la ronda de consultas con los partidos políticos sin designar a ningún candidato a la investidura ante la falta de acuerdos.
Sólo el jefe de gobierno desde junio de 2018, Pedro Sánchez, tenía opciones después de ganar holgadamente las elecciones de finales de abril, pero no consiguió apoyos suficientes en un fragmentado Congreso, donde solo disponía de 123 diputados sobre 350.
Mañana se disolverá automáticamente el Parlamento para una nueva convocatoria electoral para el 10 de noviembre en la que el dirigente socialdemócrata aspira a aumentar su ventaja.
En un debate con tintes de campaña electoral, Sánchez culpabilizó del bloqueo a la izquierda radical representada por Podemos, con quien negoció precipitadamente en julio una fracasada coalición, y a los conservadores del Partido Popular y los liberales de Ciudadanos, a quienes pedía abstenerse para permitir la investidura.
La réplica llegó del líder del PP, Pablo Casado, quien lo acusó de cometer una «grave irresponsabilidad». «Usted quería ir a elecciones desde el principio, engañando a los españoles durante cinco meses, por eso no ha buscado el acuerdo de ningún partido», afirmó.
En crecimiento desde junio de 2018, cuando desbancaron al conservador Mariano Rajoy con una moción de censura, los socialdemócratas parten como favoritos en los sondeos aunque no conseguirían la mayoría absoluta.
«La apuesta de Sánchez es muy arriesgada. La gran incógnita que hay en estos comicios va a ser la participación, porque la gente está cansada», opinó la politóloga Cristina Monge, de la Universidad de Zaragoza. En el centro de Madrid, los electores confirmaban el hartazgo: «No sé si voy a votar», afirmaba Ana Ortega, estudiante de arte de 20 años y de izquierdas. «Es como si el voto del pueblo no valiera nada», lamentaba.
El bloqueo y la inestabilidad son una constante en el país desde diciembre de 2015, cuando los estragos de la crisis y el malestar por los escándalos de corrupción en los dos grandes partidos, PSOE y PP, favorecieron la irrupción de Podemos y Ciudadanos.
Tras los comicios de 2015, el Congreso necesitó diez meses y una repetición electoral para investir nuevamente a Rajoy a finales de octubre de 2016. «El espectáculo que estamos viviendo en los últimos cuatro años es bastante lamentable», criticó el presidente de la patronal española CEOE, Antonio Garamendi, en una entrevista a la radio Onda Cero.
«Es un fracaso colectivo general y todo esto al final perjudica las inversiones, perjudica el empleo, perjudica las exportaciones», añadió. Los sindicatos, que habían aplaudido medidas del mandato de Sánchez como la subida del salario mínimo, se unieron a las críticas.
Unai Sordo, líder de Comisiones Obreras, reprochó la «irresponsabilidad» de los políticos y Pepe Álvarez, de UGT, lamentó haber «perdido una oportunidad de oro» para la izquierda.
Con un gobierno en funciones sin apenas capacidad de maniobra, el país encara ahora semanas convulsas por el fragor electoral y desafíos como la gestión de un hipotético Brexit duro o la inminente sentencia contra los líderes independentistas juzgados por el intento de secesión de 2017.