Por Alberto F. Mena Mallén
¿Se enoja mucho cuando hay manifestaciones en la Ciudad de México? ¿Se le dificulta el traslado y tarda mucho tiempo hacia su destino? ¿Quiere echarles bronca por las perturbaciones que generan? Pues se tiene que aguantar ya que las autoridades federales o locales con las que contamos, no tienen ni el interés ni la más mínima idea o ganas de solucionar esta problemática que se genera con estas manifestaciones.
Con el argumento del respeto a los derechos humanos, además de lo expresado en sus mañaneras el presidente Andrés Manuel López Obrador, en el sentido de que no quiere que lo consideren “represor”, no tocan a los manifestantes ni con el pétalo de una macana, ni solicitan a los especialistas que debatan alguna solución equilibrada para todos los involucrados, entre ellos la ciudadanía afectada.
Y menos el Congreso de la Ciudad de México busca un granito de solución a esta problemática que tiene años y años de presentarse, sobre todo en las calles de la capital del país. Nadie hace nada por buscar una solución equilibrada para los ciudadanos.
Mientras la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum anda atareadísima con muchos problemas que se le presentan a diario y que requieren su atención, por lo cual el otro tema, ni lo voltea a ver.
En los últimos tres años -con estadísticas del 2018-, se realizaron en la Ciudad de México (CDMX) nueve manifestaciones al día en promedio, es decir una cada hora hábil (de 9:00 a 18:00 horas); de 2015 a 2017 hubo en total 10 mil 62 eventos de este tipo registrados por las secretarías de Seguridad Pública y de Gobierno.
De acuerdo con la plataforma de movilidad Sin Tráfico, en 2015 hubo un total de tres mil 722 movilizaciones (sobre todo en los meses de mayo y junio); en 2016 fueron tres mil 846 (julio y agosto); mientras que para 2017 se registró un decremento de 36% respecto a 2016, con dos mil 494 (con mayor concentración en enero).
A pesar de que tienen diversos horarios, impactan todo el día -por las horas pico-, muchas zonas de la Ciudad de México. El caos vial en las arterias de la metrópoli por estos hechos tiene un promedio de dos horas y media, lo que hace que dañe severamente la calidad de vida de las personas que tienen necesidad de trasladarse hacia sus trabajos, hogares o cualquier otro sitio.
Un 60 por ciento de las manifestaciones corresponden a intereses de los grupos que recorren las calles de la ciudad o por demandas a la federación o a los estados; y el restante 40 por ciento corresponde a los asuntos locales, como sucedió con los transportistas que cerraron vialidades a principios del mes de Septiembre.
Cientos de choferes, desde muy temprano se ubicaron en diversos puntos de la capital, mismos que demandaban principalmente el aumento a la tarifa, ya que argumentaron que tienen muchos años que cobran los pasajes con el mismo precio y el costo de los combustibles, aumentaron. Hubo también más peticiones, mismas que se abordaron con diálogos con los funcionarios encargados del tema.
Hasta el momento solo se conoce la negativa de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quien les dijo casi inmediatamente que no iba a autorizar el incremento, ya que han sido los prestadores del servicio quienes no han cumplido los requisitos que se han establecido con anterioridad, pero nada de supervisión hacia este sector.
De acuerdo con Francisco Carrasco, de la Fuerza Amplia Transportista, prevén marchar otra vez el 17 de septiembre. Para no salir a las calles, piden que se les cumplan sus demandas: aumento de dos pesos a la tarifa, prórroga de la concesión y no instalación de las barras contadoras de pasajeros ni tarjeta de prepago.
Cabe destacar que el servicio que prestan los transportistas no es pésimo, sino lo que le sigue hacia abajo, ya que hay muchas noticias que señalan las violaciones que se cometen casi a diario, particularmente relacionadas con violencia hacia los pasajeros, robos, ataques sexuales y aquí caben tanto los taxis públicos como los que utilizan aplicaciones. Muchos presentan una calidad no adecuada para el servicio.
En la Constitución Política de la Ciudad de México, en su artículo Tercero, que aborda los principios rectores, donde la protección de los Derechos Humanos es el fundamento de esta Constitución toda actividad pública estará guiada por el respeto y garantía a éstos.
Ahí se establece que la metrópoli asume como principios, entre otros, la preservación del equilibrio ecológico, la protección al ambiente, -que todos los días se violan las normas-, pero nada se establece con respecto a las afectaciones que se les ocasiona con las protestas a los ciudadanos que no tienen nada que ver con las mismas.
Hay un excesivo gasto de combustible por el tiempo de traslado cuando se presente en el camino una manifestación, se eleva la contaminación, y no se toma en cuenta el gasto que realizan los automovilistas o transportistas cuando se atoran en una protesta, incluso que realizan hasta diez personas que solicitan al gobierno de la ciudad agua para su servicio, entre otras muchas peticiones con incumplimiento de la autoridad.
En el Título Segundo, de la carta magna capitalina, en su artículo 4o de los principios de interpretación y aplicación de los Derechos Humanos se indica que “Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, están obligadas a promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos”, lo que no se cumple a cabalidad en las manifestaciones, ya que sólo cuidan a quienes se manifiestan, pro no al resto de la población.
Incluso, la Constitución establece que las autoridades deberán prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos., pero ni un asomo de autocrítica en este sentido se señala.
En el artículo 12 se habla de un Derecho a la Ciudad y un derecho a la movilidad, pero no se respeta para quienes son afectados por las protestas callejeras. Quizá digan que la ciudad tiene muchas calles por donde transitar.
Habría que solicitarle a la autoridad capitalina que coloque más pantallas en las vialidades principales, donde se informe de las manifestaciones que se realizan en las calles de la metrópoli de cualquier otro asunto de interés para los conductores y ciudadanos en general.
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