La Rebelión de los Colgados … ¿De Sinhué, el Mexicano?

Los Dados de Dios

*De la Cuna de la Independencia Hasta Chiapas

*La Historia de la Explotación de las Maderas Finas

*Cambiando las Cosas Para que Sean Peor

*El Cetro de la Entidad más Violenta de la República

Por Nidia Marín

De principios del siglo XX a la casi tercera década del siglo XXI hay un amplio trecho. La Rebelión de los Colgados, del anarquista alemán Bruno Traven (cuyo verdadero nombre era Bernhard Traven Torsvan, lo cual daría a conocer su viuda Rosa Elena Lujan (a esta reportera para El Universal, aunque tampoco se llamaba así) años después de la muerte del escritor nacido en la vieja Alemania con el nombre de Otto Feige, de donde emigró hacia el mundo, aunque su vida literaria la hizo en México, cerca de sus amigos Frida Khalo, Diego Rivera, Siqueiros y demás.

Bernhard Traven Torsvan.

Traven fue autor también de “El Tesoro de la Sierra Madre”, novela que llevó al cine John Houston interpretada por Humprey Bogart.

¿Y?, dirán los amables lectores con toda razón.

Simplemente los colgados del puente en Guanajuato, me hicieron recordar la obra del gran escritor, la cual en realidad no tenía que ver con el crimen organizado o con las ineptitudes del gobernador, Sinhué el mexicano, sino con la vida de un indígena chamula en Chiapas que es engañado y trasladado a las llamadas monterías, lugares donde se cortaba caoba y vivían en la esclavitud a principios del siglo XX. Junto con un maestro, también peón, el indígena se rebela mata a los finqueros y a los capataces, huye y logra su libertad.

Esta historia también fue llevada al cine, dirigida por Emilio “El Indio” Fernández y Alfredo B. Crevenna, con las actuaciones de Ariadne Welter, Pedro Armendáriz (en el papel principal), Carlos López Moctezuma y Víctor Junco. Ganó premios al por mayor.

El tema es la explotación en la selva, por la que hoy pretende cruzar un tren, es decir hay que cambiar las cosas para que sean peor.

De acuerdo al libro “Lacandonia, el Último Refugio” publicado por la UNAM:

“Debido a su relieve accidentado y a la inexistencia de caminos, la selva era prácticamente inaccesible para los chiapanecos. En cambio, para los habitantes de Tabasco y El Petén constituía una región relativamente abierta. Se podía entrar en ella desde Tenosique, remontando el río Usumacinta, o desde Sayaxché, bajando el río La Pasión. En el año de 1860 Felipe Marín, un comerciante de Balancán, echó 72 trozas de caoba y cedro al río Lacantún y recuperó más tarde 70 de ellas en Tenosique. Este experimento fue el detonador de la explotación maderera a la que ha sido sometida la selva desde entonces y por la que sigue siendo mutilada hasta el día de hoy.

“A partir de ese año, unos pocos tabasqueños empezaron a establecer pequeñas monterías en las orillas de los ríos Usumacinta, Lacantún y La Pasión, pidiendo los permisos para estas dos últimas zonas en la cuidad de Flores, Petén. En la década de los sesenta, estas modestas negociaciones se multiplicaron, sobre todo en la cuenca del Lacantún, sin duda la reserva caobera más rica. Sin embargo, el número de empresas no rebasa la quincena y el promedio de árboles cortados cada año por cada montería no excedía los 200 troncos.

“En aquella época (1860-1880), la parte oriental de la Selva Lacandona no era considerada ni reclamada por el gobierno de Chiapas como parte del territorio del estado. Tabasqueños y peteneros acostumbraban repartir entre sí la jurisdicción sobre la cuenca del río Usumacinta, aceptando como línea divisoria el arroyo de Yalchilán, que desemboca en el Usumacinta frente a las ruinas conocidas ahora bajo el mismo nombre ligeramente alterado (Yaxchilán). El norte de la cuenca correspondía a Tabasco, y el sur a El Petén.

“En 1880 se produjo un cambio notable en la selva. Entraron en escena tres poderosas compañías con sede en la ciudad de San Juan Bautista, la antigua capital de Tabasco: Bulnes Hermanos, Valenzuela e Hijos y Jamet y Sastré. Estas empresas hasta entonces habían cortado caoba y palo de tinte en el litoral tabasqueño, pero, preocupadas por el inminente agotamiento de las reservas en Tabasco, decidieron abrir un segundo frente de explotación en la Selva Lacandona.

“Las tres casas se lanzaron, al mismo tiempo, a la conquista de las cuencas fluviales en donde la madera preciosa era más abundante: Bulnes en los ríos Jataté y Chocoljá, Valenzuela en los ríos San Pedro Mártir y Usumacinta, Jamet y Sastré en los ríos Lacantún, Chixoy y La Pasión. Las dos últimas tuvieron la mala suerte de establecer sus monterías en los ríos que formaban la frontera entre México y Guatemala y se vieron involucrados en la cuestión de los límites que envenenó, de 1882 a 1895, las relaciones entre los dos países”.

Sí, nada que ver con los sucesos en Guanajuato, aunque si los colgados se pudieran rebelar…

Como fuere la entidad continúa siendo la más violenta de México. No ha cedido el primer lugar que logró en 2018. Sigue con el cetro.

Y si sobre la Marín piensan: “¡La perdimos Houston, la perdimos!”.

Hoy sí.

 

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