Rosario Castellanos, escritora fundamental en la literatura mexicana, murió hace 45 años

Rosario Castellanos Figueroa, escritora y diplomática chiapaneca, autora fundamental en la literatura mexicana del siglo XX, murió hace 45 años. El 7 de agosto de 1974 México y el mundo se enteraron de la trágica muerte de la intelectual a causa de un accidente doméstico. Tenía 49 años.

La escritora se desempeñaba entonces como embajadora de México en Israel, por encargo del presidente de México, Luis Echeverría Álvarez, su amigo.

Rosario Castellanos ya era una escritora con nombre y prestigio en las letras mexicanas desde hacía décadas. En 1957 publicó su novela Balún Canan, cuya trama se centra en los brutales y desproporcionados enfrentamientos entre indígenas y terratenientes; en 1960 había recibido el Premio Xavier Villaurrutia y en los siguientes años se desempeñó como promotora cultural en Chiapas y como académica de la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM.

En 1971, había aceptado la invitación de Echeverría para que representara al Gobierno de México en Tel Aviv. Le dijo: “Rosario, necesito una persona como cónsul en Israel y estoy pensando en ti”, a lo que la escritora le contestó: “Pues pensaste mal, porque yo no he sido de ninguna manera cónsul, ni voy a ir a Israel”. El entonces presidente insistió y esta vez la chiapaneca le respondió: “Sólo con una condición: que también pueda dar clases”.

Y fue así como Rosario Castellanos fue embajadora y profesora de literatura mexicana en la Universidad Hebrea de Jerusalén, en Israel. “Al principio éramos pocos, pero después su clase se llenó materialmente; fuimos bastantes alumnos”, comentó uno de sus alumnos, quién visitó México para conocer el país de su maestra.

La diputada Lilia Rossbach la recuerda así: “Embajadora de su país, el nuestro, y embajadora también de esa patria que es la lengua, y que desde las letras llevó al mundo un México que sigue siendo hoy tierra de realidades y anhelos, de sueños, de libertades y luchas”.

Tres años después de su llegada a Israel, Rosario Castellanos murió en Tel Aviv por una descarga eléctrica producida por una lámpara vieja que la dejó inconsciente. Fue trasladada a un hospital, pero su cuerpo no resistió y falleció.

Chiapas, España, Estados Unidos

La escritora nació el 25 de mayo de 1925 en la Ciudad de México, pero creció en la hacienda familiar en Comitán, Chiapas. Cuando tenía siete años, murió Mario, su hermano menor. “Era una muchachita con el pelo a los hombros, tenía las pestañas caídas y era una jovencita muy tímida, producto de la muerte de su hermano menor”, comenta la poeta Dolores Castro, amiga de Rosario desde tercero de secundaria.

“Empezamos a tratarnos más porque las dos éramos muy tímidas, las dos habíamos vivido en provincia y ambas queríamos volver a la provincia. Siempre estábamos en comunicación y establecimos una amistad que duró hasta su muerte. Ella tenía unos papás muy tristes por la muerte de su hermanito, y ella también quedó muy triste”, recuerda su amiga.

Castellanos se graduó como maestra en Filosofía en la UNAM. El Instituto de Cultura Hispánica de la Universidad de Madrid le ofreció una beca de un año para estudiar filosofía. “Cuando le dieron la  beca para Madrid, me invitó y nos fuimos juntas. Ella estudió filosofía y yo estilística. Rosario tenía 25 años y yo 27. España estaba gobernada por (el general Francisco) Franco y eso provocaba un ambiente hostil. Pero ella y no estábamos muy felices de estudiar en Madrid”, recuerda Dolores Castro.

A su regreso de España, Rosario se fue a Chiapas. Trabajó en el Instituto Chiapaneco de Cultura, fue promotora del Instituto Nacional Indigenista y publicaba su trabajo literario en una revista cultural. En 1954 obtuvo la beca de la Fundación Rockefeller para estudiar en el Centro Mexicano de Escritores.

También fue profesora en las universidades de Wisconsin, la estatal de Colorado y la de Indiana, en los Estados Unidos.

Rosario, feminista

En 1958, Rosario Castellanos se casó con el profesor de filosofía Ricardo Guerra Tejeda y tuvieron un hijo, Gabriel, “que fue muy importante, pues ella había tenido dos abortos involuntarios y eso la deprimió”, recuerda Dolores Castro.

Gran parte de su obra la dedicó a la defensa de los derechos de las mujeres, por esta razón se convirtió en un símbolo del feminismo latinoamericano.

Gabriela Cano, biógrafa de Rosario Castellanos, recuerda que ella fue la primera persona que leyó en México El Segundo Sexo, de Simone de Beauvoir, cuyo “feminismo se enmarca en la misma postura filosófica que es el existencialismo. Rosario se adapta, se apropia del feminismo existencialista, y lo aplica a México”, dice la historiadora y escritora.

El feminismo existencialista es aquel en el que los seres humanos, hombres y mujeres, se van definiendo en el día a día en su existencia, que no tienen una esencia o una predefinición, “es este feminismo el que Rosario Castellanos manifiesta en su narrativa”, comenta Cano.

“Rosario Castellanos también colabora con el gobierno de Luis Echeverría con sus perspectivas sobre el Año Internacional de la Mujer; en un discurso ante el presidente, expone la persistente discriminación que viven las mujeres, pese a contar con la igualdad formal en las leyes”, afirma Gabriela Cano.

En sus cuentos y ensayos existe una preocupación por la condición de la mujer. Su obra narrativa se ha clasificado como indigenista, pero ella misma aclaró que por supuesto tenía la preocupación por los pueblos originales, pero argumentó que en su obra estaba presente su preocupación sobre la condición desigual de las mujeres.

Su obra fue prolífica, escribió novelas: Balún Canan, Oficio de tinieblas y Rito de Iniciación; también poesía: Trayectoria de polvo y De la vigilia estéril, Poesía no eres tú: obra poética.

En sus cuentos, como Los convidados de agosto, Álbum de familia y Ciudad Real, entre otros, indaga sobre la cuestión indígena en Chiapas.

Escribió además obras de teatro como Tablero de damas, El eterno femenino, ensayos sobre el concepto de lo femenino, Mujer que sabe latín, El mar y sus pescaditos.

El mundo de Rosario Castellanos estuvo marcado por el feminismo, reflejando en su poesía y ensayos la condición de muchas mujeres. Su vida fue como un espejo de las mujeres de su tiempo, marcadas por la dualidad aceptación-resistencia.

Edificó un universo a partir de algunas formas de dominación social. En 26 años, de 1948 a 1974, Castellanos dedicó su vida a crear una obra que la expresara de cuerpo entero, y que al describirla fuese una especie de registro del mundo en el que le tocó vivir. Lo femenino en su obra es un tema circular.

El diario Vanguardia.mx reseña que muchas de las obras de Rosario Castellanos contienen el tema de llamar la atención sobre la diferencia entre dos grupos, principalmente entre hombres y mujeres.

“En su ensayo La novela mexicana contemporánea y su valor testimonial, Castellanos comenta que las obras indígenas hablan de la objetividad del tratamiento y la individualidad del personaje, y aunque es extraño para la sociedad blanca, es aún importante para la historia y narrativa de México.

En su libro Lívida Luz, Rosario publica Nocturno:

Para vivir es demasiado el tiempo;

para saber no es nada.

¿A qué vinimos, noche, corazón de la noche?

No es posible sino soñar, morir,

soñar que no morimos

y, a veces, un instante, despertar

Otros de sus poemas dice así:

Temí… no el gran amor.

Fui inmunizada a tiempo y para siempre con un beso anacrónico

y la entrega ficticia capaz de simular hasta el rechazo— y por el juramento, que no es más retórico porque no es más solemne.

No, no temí la pira que me consumiría sino el cerillo mal prendido y esta ampolla que entorpece la mano con que escribo.

Rosario Castellanos, concluye la diputada Rossbach, formó parte de esa tradición que México ha tejido desde el siglo XIX, trenzando los hilos de la diplomacia y de las letras. “En tierra de promesas, de sacrificios y de credos dejó el plano terrenal para reafirmarse eterna, como su obra y como su aliento vital que recordamos hoy, en un aniversario luctuoso. Viva siempre, Rosario”.

Sus restos descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón Dolores de la Ciudad de México desde el 9 de agosto de 1974.

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