Un juez federal de Nueva York sentenció este lunes a 20 años de prisión a César Sayoc, el hombre que el pasado octubre mandó 16 paquetes bomba de fabricación casera a reconocidos demócratas como el expresidente de EU Barack Obama o la cadena de noticias CNN.
Sayoc, de 57 años y que se declaró culpable de 65 cargos el pasado marzo, se enfrentaba a una condena mínima de diez años y una máxima de perpetua, la cual pedía la Fiscalía, que entendía que el confinamiento de por vida «incapacita al acusado y protege al público de futuros crímenes».
La defensa solicitaba la pena mínima, de diez años, argumentando que Sayoc vivió «una serie de incidentes traumáticos que le empujaron más y más al margen de la sociedad», a lo que se sumó la idolatría que llegó a sentir por el presidente estadounidense, Donald Trump, lo que hizo que pusiera entre sus objetivos a sus rivales políticos.
El juez Jed Rakoff estimó que esta condena de 20 años de cárcel era «ni más ni menos» lo que merecía el caso contra Sayoc, en tanto que el acusado «era completamente capaz de preparar bombas caseras que pudieran estallar».
Sin embargo, el magistrado entendió que el hecho de que ninguna de las bombas estallara fue «a la vista del tribunal, una decisión consciente» por parte del acusado.
Rakoff certificó que Sayoc estaba «profundamente obsesionado» con el presidente Trump, algo que demostró la incautación de una furgoneta blanca repleta de fotos del mandatario.
Además, Sayoc, adicto durante más de cuarenta años a los esteroides, confesó que Trump se había convertido en «su nueva droga» y definía al presidente como «el mejor de todos los tiempos».
El juez le dio la palabra antes de dictar sentencia y Sayoc pidió disculpas a varios de sus familiares, a la vez que recordó a la corte la mala racha que supusieron el abandono de su padre siendo niño y los abusos sexuales que sufrió en un internado católico.
«Ahora que estoy sobrio, sé que estoy muy enfermo. Sé que debería haber escuchado a mi madre, el amor de mi vida», dijo ante el tribunal, ante el que se arrepintió y deseó «más que nada poder dar marcha atrás en el tiempo y deshacer lo que hice».