Por Jesús Michel Narváez
No es ocioso preguntarlo. Porque lo ocurrido ayer muestra cómo el nuevo secretario de Hacienda sigue no los pasos sino las enseñanzas de su tutor a quien sustituyó luego de su renuncia.
Y por qué a cuento el caso, porque mientras Arturo Herrera reconocía lo desaceleración económica que vive el país, el Ciudadano Presidente festinaba el “crecimiento” dado a conocer por el INEGI.
López Obrador no dejó de celebrar y sus palabras lo dicen todo: “Se suponía que con dos trimestres seguidos de decrecimiento entrábamos en recesión. Pues resulta que no». Y para que no quedara duda de que sus números son los buenos, recalcó: “Estuvieron la verdad dale y dale y dale. Yo también tengo derecho a subrayarlo. La economía mexicana sorprende”.
Las palabras y observaciones del secretario de Hacienda se perdieron en el vacío y quedó claro que lo único que cuenta es el pensamiento del Ciudadano Presidente.
Frente a los diferentes criterios hay que poner en tela de duda la permanencia del recién ascendido a cardenal político. Porque por menos de eso, en público por supuesto, Carlos Urzúa presentó su renuncia.
La economía no es el fuerte del Ciudadano. Para él todo marcha sobre ruedas y es capaz de afirmar que el “pueblo está feliz” cuando ignora, por ejemplo, que cientos de profesionistas que han sido despedidos en la cuarta transformación y por efecto de la austeridad republicana, ahora son conductores de Uber.
El secretario de Hacienda confía en que con la entrega de recursos a quienes deben recibirlos por parte del Gobierno –admisión de que no se han entregado- la economía repuntará, porque aquellos que la reciben “gastan” y “consumen”. Nadie se lo discute, pero ¿qué se puede comprar con mil pesos al mes?
Las especulaciones surgieron y ahí están: se imponen los otros números.
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