Por Jesús Michel Narváez
Ópticas diferentes. Razonamientos con sustento. Revisión de acciones. El País publicó ayer en su primera plana: México intenta convertir en una victoria el acuerdo con Trump.
El pacto con Estados Unidos obliga a poner fin al modelo migratorio de López Obrador.
En un trabajo firmado por Jacobo García, el influyente rotativo español, precisa: Poco se conoce del acuerdo migratorio entre Estados Unidos y México y menos aún le preocupa eso a Donald Trump. El viernes por la noche, después de ocho días bajo la amenaza de una guerra arancelaria, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador aceptó el despliegue de miles de militares en la línea que separa su país con Guatemala y que la primera potencia mundial le envíe de vuelta a 8.000 solicitantes de asilo, sobre todo centroamericanos, que cruzaron el territorio mexicano hasta llegar a la frontera estadounidense. También prometió acelerar las deportaciones. Por lo demás, no está claro ningún otro punto del pacto, ni cuándo entra en vigor, ni los objetivos globales ni el plazo para lograrlos.
Agrega: “El documento pone negro sobre blanco algunas de las medidas que México ya había tenido que empezar a aplicar, la mano dura que López Obrador quiso evitar al llegar al Gobierno, pero que ahora se han convertido en vinculantes y han ofrecido al gobernante estadounidense el relato que buscaba. Los estadounidenses se toparon el pasado 30 de mayo con su presidente lanzando un obús contra el país vecino y ahora con una claudicación. “Esta es una oportunidad perfecta para obtener rédito político, porque está claro que este asunto [la inmigración] es muy importante para el electorado y, en especial, para el republicano, aquí hay un cálculo sobre sus posibilidades de reelección a la Casa Blanca”, comentaba Duncan Wood, director del Instituto México en el Atlantic Council de Washington, antes del acuerdo.
Hasta ahí parte del extenso artículo. Y cómo decirle que miente. Los hechos hablan y el rosario de discursos pronunciados la tarde del sábado en Tijuana no esclareció nada aunque la “multitud” chocaba las palmas y clamaba por su líder, por el trabajo desarrollado por el canciller mexicano.
La decía en este mismo espacio el sábado, que México entregó todo a cambio de nada. Porque los aranceles anunciados violan el TLCAN que está vigente y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador tenía argumentos para rechazarlos: aranceles espejo o acudir a la Organización Mundial del Comercio.
Sin embargo, prefirió festejar una victoria pírrica si se le concede el triunfo y externar que Donald Trump nunca encontrará el puño sino la mano abierta de amistad. Uf.
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