Por Jesús Michel Narváez
Presumiblemente, si de última hora no le cancelan otra vez, Marcelo Ebrard entablará el diálogo con el secretario de Estado, Mike Pompeo y el yerno preferido, Jared Kushner para “arreglar” lo concerniente a la imposición de aranceles a todos los productos mexicanos que se exporten a Estados Unidos ordenada por el presidente Trump y que deberá entrar en vigor el próximo día 11.
Hasta ahora, más allá de las piedras en el camino que le colocó la embajadora de México en Washington, Martha Elena Federica Bárcena Coqui, el llamado jefe de la diplomacia nacional no ha mostrado sus cartas.
Nadie sabe qué ofrecerá para que el hígado de Trump se desinflame. Tampoco se ha informado –ni en sus mañaneras desde la embajada- qué papel juega la secretaria de Economía, Graciela Márquez Colín en la delegación que, ya lo dijo el Ciudadano Presidente, tiene como jefe al señor Ebrard.
Hasta ahora se ignora cómo se defenderá México más allá de la carta y el memorándum presidenciales dados a conocer el pasado jueves y el lunes de esta semana.
Porque apelar a la “buena relación y amistad” de los pueblos no será argumento de peso para convencer a quien está en plena campaña en busca de su reelección y al que solamente le importa “satisfacer” el “interés” de sus votantes.
A la delegación mexicana se incorporó Carlos Salazar Lomelín, el grisáceo y recién elegido presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y está por supuesto Jesús Seade, subsecretario para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), que muy “echado p’lante” expresó que México negociará con Estados Unidos sobre el tema de los aranceles, tomate y el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) “por las buenas, pero firmes”.
¿Qué significa por las buenas pero firmes? No queda clara la postura. Durante los últimos días la retórica inundó no solamente Palacio Nacional sino en el 1911 Pennsylvania Ave NW, Washington, DC. Desde la capital de la Unión Americana, Ebrard tuiteó: les informo que hemos avanzado en reuniones con miembros del gabinete; Think thanks (error de dedo: es think tanks, dijo); sector privado; especialistas. Nos esforzaremos por encontrar un entendimiento. Es factible y deseable. 80/20 a favor hoy de lograrlo.
¿No se habrá equivocado en el 80/20? Porque se sabe que un paciente tiene 99 por ciento de vivir y una de morir y termina en la morgue.
El tic tac de las manecillas parece emitir un sonido aterrador, porque si durante la reunión que será a puerta cerrada se equivoca de dedo el canciller, que Dios no agarre confesados.
No será, por supuesto, una junta de amigos. Quienes asistan seguramente podrán tomarse un trago fuera de acciones oficiales, pero en éstas las diferencias están sobre la mesa y el que da las cartas se llama Donald Trump y ni su secretario de Estado ni su yerno favorito están autorizados para llevarle la contra. Aranceles sí mientras aquí nadie habla de aplicar la misma receta a los productos estadounidenses… excepto Banorte, que propuso una respuesta inteligente, algo no se comprendió en la Cancillería.
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