Por Jesús Michel Narváez
Difícilmente se encuentra en la historia política mexicana una reacción en cadena como la ocurrida del viernes pasado al día de ayer.
¡Benditas redes sociales que ventilan todo!
Podrá esgrimirse que se trata de una “campaña sucia” en contra del Ciudadano Presidente y que los “neoliberales, fifís y rapaces”, pero al final de la jornada de poco sirvieron los soldados de la 4t.
¡Fueron borrados del Facebook, el Twitter e Instagram!
Como en contadas ocasiones la Figura Presidencial fue el blanco de las críticas. Usted está enterado de lo acontecido en un aeropuerto y sin entrar en detalles, porque de ser cierto lo que se difundió, el problema no es de usted ni mío. Es del Ciudadano Presidente y su esposa. No sé cuántos tuits y memes se distribuyeron. Pero fueron miles.
La mayoría con sentido burlón y hasta ofensivo.
Hubo quienes pretendieron dar la pelea y responder a quienes utilizaron sus aplicaciones en los celulares para repetir una y otra vez el video del aeropuerto, el grabado en una cafetería o tienda de conveniencia; decenas de fotos de la pareja en cuestión.
Algunos subieron a la red los rostros de Blanca Nieves y de la Bruja de la manzana. Otros hicieron que las bocas del Ciudadano y la legisladora lanzaran besos al público.
Desde la coordinación de comunicación social de la Presidencia de la República hubo apanicamiento. Todo mundo se quedó pasmado. Tardaron en reaccionar pero el daño ya estaba hecho: ¿cómo impedir que en un evento público -porque estar en la sala de un aeropuerto sin seguridad personal como la del desaparecido Estado Mayor Presidencial- que la gente grabe videos de corte que se interpretan como personales?
Cuando el Jefe del Ejecutivo federal realizaba giras dentro y fuera del país, viajaba en el avión presidencial y a su arribo a los aeródromos era trasladado a salas VIP u oficiales.
Lo difundido dio la vuelta al mundo mexicano y seguramente a otras latitudes. Parafraseando al Ciudadano Presidente: pero en el hampa del periodismo (y del poder público) se usa mucho que la calumnia cuando no mancha, tizna.
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