El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se convirtió este lunes en el primer mandatario extranjero en reunirse con el nuevo emperador de Japón, Naruhito, durante una ceremonia en el palacio imperial de Tokio.
Este lunes, las banderas de Japón y Estados Unidos decoraban la parte externa del palacio, donde se ejecutaron también los dos himnos nacionales.
Naruhito ascendió al trono a inicios de mayo luego de la abdicación de su padre, Akihito.
En la noche del domingo, luego de una cena con el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, Trump sugirió que el encuentro con Naruhito era el verdadero plato fuerte de la visita que realiza a Tokio.
«Mañana [por este lunes] es realmente el principal evento. Un evento muy importante en la historia de Japón», dijo el mandatario estadounidense. «Es un gran honor representar a Estados Unidos» en esa reunión.
En su visita, Trump y Abe mostraron una gran proximidad personal, al punto que ambos jugaron al golf y posaron para fotografías como viejos amigos.
Sin embargo, los dos líderes tienen aún pendiente una reunión bilateral para discutir un tema extraordinariamente delicado: la relación comercial entre los dos países.
Japón cerró la era «Heisei» (paz) del emperador Akihito, el período más pacífico que ha tenido el país en su reciente historia, y abrió al día siguiente la era «Reiwa» (bella armonía) con el sucesor Naruhito, el primer relevo en vida en el Trono del Crisantemo en dos siglos.
La última vez que hubo una abdicación imperial en Japón fue el 7 de mayo de 1817, cuando lo hizo Kokaku. Los emperadores de entonces no solían superar los 40 años al frente del Trono del Crisantemo, pues fallecían jóvenes o eran forzados a abdicar.
Akihito, de 85 años, anunció el 8 de agosto de 2016 que por su avanzada edad y su quebrantada salud le resultaba difícil cumplir con sus funciones, pero no anunció oficialmente su deseo de abdicar, porque la ley de entonces no lo permitía.