No Parece Negocio Para los Mexicanos Tirar lo Neoliberal

Lascas Económicas

*Nocivo un Parto de los Montes con Todo lo que Conlleva

*El Costo de Construir Sobre Cenizas Será más Alto

*Preparémonos con un Montón de Cochinitos

Por Jaime Contreras Salcedo

Una de las cosas que más se ha criticado a lo largo de la historia moderna en este nuestro país, es eso de reinventar la nación cada que arriban las nuevas administraciones. Así, los planes y programas presuntamente innovadores son, indudablemente, los que van a salvar al pueblo de México. Lo anterior no importa nada ni a nadie por mucho que algunos pretendan hablar de resultados en favor, sí, de los que menos tienen. Ya lo pasado, pasado, no interesa, reza el verso de la canción consabida.

Uno de los problemas de una suerte de “estrategia pública” como la descrita, es el alto costo que es eso de matar lo anterior que nadie añora, hacer el parto de los montes y, claro, todo lo que conlleva e implica. Muchos historiadores han escrito grandes y elocuentes tratados buscando justificar el saldo de hacer parir a los pobres cerros, pero nada se ha dicho del paisaje después de la batalla o para decirlo en otros términos, no son temas todos y cada uno de los que perecieron o quedaron como damnificados en eso de generar los cimientos del nuevo México, ese que se pergeñó en la campaña del triunfador.

Y todo esto sale a cuento porque, tomando en cuenta la experiencia que la historia nos enseña, ya muchos y en muy poco tiempo se han dado cuenta que en cinco meses y medio eso de tirar todo para empezar a construir sobre las cenizas nos saldrá más que caro a los 125 millones de mexicanos que pernoctamos bajo el techo lunar cotidiano. Que, evidentemente, habrá una multiplicidad de dificultades para empezar a erigir esos cimientos, de los cuales no existe aún la certeza sean los más adecuados para el bienestar, ¡oh! palabra divina, de muchos, muchísimos, que no tienen nada que perder y ni siquiera se han quedado con el factor esperanza, ese tan apelado en este mismo espacio.

Usted se ha puesto a pensar en cuánto nos saldrá realmente la operación (y lo peor, en qué tiempo), de una refinería, supongamos en Dos Bocas, Paraíso, Tabasco. También lo que significará, medido en pesos y centavos, eso de tener un Tren Maya por dónde nos dicen que iluminará bucólico el paisaje mexicano, muy al estilo de un cuadro de José María Velasco o Eugenio Landesio. Ni hablar del Programa del Tren Transístmico, en donde las apuestan parecen ir en sentido contrario a lo que se proclama desde el salón Tesorería de palacio. A ver si no aparece una linda locomotora al final del túnel, pero en opuesto ritmo y velocidad.

En efecto, ahora salen a la luz los miles de millones de malhumorados pesos que se perdieron en la inmensidad de la noche en eso de atracar las finanzas de Petróleos Mexicanos, y que todos pagaremos; pero como que sí conviene empezar a hacer cuentas desde ahora y ver, al final de 2024, cuánto nos legarán de deuda a los paisanos los sambenitos de los créditos refinanciados a tasas más altas, y de muy corto plazo, precisamente de esta empresa petrolera del Estado. Váyase acostumbrando a ese disparo de la deuda externa, aunque se trate de ocultar con aquello de refinanciamiento, que tanto se le criticó en su momento a José Ángel Gurría, a mediados de los noventas, y que incluso se llevó a casa el mote del “Ángel de la Dependencia” en esos años de poca grata memoria.

¿De veras no había nadita que rescatar? ¿Ningún elemento neoliberal era digno de tener al alcance para, en todo caso, modificarlo o enriquecerlo acorde con las necesidades y problemática del hoy? ¿No iba a ser mucho más ruido que las añosas y avejentadas estructuras fueran implotadas a la vista y al portador, como nos decía en otros calendarios nuestro buen amigo, maestro de matemáticas que hoy debe estar en la nube derecha, según se va al cielo?

Como vamos y, por lo pronto, lo recuperamos del señalamiento de un buen amigo y viejo banquero, medio fifí la verdad, que apuntaba con denodado y flamígero acento, su temor a que una vez a bordo de la nave nacional, el sedicente capitán la encamine hacia la nada o a las piedras más cercanas, sin importarle que él o los timoneles tengan nula experiencia en eso de transitar los océanos de ultramar pues, total, son honestos y se les adeuda muchos favores para hacer realidad la 4T. Valiente cosa.

Resulta grave que la nao viaje con un rumbo desconocido para la mayoría de las parejas subidas por azahares del Noé moderno, pero más dañino resulta que no se haga nada para detenerle, acotarle o, al menos, disuadirle en su periplo errático y que ya genera pánico en buena parte de los que transitamos por estas procelosas aguas del nada romántico capitalismo global. ¿O hay otras?

Hay muy pocas voces de los integrantes de la tripulación que han hecho llamados a la calma, al ligero (ni siquiera una vuelta de timón importante) movimiento del rumbo o, de plano, a modificar algunas políticas públicas, cuando de inmediato se les corrige la plana, se les pide de la manera más atenta que guarden la debida calma y el consecuente silencio para no entorpecer el rumbo de la nación. El costo de irse por ese sendero largo y sinuoso es lo que menos importa, insistimos. Para ello habrá una Historia que juzgará a los, ahora, protagonistas nada imberbes, pero sí con severas deficiencias en su operatividad y en las de sus colaboradores de cualquier nivel o jettatura.

No se nos pierda, porque –y aquí regresamos al punto de partida- si bien medio mundo anticipa sin ninguna esfera mágica de por medio, que el futuro no se prescribe muy halagador que digamos, ya deberemos hacer una piara de cochinos ahorradores para los tiempos de vacas flacas, los cuales tardarán menos de lo que le contamos.

Mucho menos Roma (la colonia no, entendámonos) no se hizo en un día, pero sí se quemó en menos de una jornada, de acuerdo con las crónicas romanas que se recogen en muchas epopeyas de esa era. Así que ya le avisamos. Luego no diga que no se lo dijimos. Por lo pronto, estas Lascas Económicas están cebando junto a otras angulares piedras a unos cuantos marranos que hoy son lechones. La idea es ahorrar como enajenados. A ver si, por el hambre, no hay más remedio que meterlos al perol. Ya les avisaremos. Nos vemos en este mismo espacio, pero la semana entrante. Jacs95@hotmail.com.

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