El polémico Temo

Temas Centrales

Por Miguel Tirado Rasso

mitirasso@yahoo.com.mx

Lamentable resulta ver como la violencia continúa imponiéndose a lo largo y ancho del país. La comisión de delitos, en los estados de la República, se da incontenible ante una autoridad paralizada que busca en la Federación la solución a sus graves problemas de inseguridad, dada su declarada incapacidad para enfrentar este mal. Porque desde hace ya un buen rato, el desempeño de los gobiernos locales en el tema de seguridad ha dejado mucho que desear, escudándose en la insuficiencia de recursos económicos, falta de personal capacitado o por incompetencia para actuar, por tratarse de delitos del orden federal. Argumentos válidos, en cierta medida, pero que ocultan, en el fondo, la ineptitud y ausencia de voluntad política para combatir a los grupos criminales.

La actitud negligente de algunos gobernadores los ha llevado a perder el control de sus entidades, que se han convertido en feudos del crimen organizado. En estados como Morelos, con una problemática de violencia histórica, los índices de inseguridad han superado todo cálculo, ante la pasividad de su gobernador, Cuauhtemoc Blanco, quien confiesa su incapacidad para enfrentar el problema y pide la intervención de la Guardia Nacional.

Independientemente de que el tema de la inseguridad ha escalado con los años y los esfuerzos para atacarla no han tenido éxito, habría que añadir, como parte de la ecuación, la improvisación e incompetencia de gobernantes elegidos para ocupar posiciones políticas para las cuales carecen de experiencia y no están preparados, algo que ha contribuido, necesariamente, a que los problemas se agraven ante la falta de talento para encontrar soluciones efectivas.

Un claro ejemplo de lo anterior, aunque no el único, es el caso del estado de Morelos. La popularidad del ex futbolista Cuauhtemoc Blanco y la sagacidad y oportunismo de los dirigentes del Partido Social Demócrata (PSD) que buscaban salvar el registro local de su organización política, se sumaron para postularlo como candidato a la presidencia municipal de Cuernavaca. Para lograr su aceptación en esta aventura política, afirman sus promotores, haberle ofrecido una jugosa prima de siete millones de pesos.

La sorpresa fue que Cuauhtemoc ganó la elección y, así, de la nada, se convirtió en el alcalde de la ciudad de la eterna primavera. Durante una gestión muy accidentada, rica en dimes y diretes, primero con sus ex promotores, sus colaboradores y sus regidores y, luego, por diferendos con el entonces gobernador Graco Ramírez, el ex futbolista, convertido en político, gustó de las mieles del poder, por lo que buscó ascender otro peldaño: la gubernatura del estado. Por supuesto que, entre sus pleitos internos, enfrentamientos con el mandatario local y su futurismo político, Cuauhtemoc no pudo dedicarle mucho tiempo a su desempeño como presidente municipal, algo que le favoreció, porque evitó que los cuernavaquenses se percataran de sus limitaciones gubernativas, así que le refrendaron su apoyo.

Una vez más, esta ex estrella del futbol, sorprendió al triunfar en la elección para gobernador, aunque, para lograrlo, mucho contribuyó el tsunami arrollador del candidato presidencial de Morena. Ahora ya como gobernador, Cuauhtemoc enfrenta una terrible realidad que coloca a su estado en los primeros lugares de violencia, a nivel nacional, con cifras verdaderamente espeluznantes.

De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, los homicidios dolosos, en el estado, crecieron 33 por ciento en el primer trimestre del año, en comparación con el mismo período de 2018. Los secuestros aumentaron, en el mismo período, 375 por ciento; el robo en transporte público, 29 por ciento, y 12 por ciento, el robo de vehículos.

Por su total ignorancia en la administración pública y su desconocimiento en el quehacer político, al gobernador morelense se le ha complicado, aún más, la de por sí compleja tarea de gobernar. Y es que, los atributos de este personaje, de acuerdo al curriculum que el mismo registró ante el Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana para su candidatura a la alcaldía de la capital morelense, tienen que ver con sus méritos futbolísticos, varias veces seleccionado nacional y muchos goles, pero nada más.

Hace poco más de un año, cuando a Cuauhtemoc lo destaparon como candidato al gobierno del estado, el hartazgo ciudadano y su popularidad, resultaron factores de peso para que llegara a la final de la competencia electoral, lo que sucedió. Pero ha quedado claro que, popularidad, no es sinónimo de capacidad y eficiencia para gobernar. Y ahora los morelenses lo están padeciendo y muchos, seguramente, estarán arrepentidos de haberle dado su voto.

Pero la historia no termina aquí. Por ahí corre el rumor, de perversos y acelerados, de que el Temo, ya encarrerado, le está echando el ojo a la silla de Águila.

No vaya a ser…

Mayo 16 de 2019

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