El Papa pide por Venezuela y Nicaragua en el Domingo de Resurrección

El Papa Francisco pidió a los dirigentes políticos de Venezuela que pongan fin a la crisis que azota el país y también urgió a que se propicie una solución pacífica en Nicaragua, en su mensaje de Pascua de este Domingo de Resurrección.

«Que la alegría de la Resurrección llene los corazones de todos los que en el continente americano sufren las consecuencias de situaciones políticas y económicas difíciles. Pienso en particular en el pueblo venezolano: en tantas personas carentes de las condiciones mínimas para llevar una vida digna y segura, debido a una crisis que continúa y se agrava», dijo Francisco.

«Que el Señor conceda a quienes tienen responsabilidades políticas trabajar para poner fin a las injusticias sociales, a los abusos y a la violencia, y para tomar medidas concretas que permitan sanar las divisiones y dar a la población la ayuda que necesita», añadió.

Sobre Nicaragua, Jorge Bergoglio animó a continuar con los esfuerzos «para encontrar lo antes posible una solución pacífica y negociada en beneficio de todos los nicaragüenses».

El pontífice ofreció su mensaje de Pascua desde la logia central de la basílica de San Pedro del Vaticano y lo centró en la importancia de garantizar la paz en el mundo.

Animó a la comunidad internacional a que la propicie, acabando con «la carrera de armamentos y la propagación preocupante de las armas, especialmente en los países más avanzados económicamente», y también se acordó de los indefensos, los pobres, los desempleados y los marginados.

Se refirió a Siria, donde su pueblo es «víctima de un conflicto que continúa y amenaza con hacernos caer en la resignación e incluso en la indiferencia».

«En cambio, es hora de renovar el compromiso a favor de una solución política que responda a las justas aspiraciones de libertad, de paz y de justicia, aborde la crisis humanitaria y favorezca el regreso seguro de las personas desplazadas, así como de los que se han refugiado en países vecinos, especialmente en el Líbano y en Jordania», subrayó.

Sobre Oriente Medio, lamentó que la región sufra «continuas divisiones y tensiones», deseó que israelíes y palestinos busquen juntos «un futuro de paz y estabilidad» y criticó el conflicto en Yemen, donde especialmente los niños sufren las consecuencias del hambre y de la guerra.

Deseó que «las armas dejen de ensangrentar a Libia, donde en las últimas semanas personas indefensas vuelven a morir y muchas familias se ven obligadas a abandonar sus hogares» e instó a las partes implicadas a encontrar una solución dialogada que ponga fin a la inestabilidad política.

Francisco también pidió que la paz y la reconciliación reine en África, en países como Burkina Faso, Mali, Níger, Nigeria, Camerún y Sudán del Sur, y dirigió un pensamiento especial a Sudán, «que está atravesando un momento de incertidumbre política».

Finalmente, pidió que Ucrania, «que siguen sufriendo el conflicto todavía en curso, encuentren consuelo en esta Pascua».

Tras finalizar su mensaje, impartió la tradicional bendición Urbi et Orbi (para la ciudad y para el mundo) y lamentó seguidamente «la violencia cruel» tras los atentados en Sri Lanka.

Antes, el papa presidió la misa de Domingo de Resurrección desde la Plaza de San Pedro.

El rito comenzó con el canto del «Resurrexit» -que conmemora el regreso de Cristo-, y a él asistieron cardenales, obispos y sacerdotes, y también miles de fieles de diversas partes del mundo.

La plaza de San Pedro quedó decorada con miles de flores procedentes de Holanda, tal y como se hace desde 1985, año en el que un florista holandés decidió realizar esta ofrenda floral al Vaticano cada Domingo de Resurrección.

Este año, fueron 55.000 flores y plantas, entre ellas, 25.000 tulipanes, blancos, rojos y amarillos; 7.000 narcisos, amarillos y blancos; y 6.000 jacintos, azules y blancos; y 1.500 flores de Strelitzia reginae.

El papa llegó a la plaza vaticana hacia las 10.00 horas locales (8.00 GMT), y se dirigió en procesión hacia el altar, donde había sido colocado el icono del Santísimo Salvador conocido como «Acheropita» (que significa no pintado por manos humanas), tal y como ocurre desde el año 2000, cuando se recuperó una tradición perdida hacía 800 años.

Se trata de una de las imágenes más veneradas de la cristiandad y que se conserva en la capilla del «Sancta Santorum», ubicada en el edificio anejo a la basílica de San Juan de Letrán, donde se guarda la Escalera Santa por la que según la tradición subió Jesús durante su pasión.

Mañana el papa Francisco volverá a la plaza de San Pedro para rezar el Regina Coeli, que sustituye al Ángelus en el tiempo de Pascua.

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