El Discurso Económico-Político

*“Es una Medida Dolorosa, Pero Necesaria”

*Están Dilatadas: la Pobreza y la Opulencia

*Aún es Prematuro Elaborar Pronósticos

*Cuestionable Decisión: no Alzar Impuestos

Por Ezequiel Gaytán

El discurso político tiende, por lo general, a convocar con el exordio a actos de unidad y optimismo. Por su parte, el discurso económico es usualmente más técnico y se utiliza para explicar la situación en la materia o a fin de justificar que no todo marcha como sería lo deseable. De ahí que se recurre a frases tales como “es una medida dolorosa pero necesaria” porque habrá malestar, pero en el futuro llegará la recuperación. Como si se tratara de una extracción de muelas. Traigo a colusión la metáfora porque los políticos y los economistas, sobre todo a fines del siglo pasado, nos declamaron ese discurso a fin de que soportáramos las imposiciones del Consenso de Washington y del modelo neoliberal. El caso es que las medidas fueron, en efecto dolorosas, pero no hubo mejora. En otras palabras, su visión de la necesidad no descansaba en el bienestar de la sociedad sino de la economía.

La teoría de la necesidad es compleja pues abarca en su entendimiento un análisis que pormenoriza si se trata de algo ilimitado y permanente como es comer, también puede tratarse de algo limitado e inmediato. Hay necesidades concurrentes y excluyentes. Otras son complementarias o sustituibles, algunas las hemos creado e inducido y otras pueden llegar a los excesos. De ahí que, si alguien dice que algo es necesario, significa preguntarse ¿Para qué y para quién?

Que los gobiernos tomen decisiones dolorosas, pero necesarias, significa que algunos sectores poblacionales tendrán que realizar sacrificios, apretarse el cinturón y ver que la calidad de vida que disfrutaron sus padres es mayor a la que ellos tienen, cuando el supuesto es cada generación viva mejor que la anterior.

Las demandas y necesidades sociales son un tema muy serio porque se refiere a carencias, entre otras, de alimentación, salud, educación, trabajo y vivienda en un contexto de seguridad pública, impartición de justicia y Estado de derecho. Lo cual, es cierto, descansa sobre todo en el crecimiento económico. Lo que significa que la economía es importante, pero insuficiente si no se destina al desarrollo social, pues las necesidades son materiales e inmateriales.

El gobierno de la República se pronunció desde el primer día de diciembre del año pasado en contra del neoliberalismo y su discurso tiene fundamentos de carácter social, pues la riqueza que generó ese modelo no fue distributiva y ensanchó extremos de pobreza y de opulencia.

De ahí se explica que una gran parte de la sociedad tenga gran empatía por la actual administración. Aún más, porque quienes nos gobiernan se han cuidado de excluir de su repertorio discursivo el de “las medidas dolorosas pero necesarias”; lo cual es una estrategia inteligente. Sin embargo, el cambio de modelo habrá de impactar en la economía y en la estrategia de atención de las necesidades.

Los indicadores económicos oscilan y aún es prematuro elaborar pronósticos que nos digan si mejoramos o se vislumbran estancamientos en la materia. El pronóstico de las calificadoras internacionales es pesimista, el conflicto arancelario entre la República Popular de China y los Estados Unidos se agudiza e impactará a nuestra nación. Sumemos que la salida del Reino Unido de la Unión Europea repercutirá en las finanzas de las naciones del viejo continente. A lo anterior debemos añadir que no hay intenciones de la Secretaría de Hacienda de subir impuestos, que me parece en lo personal una cuestionable decisión, pues éstos son una pieza fundamental del motor de la economía, y el resultado es poco alentador.

De llegar a una situación económica de estancamiento y se tengan que tomar decisiones difíciles y anti populares, me queda claro que el discurso no podrá ser el mismo que el del pasado y confío sinceramente que el actual gobierno se aleje de las deplorables metáforas de las medicinas amargas y los sacrificios transitorios. La sociedad mexicana lleva más de treinta años de escuchar que la economía mejorará y que se regresará a índices de crecimiento superiores al cuatro por ciento anual. Ojalá se logre y que nuestros hijos tengan mejor calidad de vida que nuestra generación.

El discurso económico-político ha sido de optimismo y de esperanza, los argumentos del gobierno son de que la situación financiera está controlada y que la generación y distribución de la riqueza está por llegar. Las expectativas populares son altas y esperan ver resultados en fiestas navideñas. Confío sinceramente en que los economistas del gobierno tengan un arsenal de discursos preparados en caso de que la economía no levante, sobre todo porque más allá del discurso, lo que se tiene que preparar son medidas efectivas que hagan crecer nuestra economía y satisfaga las demandas y necesidades sociales.

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