Por Jesús Michel Narváez
Confirmar que sus “asesores en materia de relaciones con Estados Unidos” le dijeron que actúe con prudencia frente a las amenazas de Donald Trump, implica una burla absoluta y una falta de respeto para la inteligencia de la mayoría de los mexicanos.
Insistir que en Poza Rica sus “asesores” respaldaron su postura timorata, va más allá de no entender lo que significa ser JEFE DE ESTADO.
Su obligación es defender al PAÍS frente a las agresiones, sean éstas verbales, económicas o contra la soberanía nacional.
Olvidar que en la campaña repitió hasta el cansancio que no se callaría frente a las amenazas del presidente de los Estados Unidos de América, no corresponde a cumplimiento que, dice, haber realizado de sus promesas.
Si unos “asesores” lo avalan a mano alzada, implica que las Leyes y normas no existen para el actual gobierno. ¿Cómo dejar en manos de quienes desconocen los contenidos de trato recíproco entre las naciones?… ¿Cómo hablar de Juárez sin defender a la patria?… ¿Ya olvido el paradigma del oaxaqueño de que “entre los individuos, como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”?
Trump no respeta su progenitora y a ninguno de los individuos que llevan en la sangre “violencia, violaciones, drogas…”.
Callar y someterse representa poner al país de rodillas frente a un energúmeno que, si nadie lo para, gobernará a la nación más poderosa del mundo por otros cuatro años a partir de 2021, cuando el actual gobierno estará a la mitad de su mandato.
Rehuir la responsabilidad de defender a la PATRIA bajo el baladí argumento de que no se enganchará en temas preelectorales allende la frontera norte, muestra que el Presidente está en su zona de confort y no quiere abandonarla por ningún concepto.
Callar es otorgar. El pueblo sabio acuñó la frase.
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