El papa Francisco llegó este sábado a Marruecos para un viaje de dos días centrado en el diálogo con el islam y el problema de la migración, dos prioridades de su pontificado.
El sumo pontífice fue invitado por el rey de Marruecos, Mohamed VI, para esta visita centrada en “el desarrollo del diálogo interreligioso”, según las autoridades marroquíes.
En sus primeras declaraciones, el Vicario de Cristo consideró “indispensable oponer al fanatismo y al fundamentalismo la solidaridad de todos los creyentes”.
Para recibir al pontífice en Rabat, capital de un país 99% musulmán, se pintaron edificios, se pavimentaron calles, se arreglaron jardines y se reforzaron las fuerzas de seguridad.
Marruecos reivindica una política “humanista” centrada en la regularización de los migrantes y rechaza las críticas de los defensores de derechos humanos, que denunciaron en los últimos meses “campañas de detenciones brutales” y “desplazamientos forzados” de migrantes hacia el sur del país.
El papa dedicará la jornada del domingo a la pequeña comunidad católica del país y concluirá su visita con la mayor misa católica jamás celebrada en Marruecos, con la asistencia prevista de 10.000 personas.