Queda Claro: la Desconfianza no Avala la Inversión

Lascas Económicas

*Los Empresarios Fifís no Creen Mucho que Digamos

*¿De Dónde Saldrán los Recursos Para Calmar Mercados?

*¿La Solución Sería una Reforma con Más Impuestos?

Por Jaime Contreras Salcedo

No terminaban de apaciguarse los aplausos del President’s Day, perdón del presunto informe (¿?) de los primeros 100 días de la autoridad federal, encarnada por el macuspeño Andrés Manuel López Obrador, y ahí mismo, en Palacio Nacional, varias voces no en la frecuencia del coro respectivo, se mostraban particularmente preocupadas –por decir lo menos- de lo que realmente está sucediendo en este nuestro gran país.

Carlos Salazar Lomelín.

El ya no tan flamante responsable del sector privado, Carlos Salazar Lomelín, tuiteó que en esto que llamamos país “el problema más serio que tenemos en estos primeros meses, es el de la incertidumbre y desconfianza; desconfianza que no avala la inversión. Debemos buscar cómo incentivar la inversión para fomentar el desarrollo”.

Si bien su discurso un par de semanas atrás, cuando tomara posesión al frente del Consejo Coordinador Empresarial, fue más conciliador, y habló incluso de luchar palmo a palmo y codo a codo con el sedicente gobierno federal contra la pobreza para erradicarla, lo cierto es que sus agremiados, industriales, comerciantes, bancos, financieros, aseguradores y demás tropa patronal de alcurnia, fifís pues, como que no andan muy de acuerdo con las expectativas, insistimos hasta la saciedad, que han hecho que varios de sus socios, particularmente los foráneos, se estén yendo un tanto cuanto espantados de lo que sobrevendrá en esta nación de 32 estados unidos y de los mexicanos, o al menos eso nos han vendido desde chamacos.

No les gustó nada, hay que subrayar, eso de que “algunos” quieren apostarle a la recesión, como lo profiriera el prócer de Palacio. ¿De qué país estaba hablando?, indagan molestos en voz alta. A nadie le conviene que México caiga en una situación como esa y menos en la vorágine de mercados tan volátiles como los que ahora padecemos y que, por lo visto, desestima el inquilino palaciego.

Queremos crecer, añadimos los Contreras que orgullosamente nunca faltan, no nada más cuatro por ciento promedio en el sexenio, sino cifras superiores todos los que aquí nos tocó vivir, pero esto resulta imposible pues como lo señalaban expertos de la UNAM hace unos cuantos días, eso significaría elevar los niveles de inversión en, al menos, 25 por ciento durante los próximos seis años a partir de 2019.Y nomás nones. Eso no ocurrirá ni siquiera en los siguientes dos ejercicios anuales, vaticinan.

Por lo demás, apuntan los expertos de junto, con todo y que se renovaron las promesas de que todaaaaaas las obras prometidas de infraestructura terminarán antes de que culmine 2024, que no habrá gasto excesivo sobre lo proyectado en materia de ingresos (tenemos nuestras dudas, nos han dicho estos muchachos); y que habrá una suerte de luna de miel sexenal con los capitanes de empresa, lo cierto es que ese lenguaje y retórica populistas los tiene más fríos que un hielo de jaibol, como decía nuestro bien amado Chava Flores.

Notamos que el que cobra menos que el Presidente en su calidad de secretario de Hacienda, está haciendo lo mejor que puede, que no es mucho, para tratar de convencer a esos inversionistas etéreos y físicos, locales y no tanto, que los trenes rigurosamente terminados –el Maya, el Transístmico, el de Guadalajara y el de Toluca-México-, así como la refinería tabasqueña y una que otra carretera que se atraviese en el camino, serán más que suficientes para el portentoso progreso que nos aguarda, impetuoso, como nación. No se ría, por favor.

A estos amigos les tiene perfectamente sin cuidado que se amuelen, sí, quienes se tengan que amolar para llegar a la pobreza franciscana de los ahorros y los planes de austeridad. Ellos quieren resultados y certidumbre y, de acuerdo de nueva cuenta con los investigadores universitarios, no queda otra sino hacer una reforma fiscal, sí, que haga que crezcan las arcas realmente, porque no le va a alcanzar a AMLO un dinero de saliva, como hasta ahora se está proyectando.

Más que dudas, hay que plantearse seriamente si el plan, por decirles algo, de “fortalecer” a Pemex se la van a creer inversores y calificadoras; que los petroprecios mantengan su tendencia adversa o llena de oscilaciones en seis años; y que la variable inseguridad pública se siga acentuando, pese a los discursos en contrario. Fuera de eso, no hay por qué tener temor alguno. ¿O sí?

Hay mucha tela de donde cortar, pero reflexionemos por lo pronto si, incluso, el gabinetazo respectivo, no le echa a perder el gusto de estar muy arriba ahora en las preferencias ciudadanas. Más cornadas da el hambre. Ánimo, ya sólo faltan 2 mil 45 días.

Por lo pronto, estas Lascas Económicas trabajan sin cesar con otras piedras centrales en la construcción de alternativas reales a la maraña indudable que se viene sin temor. Y les esperan con toda calma, aquí, pero la semana entrante. Jacs95@hotmail.com.

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