Los Enterrados Vivos de las Islas Marías

Los Dados de Dios

*Adiós a las Anuales “Cuerdas” de Presos

*José Revueltas, la Madre Conchita y Otros

*Pancho Valentino y las Peinetas de la Félix

*Los Gatos Mutantes y Ratas Habitan la Isla

Por Nidia Marín

Don Porfirio lo estableció, Lázaro Cárdenas lo humanizó y López Obrador lo cerrará. Es el penal de las Islas Marías.

¡Y con música de corrido, por favor!:

“El día 15 de agosto no me quiero ni acordar /, nos sacaron a toditos en ese tren a embarcar…”

“Como a las 12 del día nos comienzan a gritar/ Adiós penitenciaría ya nos vamos a embarcar…”

“Adiós penitenciaría y toditas las crujías/ nos llevan Manzanillo / rumbo a las Islas Marías…”

Sí adiós también a las anuales “cuerdas” de presos que, como narra la composición de Oscar Chávez, causaban pena en miles de familias.

Hoy, cuando está por cumplir 114 años de haber sido establecida por decreto de Porfirio Díaz como colonia Penal, la Isla María Madre perteneciente al grupo de las Islas Marías dejará de ser prisión.

Entre sus rejas han permanecido los peores criminales y varios presos políticos, ya que eran tres los rubros de reos. Los dos primeros y el tercero, de reincidentes contra la propiedad.

Y sí fue el “Tata” Cárdenas, quien también por decreto autorizó que los reos pudieran vivir ahí con sus familias.

En aquel presidio estuvieron algunos famosos, como José Revueltas (de ahí su obra “Los Muros de Agua”), Concepción Acevedo de la Llata “la madre Conchita”, presunta cómplice para el asesinato de Álvaro Obregón, hecho que, desde luego fue relatado con música: “El Corrido de Toral”:

“Jueves ocho de noviembre / ¡qué fecha tan memorable! /Toral perderá la vida, / por un fallo inapelable.

“También la Madre Conchita, / con veinte años de prisión, / pagó su complicidad /en la muerte de Obregón”.

En aquellas crujías, otro de sus habitantes fue él ex torero y luchador José Valentín Vázquez Manrique alias “Pancho Valentino”, quien asesinó con saña al sacerdote José Moll.

Cuentan por ahí que el tipo, ya encerrado en el penal de la isla, se enamoró de María Félix, desde lejos…

Así, la última vez que se vio a la diva en todo su esplendor, fue en Lecumbrerri, cuando esa prisión ya cerrada estaba por convertirse en el Archivo General de la Nación, durante el gobierno de Manuel Camacho Solís.

Ella tenía atrapada su melena con unas bellas peinetas de carey.

– ¡Qué lindas peinetas!, le dijo esta reportera.

-Me las talló y regló un preso de las Islas Marías que estaba enamorado de mí- confesó.

– ¿Y cómo se llama ese preso?

-Confórmese con lo que le dije, es suficiente.

-No, no es suficiente, pero usted está en su derecho.

Movió la melena, sonrió y siguió recorriendo con Camacho Solís lo que habían sido celdas y apandos de la antigua prisión.

Aquel preso, fuera Valentino o quien haya sido, formó parte de las famosas “cuerdas” instituidas de siempre y que no habían terminado.

Iniciaron en la época colonial, siguieron durante la Revolución y posteriormente cuando México entró a la Segunda Guerra Mundial. Primero los enviaban a Valle Nacional y después a las Marías.

Las hileras de presos salían en la madrugada de la Ciudad de México y en el camino se unían otros delincuentes peligrosos de diversos estados…. También en el siglo XXI

De las “cuerdas” más nutridas hubo una en el 2010. Se trató de un grupo de 1,208 reos del fuero federal que estaban recluidos en penales de 10 estados. La más reciente y quizás la última (que ya fue más bien “cordel” o “maroma”), ocurrió en agosto de 2018. Fueron 126 reos de diversas cárceles del Estado de México llevados con todo y sus familias.

En el mundo, en general, quedaron abolidos los penales en las islas. Por ejemplo, cerraron Alcatraz, (con internos como Al Capone y Robert Franklin Straoud “El Hombre Pájaro”) en Estados Unidos; la Isla del Diablo, en la Guyana (que albergó al gran espía Alfred Dreyfus); la Isla Santa María, en Chile; Santa Elena (donde estuvo Napoleón); Coiba, en Panamá; Robben Island, en Sudáfrica (donde internaron a Nelson Mandela); Isla de los Estados, en Argentina (utilizada para destierro).

En el caso de las Islas Marías, dicen los expertos que figuran en la historia desde la época de la colonia, durante la cual fueron descubiertas por Diego García Colio y Juan de Villagómez a finales de 1526 o principios de 1527 donde se dice que en esta fecha Francisco Cortés de San Buenaventura, sobrino de Hernán Cortes, quien había sido enviado por su tío como gobernador de Colima, había enviado una expedición de conquista rumbo al norte. Al regresar por la zona montañosa junto a la costa, en una mañana descubrieron en el mar los picos de unas islas, que pasarían a manos de inversores privados hasta que las compró Porfirio Díaz para que fuera prisión.

Y, evidentemente, con el tiempo le dieron en la torre a la flora y la fauna, fueron desequilibrando los ecosistemas y hubo extinción de especies.

Aseguran que en las islas María Cleofas y María Magdalena se ven manadas de chivos y los rastros se encuentran incluso en las playas. En la segunda mencionaron la existencia, además, de venados.

Consideran también que la isla María Cleofas “es un punto clave donde se han llegado a establecer campamentos temporales de pescadores furtivos, es probable que también se hayan introducido ratas y/o ratones al arribo de estos en la isla”.

Y la María Madre es la isla con mayor perturbación por especies exóticas, debido a que muchas de estas son utilizadas para el uso y consumo de la propia Colonia Penal, como son las vacas, caballos, burros y chivos, que se encuentran absolutamente en todos los ecosistemas de manera salvaje, sólo una parte de este ganado es criado en potreros, algunas veces durante épocas de secas cuando ya no se les puede proporcionar pastura, se ven en la necesidad de soltar el ganado para que este sobreviva.

Pero, además, hay ratas (los de dos patas de las crujías ya se van) así como otros mamíferos que han sido introducidos como conejos y gatos ferales. Y lo peor, en estos últimos “ya se han observado problemas de consanguinidad al encontrarse individuos con deformaciones”, mutantes pues.

Pero eso acabará junto con el penal, aunque con el tiempo. Y aquello que cantaba José Alfredo Jiménez ya no rifará…

“Estoy enterrado vivo, / estoy pagando un delito, / llorando muy despacito / pa’ ver si el llanto me dura más”.

“Rodeado de mar me encuentro / pensando en el otro tiempo / allá cuando el sentimiento / era enemigo de hacerme mal”.

Rip.

 

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