Varese, Federico,
Mafia Life.
Ed. Malpaso.
Barcelona.
España, 2018.
Por David Marklimo
Quizá sea desde que Marlon Brando inmortalizó al capo Vito Corleone que todo aquello que lleva la palabra mafia nos produce curiosidad. Tiene sentido, Brando nos presenta un personaje que es un gran líder, bárbaro, un hombre que sitúa la amistad, la lealtad, y la familia en lo más alto de la lista de virtudes, que tiene un código de honor y decoro, que valora su palabra manteniéndose en una antigua moralidad.
Aunque es un criminal rudo y violento, también es un padre tierno y un esposo afectuoso. Su ternura, según leemos hasta en la Wikipedia, es la paradoja que convierte a su personaje en un ser excepcional, capaz de mandar matar y llorar en la boda de su hija. La pregunta, un tanto tonta, un tanto obligada, es si todos los mafiosos tienen algo de Corleone.
Para responder a esa pregunta, hay que leer al famoso criminólogo italiano Federico Varese (y profesor de la Universidad de Oxford) y su libro Mafia Life. Por estas páginas, transitamos por las entrañas de las grandes organizaciones criminales, nos infiltramos en las ceremonias de iniciación, visitamos los clubs donde se entretienen los capos más sanguinarios, asistimos a discretas reuniones en hoteles de lujo. Ahí estamos, testigos privilegiados, ocultas por una grandísima investigación.
Varese escribe sobre mafias en su amplio sentido al uso: organizaciones criminales que penetran en las sociedades en que se desarrollan de una manera tan profunda que cuesta llegar hasta sus raíces sin sorprenderse de sus curiosas y contradictorias relaciones con el poder político. Bajo esta categoría entran la Yakuza japonesa, las triadas chinas, la Cosa Nostra siciliana, la Ndrangheta calabresa, la Mafia norteamericana y los nuevos reyes del barrio, las poderosas mafias rusas. Varese establece comparaciones en sus jerarquías, sus ritos de iniciación, sus códigos internos, sus normas, su día a día, y a todo aquel ajeno a ese mundo le resulta fascinante, pues la referencia más inmediata es, como ya hemos dicho, el Corleone de Brando. Vemos pues a sus aprendices, a aquellos deslumbrados por esa interpretación, como sucedía con el Chapo Guzman y Kate del Castillo, protagonista de La Reina del Sur. El libro responde a una serie de preguntas básicas sobre el mundo criminal: ¿cómo es pertenecer a la mafia? ¿Cómo te unes? ¿Qué le hace a sus seres queridos? ¿Cómo se llega a la cima? ¿Y qué pasa si rompes las reglas?
Del libro desprenden dos importantes observaciones. Por una parte, la vertiente política planteada: las mafias no están cómodas cuando las opciones de izquierda detentan el poder. Ese discurso igualitario, a favor de la emancipación, los derechos y la legalización de las drogas –que aunque les podría beneficiar–, les es ajeno e incomprensible. De hecho, como observamos en El Padrino, son profundamente conservadoras y tradicionales. Es un detalle, como mínimo, revelador, pero que se comprende al leer las “reglas” y “códigos de honor” más comunes en este submundo: obedecer a tus “padres”, no pelear con los “hermanos”, no desear a la mujer de otro miembro, respetar a la familia, cuidar a la niñez … En segundo lugar, no hay que olvidar que se trata de un negocio. Habrá que ver la obtención, ocultación y blanqueo del dinero, como elemento esencial de las estructuras mafiosas. ¿Cuál es la relación que tienen con el mundo financiero? Hay que reconocer que hasta para eso la economía es global.
Las conclusiones no son precisamente esperanzadoras, porque aquí se muestra cómo las estructuras de poder usan al crimen para obtener más poder –ese discurso típico del miedo-. Matices habrá los que haya, en ciertas condiciones internas o reglamentos que parecen revestirles de un glamour y de una sensación de honorabilidad propia de que la que, obviamente, carecen, pues Vito Corleone es un personaje literario llevado magistralmente al cine.
En cualquier caso, se trata de un libro interesante, que nos es útil para entender el mundo en que vivimos.