
Sandro Veronesi y Edoardo De Angelis. Comandante. Editorial Anagrama, Barcelona, España, 2024. 192 páginas.
DAVID MARKLIMO
Digamos que el título puede confundir a más de uno: El Comandante no habla sobre Cristiano Ronaldo, sino sobre Salvatore Todaro, un marino italiano que llevaba el pecho cubierto con una coraza de acero debido a viejas heridas de combate.
Así, la novela recrea un hecho real, un episodio sucedido durante la II Guerra Mundial, cuando, en octubre de 1940 el submarino italiano Cappellini -la embarcación de la cual Todaro era el mandamás- hundió en aguas del Atlántico al carguero belga Kabalo, con la excusa de que transportaba material militar británico.
La peculiaridad de este suceso, que en una guerra es similar a muchos otros, se debe a que, tras el exitoso ataque, Salvatore Todaro, contraviniendo las órdenes del almirante Dönitz -jefe de la marina alemana-, acudió en ayuda de los supervivientes, no ya una, sino en tres ocasiones, llegando a acogerles dentro del abarrotado submarino, con el objeto de trasladarles a las islas Azores, a pesar de que de esta forma su nave se convertía en un objetivo fácil para los aviones de la RAF.
Todaro decidió contravenir a sus superiores y primar, por encima del reglamento militar, la ley del mar: que sostiene que hay que rescatar a los náufragos. Su gesto lo convierte en un héroe que conecta el pasado con nuestro presente de pateras rescatadas en alta mar por barcos que, con demasiada frecuencia, las autoridades no quieren dejar desembarcar en sus puertos.
Esta pequeña anécdota es lo que llevo al escritor Sandro Veronesi a aceptar la petición del cineasta Edoardo De Angelis de trabajar con él en el guion de su próxima película, sobre la figura de Todaro. La narración resultante puede leerse, en el contexto de la crisis migratoria que azota las aguas del Mediterráneo ―y la consecuente oleada de xenofobia que Veronesi denuncia en la introducción―, como una reivindicación de los valores humanos que deben imponerse ante la barbarie. Pero eso ya es ponerle modernidad a la Segunda Guerra Mundial. O, quizá, politizar la Historia. A saber.
Pero es que es justamente la intención de los autores del libro: poner esta anécdota en perspectiva. A raíz de la crisis migratoria que hay entre África y Europa, con cientos de personas que trataban de llegar a las costas italianas ahogadas en el mar, el gobierno italiano decidió prohibir el rescate por parte de las autoridades, en contra de los criterios mínimamente humanitarios.
Las diferencias entre la Segunda Guerra Mundial y la crisis migratoria son evidentes. Y la propia novela remarca que se trata de una historia bélica y, además protagonizada por el bando del Eje, que justamente fue quién perdió. Pero ahí está la paradoja: ¿puede la bondad ser como un destello en medio de la noche más oscura?
El Comandante es una historia muy humana, ya que muestra un comportamiento cuando menos compasivo hacia los vencidos, pese a que la propia causa de la tragedia sea el propio actuar. En ese caso: los náufragos tienen tal condición porque Todaro decidió hundir su buque. Pero la historia de la novela está bastante explicada: Veronesi creó con amigos suyos un movimiento que llamo Cuerpos, para oponerse a la política al respecto del gobierno italiano. Entre quienes acudieron a esta organización, estaba el director de cine napolitano Edoardo De Angelis.
En seguida vemos que la razón que da el comandante Todaro para su decisión de rescatar y dar buen trato a los supervivientes del barco hundido es simple: porque somos italianos, ocasionando una reflexión intensa, sobre si el gobiernos de Mussolini y el actual fuesen de Marte. Así, ante la frase los autores detectan síntomas de piedad que se han perdido. ¿Por qué ha pasado esto? ¿Qué camino a tomado Italia? La novela está escrita desde múltiples puntos de vista, lo que hace que en determinados momentos si aflore la empatía. La guerra provoca situaciones también así, tal y como recuerda un náufrago belga, Reclerq. ¿Por qué no ha sucedido así con la paz? ¿Qué teme Europa?
Una reflexión, pues, poderosa, sobre la piedad, la capacidad de hacer el bien y el destino de las naciones.