¿Para Quién Gobierna Claudia Sheinbaum?

 

  • Gobernar Para Todos Significa Respetar la Constitución, Aplicar 
  • las Leyes y Respetar Libertades y Diferencias

 

  • Con Autosuficiencia Materna Dice: a Morena no le fue mal en las
  • Elecciones a Alcaldías en Durango y Veracruz

 

  • Cayó la Máscara; era Cuestión de Tiempo y los Comisiones Dieron
  • Pie y Aprovechó la Oportunidad para ser Ella

 

  • El Gobierno Solapa los Delitos Electorales y Desde ahí Queda 
  • Claro que la Presidenta no Gobierna Para Todos  

 

POR EZEQUIEL GAYTÁN 

 

En una democracia si acaso surge la pregunta ¿Para quién gobierna el presidente? la respuesta es para todos. Pero sabemos que los presidentes del todo el mundo democrático tienen favoritismos e incluso intereses. Más aún, necesitan apoyarse en su partido y específicamente en sus legisladores a fin de que las iniciativas de ley sean aprobadas. Pero, en lo general, gobiernan para todos los habitantes de su país sin importar si una comunidad votó por el color de otro partido. El mandato es categórico: se gobierna para todos.   

Gobernar para todos es un principio de la democracia y ver por el bien de la nación es fundamental a fin de que unidos se superen las diferencias de lo acontecido en la contienda electoral y se vea hacia adelante si lo que se desea es el desarrollo nacional. También es cierto que en ocasiones no se puede gobernar para todos, ya que las sociedades se componen de estamentos socioeconómicos y las demandas y necesidades varían e incluso llegan a contraponerse. Consecuentemente es ahí donde tiene lugar la política pues la conciliación de los intereses de clase es imperativa. La idea democrática es incluir y no excluir. Es cierto, en ocasiones se emiten leyes que perjudican a un determinado sector. En ese caso, en un Estado democrático existe el Amparo que otorga la posibilidad a las excepciones a la ley. Consecuentemente, el ideal es tolerar y convivir entre todos. En otras palabras, gobernar para todos significa respetar la Constitución, aplicar las leyes que de ella emanen y respetar las libertades y las diferencias.  

Pero la realidad mexicana es diferente.  Pocos días antes del uno de junio Claudia Sheinbaum asumió una serie de actitudes abiertamente en favor de su partido en la elección de jueces, magistrados y ministros abierta y francamente proclives a Morena. Es cierto que invitó a la ciudadanía a votar, pero aprovechó la presencia de la Coordinadora de la Educación a fin de acusarla de querer boicotear el proceso. Más aún, ella se autocalificó de izquierda comprometida a favor del sufragio y etiquetó de derechistas a quienes invitaban mediante las redes sociales a abstenerse. Al lunes siguiente ya se asumió franca y abiertamente en contra de los partidos Acción Nacional y el Revolucionario Institucional y después se sintió “la maestra Charito” y nos trató de explicar con voz de autosuficiencia materna que a Morena no le fue mal en las elecciones a alcaldías en Durango y Veracruz. Aquí es importante hacer notar cuanto antes que justificaba el trabajo realizado por el secretario de Organización del partido oficial, Andrés López Beltrán, así como menospreció los acordeones y el acarreo.

Sinceramente no me sorprendió que la presidenta se quitara la máscara. Simplemente era cuestión de tiempo. Ella, su antecesor y muchos de los gobernadores del oficialismo gobiernan para sus partidarios. Lo hacen bajo la mascarada de que gobiernan para los pobres, pero tengo mis dudas, ya que un buen gobierno invita a la sociedad en su conjunto sin etiquetas ni estigmas a sumarse al pacto social contenido en la Constitución. Es decir, mediante el acuerdo de conducirse institucionalmente.    

Pero no es así, ella sabe que su partido ya es una aplanadora en el poder Legislativo federal y que puede cambiar la Constitución a su antojo y capricho. También sabe que el poder judicial ya no velará por el cuidado de evitar leyes anticonstitucionales, pues ya tiene a los ministros comiendo de su mano. Ahora nos gobierna con su visión unidimensional, tendenciosa y encubierta por una clase política impreparada que hará lo que la nomenclatura le diga. 

Los escrúpulos y los principios de Morena de no robar, no mentir y no traicionar ya son lo de menos. Sabe que pronto algunos de sus diputados y gobernadores solicitarán que ese lema esté plasmado en letras de oro en la pared de la Cámara de Diputados y esa será su mascarada detrás de la cual podrá esconder las artimañas de su partido. 

No, no es ocioso preguntarse para quien gobierna Claudia Sheinbaum. Ella y una camarilla política gobiernan para ellos y en favor de un proyecto propio envuelto en una cuadrilla que nos impondrán el régimen de gobierno enmascarado de democracia. Es cierto que casi todos aún recibimos bienes y servicios desde la Administración pública, pero no me refiero a la obligación constitucional de un gobierno. También es verdad que aún gozamos de libertades. Pero no veo un gobierno para todos en la medida en que margina a la sociedad civil y no escucha a la disidencia. El gobierno solapa los delitos electorales y desde ahí queda claro que Claudia Sheinbaum no gobierna para todos. 

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