Cultivando con Ahínco Otro  Watergate en Estados Unidos 

Los Dados de Dios

NIDIA MARIN

El abuso de poder está en su apogeo en el mundo, con ejemplos específicos de tan deplorable ejercicio por parte de mandatarios de diversas naciones, entre las cuales se ubica preponderantemente Estados Unidos y su actual presidente: Donald Trump.

¿Por qué se denomina abuso de poder en algunos mandatarios de países del orbe y cómo se manifiesta?

Las ordenes de los jefes de Estado los condenan, cuando utilizan indebidamente las facultades constitucionales, hay corrupción, espionaje y manipulación de procesos políticos.

Es el caso de Donald Trump con quien queda claro el abuso tras los hechos ocurridos en Los Ángeles y el envío no solo de guardias nacionales, sino de marines para sofocar a manifestantes mexicanos y latinoamericanos.

Las consecuencias en este caso y en muchos otros son: violación de los derechos humanos, erosión de la confianza en las instituciones y la desestabilización política.

El ejemplo más preclaro del abuso de poder está en marcha. Donald Trump a estado utilizando indebidamente los denominados “poderes de emergencia” para imponer aranceles y tomar otras medidas económicas sin respaldo legal adecuado, además de ordenar la represión en una entidad de la Unión Americana (Los Ángeles) sin tomar en cuenta a su gobernador (en este caso el de California, el demócrata Gavin Newsom).

Hasta ahora, Trump no ha sido señalado por otras faltas, como ocurrió con Richard Nixon que fue acusado de espionaje y violación de la privacidad tras ordenar a sus agentes que interceptaran las llamadas telefónicas de sus oponentes políticos.

Sólo hay que recordar, de acuerdo a historias sobre derechos humanos: 

En junio de 1972, cinco hombres fueron detenidos a las 2:30 horas de la madrugada cuando intentaban colocar micrófonos en las oficinas del Comité Nacional Demócrata en Washington. Los detenidos eran agentes secretos al servicio del presidente Richard Nixon y tenían como misión intervenir los teléfonos para espiar a sus contrincantes durante el periodo de reelección presidencial. Así se descubría el escándalo político más grande de Estados Unidos: la trama de espionaje dirigida por la administración de Richard Nixon que en menos de cuatro meses llevaría a la dimisión del presidente. El proceso mejor conocido como Watergate.

EL SEMBRADÍO DE

ABUSOS EN EE.UU

¿Se avecinará otro Watergate en el vecino del norte?

Se desconoce, pero se acumulan pecados. Hasta la fecha, a Trump no lo han acusado específicamente de manipular procesos electorales (aunque sí hubo señalamientos en ese renglón durante su campaña a la primera posición estadounidense). Además, no ha tenido la oportunidad aún de favorecer a sus candidatos en elecciones de su país.

Las voces que sí se han escuchado, desde ahora dicen que desde la Casa Blanca se utiliza el poder para silenciar a la oposición y a la prensa crítica. Como ejemplos están los casos de varios medios de comunicación que dejaron de ser invitados a las ruedas de prensa presidenciales. En síntesis, se limita la libertad de expresión, pero también la de asociación.

Actualmente, queda claro, el abuso de poder del mandatario estadounidense está violentado los derechos humanos en materia de libertad de expresión y libertad de asociación.

Debido a todas estos abusos aplicados en el país vecino del norte, la desestabilización política está a punto de hacer crisis, ya que la generación de tensiones políticas es constante, de la misma manera que la desestabilización de ese país y, como consecuencia, la pérdida de estabilidad democrática.

Hay una pregunta que flota en el aire de los actuales tiempos estadounidenses: ¿responderán con justicia a los reclamos de garantía de separación de poderes, promoción de la transparencia y la rendición de cuentas; y fortalecimiento de la participación ciudadana?

No hay que olvidar que en Estados Unidos (como también en México, donde recientemente le dieron una puñalada a la impartición de justicia) la sociedad civil juega importante papel a la hora de la supervisión presidencial y sobre todo del abuso de poder… cuando hay denuncias.

Pero no solamente el vecino padece el problema de abuso de poder, también otras naciones del Continente Americano sufren.

 Human Rights Watch (HRW) ha identificado numerosos países en América Latina donde ha habido o sigue habiendo abusos de ese tipo, con una mayor preocupación por la represión de manifestaciones y la falta de protección a los defensores de derechos humanos. 

Entre los países sobresalientes en tal contexto están: Cuba, Venezuela, Nicaragua, El Salvador, Colombia, Ecuador, Chile, Haití, Bolivia y Perú. 

También México ha sido señalado con preocupación por la desaparición forzada de personas, especialmente en contextos de violencia relacionada con el crimen organizado. 

Además, en anteriores sexenios fueron calificados algunos mandatos mexicanos de abuso de poder: la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) y específicamente la represión durante el movimiento estudiantil de 1968 y la controversia en torno al uso de la fuerza para mantener el orden.

Otro fue el de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), por el manejo del proceso electoral de 1988 y la gestión de la deuda pública. 

Y el más reciente, Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), quien aprovechó la pandemia y la confusión existente para eliminar mecanismos de transparencia y limitar las libertades, como fue la libertad de expresión, cercenada y manipulada desde las denominadas “Mañaneras”.

Cada vez es más factible el castigo a los presidentes por el abuso de poder…

Sí, lamentablemente los hay mañosos, ladrones y abusivos.

¡Te hablan López! 

¡Te hablan Trump!

 

 

 

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