
SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS
Como en los mejores momentos del enfrentamiento entre el gobierno de López Obrador y la oposición, los medios de información en radio, televisión, prensa afín y electrónicos, se unieron como afiles de un tablero de ajedrez, para vociferar que respecto a la elección del Poder Judicial solamente había votado el trece por ciento del total del padrón nominal de electores y que ello era una derrota moral para el régimen morenista. Ello es una verdad a medias o sesgada si se lee desde otros puntos de vista.
Primero, resalta, pero no sorprende, la uniformidad de la crítica en contra de los resultados de la elección, pero hubiera podido ser contra el Tren Maya, la estrategia contra el Covid o el asunto de la refinería Tres Bocas en Tabasco. Dicha uniformidad de vociferantes es absolutamente sospechosa financieramente hablando y por personajes e intereses tan oscuros que le dan vida. Segundo, el trece por ciento contra el 87% de no votantes se refiere a la totalidad de los electores registrados en el padrón federal; sin embargo, hay que subrayar que dichos números se modifican sustancialmente si se toma en cuenta el histórico nivel de abstencionismo entre los mexicanos. Durante las elecciones con más participación se llega a números alrededor del 60% cuando se trata de las presidenciales o aquellas donde se renueva el ejecutivo estatal; pero cuando son elecciones intermedias y de asuntos que el pueblo considera poco atractivas la participación ronda entre el 30 y 40 por ciento. Bajo esta última consideración, el susodicho 13 por ciento de la elección judicial resulta ser bastante más grande y por ello importante. La articulista Viridiana Ríos, en Milenio, ofrece siempre estadísticas muy puntuales al respecto. Tercero, sea o se lea de otra manera el susodicho 13 por ciento no es una derrota para el morenismo, pero tampoco para cantar fanfarrias. Los únicos derrotados fueron los partidos políticos, intereses y ciudadanía que decidió libremente no votar. El 13% es otra derrota más de la oposición en sus siete años de rechazar a la 4T. Estimado lector: ¿qué ha ganado la oposición durante estos años? Alguna que otra gubernatura, diputaciones, senadurías, pero en conjunto lo han perdido casi todo y repetidamente. Por señalar lo último, la nueva Suprema Corte de Justicia es ya una realidad, como todo el plan “C” de AMLO o el accionar de muchos programas sociales. Todas las derrotas acumuladas de la oposición partidista y de la Marea Rosa, supuestamente ciudadana, tienen su origen en la falta de todo un programa de reformas y cambios a ser llevados a cabo en el Estado Mexicano. Hoy la oposición en México es reactiva, muy poco propositiva y berrinchuda. ¿Qué hubiera sido mejor? Dejar que la planilla oficial gane con un solo voto, o convencer al electorado y quizá obtener un 10, 11% frente al ganón trece por ciento del oficialismo. Pero para que ello hubiera sucedido se necesita inteligencia, estrategia y pragmatismo, cosas que la oposición no tiene o están tan escondidas, que solo los iniciados la conocen.
“¿Qué sigue?” me pregunto en el título de estas líneas. Bueno, hay muchísimos problemas a nivel nacional y local. No se debe perder de vista todas las acciones presentes y futuras que estará llevando a cabo Donald Trump contra México y contra otros países, situación que en algunos casos afectará los intereses mexicanos. Otro problema mexicano que implica muchas aristas es la convivencia social. En el trabajo y al interior de la familia, el diario acontecer se ve afectado por un sistema de transporte colectivo público y también a nivel del autotransporte privado que lidia diariamente con precariedades como el Metro de la Ciudad de México, el mal estado de las vías de comunicación, el drenaje en éstas y los totalmente ilegales bloqueos que llevan a cabo los elementos de la CNTE, que no maestros, amén de cualquier colectivo que decide cerrar una vía primaria de tránsito. En el entramado de leyes federales y estatales ESTÁ PROHIBIDO BLOQUEAR VÍAS PRIMARIAS, PERO DESDE HACE DÉCADAS HASTA EL DÍA DE HOY A LAS AUTORIDADES LES DA MIEDO EJERCER LA LEY. NO PERMITIR LOS PLANTONES ES MÁS FÁCIL QUE QUITARLOS.
Finalmente, pero sin la posibilidad de agotar los asuntos que afectan la convivencia social, está el asunto de la salud pública, la calidad y cantidad de alimentos que se consumen diariamente y las formas de esparcimiento que algunos mexicanos pueden disfrutar. Ver la televisión abierta y ya en cable, los anuncios que venden medicinas parecen ser un rosario que se repite durante la mayoría del día en los medios de comunicación. En estos mismos se promociona productos alimenticios engordadores que nos producen enfermedades; los industriales del ramo alimenticio cuidan sus intereses económicos. Los gobiernos federales y estatales no tienen la capacidad humana y de convencimiento entre la ciudadanía, para que la gente cambie su dieta. Ello puede aplicarse a las formas de entretenimiento: muchas de ellas son dañinas para la salud de la sociedad, pero siguen verificándose espectáculos nocivos para el pueblo.