La Realidad no es lo que era

 

Javier Argüello. El día que inventamos la realidad, Debate, Barcelona, 2025. 190 páginas

 

La realidad es un invento surgido de las formas que una conciencia proyecta sobre el mundo, es la organización que esa conciencia hace de las formas del mundo para otorgarles algún sentido.

 

DAVID MARKLIMO

¿Qué es la realidad? ¿Existe? ¿Se construye? ¿Influye la percepción? ¿El conocimiento? ¿Las emociones? Son preguntas del todo válidas para hacer ciencia, resolver problemas y conflictos o para poder habitar este mundo. Y es justamente el tema central del libro El día que inventamos la realidad del chileno Javier Argüello.

Vayamos por partes, al principio. Todo comienza con la noción de realidad, que Argüello fija en las Historias de Heródoto allá por el siglo IV antes de nuestra era, en Grecia. Lo que estableció Heródoto fue la diferenciación entre los hechos ficcionales y los hechos realmente ocurridos. De este modo ya no son los designios de los dioses los que avalan la realidad, sino los hechos de los hombres, sus venturas y desventuras, de suerte que los relatos aspiran a explicar qué les sucede a los hombres. 

De esto, surge algo importante: la realidad está compuesta de dos términos:  intelecto y conciencia. Y van a recorrer todo el texto. Tales términos podrían forman una categoría de opuestos, una especie de yin y yan que, complementándose, compondrían el núcleo de lo humano. De ahí, con una destreza brillante, el autor nos acompaña en el camino que la noción de realidad fue tomando en Occidente. La religión se hace cargo de la idea de realidad, que para ella es la idea de Dios y la opone a la verdad de los hombres. De este modo queda establecida la oposición entre lo sagrado y la ciencia.  Platón, Aristóteles y Pitágoras, nos llevan al concepto de razón, de inteligencia racional, de objetividad y de orden del universo. Desde Pitágoras, las matemáticas se convierten en el «lenguaje oficial de la ciencia» y se piensa que pueden explicar el orden del universo.

El siglo XVIII fija lo científico como el paradigma del conocimiento. La materia, lo empírico, los datos se hacen cargo de explicar cómo es el mundo. Sólo aquello que se puede demostrar explica la forma de lo real. La física se hace cargo del modelo de la ciencia. La realidad es sólo lo demostrable. Será a principios del siglo XX esta noción comienza a mostrar fisuras por la irrupción de las vanguardias y la aparición de la física cuántica, que establece el principio de complementariedad (Bohr) y la influencia del observador en las experiencias físicas (Heisenberg), la noción de realidad en Occidente se empeña en olvidarse de lo humano.

Es entonces cuando viene algo importante: la diferencia entre razonar y pensar. Razonar es una tarea que una máquina puede llevar a cabo, tal cual nos muestra la Inteligencia Artificial. Pensar es algo que sólo puede poner en práctica un ser consciente de sí mismo. Entonces esa capacidad de pensar es lo que nos hace realmente humanos.

Argüello opone razón a conciencia, opone ciencia a conciencia, lo humano a la máquina y a la IA. ¿Cómo podríamos dotar a una máquina de conciencia si no tenemos la menor idea de lo que es la conciencia ni de cómo opera? Esta es una pregunta clave pues desarma el espejismo occidental de crear máquinas que sustituyan a los humanos. Pero el fenómeno es al revés: los humanos llevamos siglos haciéndonos máquinas.

Es evidente que Argüello es un gran narrador, capaz de desenroscar conceptos y, al mismo tiempo, contar una historia. El gran aporte de estas reflexiones es que nos indican el abismo en que se encuentra la noción de Humanidad. ¿Hay esperanza?  Entre tanta niebla, a veces no parece; aunque el mundo nunca deja de girar y de desplazarse por el espacio.

Un libro que vale muchísimo la pena.

Acerca de misionpo 46009 Articles
Noticias nacionales e internacionales. Investigación y reflexión política.