
Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Utilizar comparaciones y parámetros fuera de lugar, nunca satisfacen.
Salvo, claro, que en ellas esté escondido el objetivo futuro.
Decir que «ahora comparemos 128 senadores o las dos terceras partes de 128 senadores frente a 13 millones de personas. Entonces, por supuesto que es un éxito. La gente salió a votar libremente y decidió por quién votar».
¿Qué tiene que ver el Pacto Federal con elegir a juzgadores?
Es suponer que la gimnasia y la magnesia son lo mismo.
Salvo, insistiremos, que haya otro fondo.
Porque en la mal llamada cuarta transformación todo es posible.
¿Acaso disolver el Congreso?… ¿terminar con el Pacto Federal?
A lo mejor.
Festinar el fracaso en la elección de juzgadores, llama la atención. Hay que ser masoquista para disfrutar la derrota.
Haciendo comparaciones los 881 candidatos que jugaron el domingo, son demasiados para formar un mini poder.
Para conformar el Congreso y la Presidencia de la República solamente hay 629 candidatos. Incluidos los de representación que le dieron la sobrerrepresentación a la alianza oficialista y por eso, además de sumar la traición de Judas Yunes, se concretó la reforma constitucional que destruyó el Poder Judicial.
Odiosa comparación: el neoliberalismo que gobernó durante 30 años, cerró sus sexenios con crecimiento económico de cuando menos 2.5 anualmente. En la transformación, en la primera etapa de 5 años y 10 meses, solamente se creció 1 por ciento. Y en lo que va del nuevo sexenio, está peor: 0.1% para todo el año. Lo dice el Banco de México, no el tecleador.
Sigamos derramando odio: en los sexenios del “enemigo acérrimo”, Felipe Calderón se registraron 120 mil 563; con Peña Nieto se alcanzó la cifra de 156 mil 66 y en el de la transformación, el de los abrazos, no balazos, llegó a 231 mil 328.
Comparativamente con el sexenio de Peña Nieto, aunque funcionaba mal y faltaban fármacos en el sector salud, la cobertura llegó a 92 por ciento, en tanto que en la del tabasqueño se redujo más del 50%. La desaparición del Seguro Popular para suplirlo por el INSABI resultó un fiasco que costo al erario, a los contribuyentes, 62 mil millones de pesos.
Al cierre de 2028, la deuda soberana del país era de 10 billones de pesos. Al término del gobierno pasado, alcanzó 17 billones.
Y eso que se nos repitió hasta el cansancio que se hacía obras, se entregan recursos para los programas sociales y se cubrían todas las necesidades “son endeudarnos”. Porque en el combate a la corrupción se “han ahorrado más de 500 mil millones de pesos”.
Orondamente se decía y se dice: “no somos como los de antes”
Al regreso del inicio de esta entrega, se deberá insistir en la expresión despectiva hacia los senadores, de todos los partidos, que elegían a los ministros y magistrados y ahora fueron ¡13 millones!
Faltó añadir el slogan de los Marine Corps:
¡Hurra!
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