
Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Desconocer la historia, modificarla para fines personales y desacreditar sin pruebas, no conduce a buen puerto.
Aunque a la presidenta mexicana no le agrade, se tiene que reconocer que Ernesto Zedillo pasó a la historia como un demócrata que, militante de un partido político que vivió la gloria y el infierno durante 71 años, respetó la decisión de los ciudadanos y reconoció el triunfo del candidato del PAN, instituto que nació en 1939 para ser el contrapeso del entonces poderoso Partido de la Revolución Mexicana -el segundo nombre- y que desoyó las críticas de la dirigencia y militancia tricolor.
Actuó con apego a la Constitución y de las leyes que de ella emanan. En su gobierno cometió el error que ahora tiene a México sumido en la tragedia. Haber ordenado que se registrara a Andrés Manuel López como candidato a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal sin cumplir el requisito de residencia de cuando menos 5 años antes de la elección.
La respuesta, si se puede tomar así, de Claudia Sheinbaum al artículo escrito por el expresidente y publicado en letras Libres, exhibe con claridad cómo la democracia mexicana ha sido sepultada. De nueva cuenta cuestiona la elección para jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y ratifica su exposición del 15 de septiembre: México está gobernado con autoritarismo. En aquella fecha exhibió que Andrés Manuel se mantenía despachando en un oscuro rincón de Palacio Nacional y, por lo que se sabe, no mintió.
Sheinbaum se dedicó a recordar el pasado de Zedillo. De haber creado el Fobaproa con el cual miles de mexicanos perdieron sus ahorros. Falso. Justamente por esas fechas había ocurrido el gran fraude en Argentina conocido como “EL corralito” y ahí sí el dinero se esfumó y no hubo manera de recuperarlo. La deuda del gobierno de Andrés Manuel es cinco veces mayor a la del Fobaproa. Pero eso no lo dice la presidenta. Calla y otorga.
Le asiste la razón al apuntar que Zedillo privatizó los ferrocarriles. Sin embargo, otorgó las concesiones, pero no entregó las vías. Para ella, es autoritarismo el comportamiento del expresidente y le colgó la “desaparición de la Corte”, algo nuevamente falso.
La carencia de reflexión y de argumentos que se sostengan, muestra un hígado hinchado y derramando bilis.
Si se toman sus palabras en el contexto que las expresó, hay que señalarle que la llamada cuatroté hace exactamente lo mismo, pero de manera descarada. Los priístas y hasta los dos panistas hicieron, sin duda, tropelías sin exhibirlas.
Morena, por el contrario, juega póker abierto y enseña no solo las cartas sino el interior de sus artimañas. Mantiene a gobernadores señalados de corrupción, connivencia con criminales; se poder del Poder Legislativo y hará lo mismo con el judicial, cuya elección es cuestionable de la A a la Z; la manipulación para que fuera candidatos personajes de “dudosa reputación” se generaron en el Senado de la República, no en el Poder Judicial.
¿Usted entregaría el gobierno a un opositor?
La pregunta es válida, cuando dice que “ahora Zedillo es el paladín de la democracia” y no entiende que su acción de reconocer el voto popular, no desviar recursos del erario público para apoyar a su no partido y a sus no candidatos; entregar un país con un crecimiento en el último año del 7 por ciento, sí, lo convierte en un demócrata del que está sumamente lejos Andrés Manuel y usted, presidenta Sheinbaum.
¿Dónde quedaron la cabeza fría y las tarjetas (des)informativas de sus asesores?
Claro, usted tiene otros datos.
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