Pierde la Iglesia Católica  a su Líder Modernizador

 

 

  • El Último Mensaje Urbi et Orbi, Deja Huella a la Humanidad

Bromista, admitía la existencia del ego de los argentinos y quedará en los anales de la historia de la Iglesia Católica, como el primer Papa latinoamericano en conducirla por 12 años y 39 días.

Horas antes de su fallecimiento, quizá 11, le dio al mundo su último Urbi et orbi y a bordo del papamóvil recorrió parte la Plaza de San Pedro. Se le veía agotado y, sin embargo, hizo renacer la esperanza de su recuperación al no utilizar las cánulas de oxígeno.

Muere un personaje que se acercó a la gente, que entendió la necesidad de modernizar la Iglesia y rompió con la segregación de grupos vulnerables. A los jóvenes instó en avanzar por el camino que marco Jesucristo, del que nunca se apartó y entregó, en cambio, su vida para la salvación de todos.

La mañana del domingo 21 de abril, el cardenal Kevin Joseph Farrel, anunció el fallecimiento del Papa. Su breve mensaje, con voz entrecortada y dirigido al mundo, dice:

“Con profundo dolor tengo que anunciar que el papa Francisco ha muerto a las 7:35 horas de hoy, el obispo de Roma ha vuelto a la casa del padre, su vida entera ha estado dedicada servicio del Señor y de su Iglesia y nos ha enseñado el valor del evangelio con fidelidad, valor y amor universal y en manera particular a favor de los más pobres y marginados”, anunció Farrel.

“Con inmensa gratitud por su ejemplo como discípulo del Señor Jesús recomendamos el alma del papa Francisco al infinito amor misericordioso de Dios Uno e trino”.

Jorge Mario Bergoglio fue elegido sumo pontífice el 13 de marzo de 2013, tras la histórica renuncia de Benedicto XVI. Con su designación, se convirtió en el primer papa latinoamericano y el primero perteneciente a la Compañía de Jesús en asumir el liderazgo de la Iglesia católica.

Tenía 76 años, cuando 115 cardenales y después de tres rondas de votación, el cardenal argentino fue nombrado jefe del Estado del Vaticano y líder espiritual de más de mil millones de fieles. Y se convirtió en el papa 266 de la historia de la Iglesia Católica. Su elección también marcó un hecho sin precedentes: fue el primer papa no europeo desde el siglo XIII.

Su pontificado, que se extendió durante 12 años y 39 días, finalizó con su fallecimiento este lunes 21 de abril. Durante este tiempo, se distinguió por promover una Iglesia más cercana a los pobres, abierta al diálogo y comprometida con la justicia social.

EL ÚLTIMO MENSAJE:

DESARME Y PAZ

El mensaje difundido este domingo y leído por el maestro de ceremonias del evento más importante para la clerecía católica, Diego Ravelli, fue de profunda reflexión sobre el desaforado crecimiento del armamentismo, del surgimiento de guerras que no terminan y el crecimiento de la pobreza.

Francisco se distinguió por buscar la paz quebrada por la invasión rusa a Ucrania, intentar ser escuchado para detener la otra guerra: Israel contra Palestina y realizó propuestas para alcanzar el objetivo. Sin embargo, sus deseos no fueron escuchados. No hasta su muerte.

Rescatable su planteamiento: “Cuánta voluntad de muerte vemos cada día en los numerosos conflictos que afectan a diferentes partes del mundo. Cuánta violencia percibimos a menudo también en las familias, contra las mujeres o los niños. Cuánto desprecio se tiene a veces hacia los más débiles, los marginados y los migrantes”.

Su postura humanista, moderna, con apertura para todas las corrientes eclesiásticas, para los ejércitos de diáconos, sacerdotes, obispos y cardenales; rígido para quienes abandonaron el respeto por los niños, adolescentes, jóvenes víctimas de agresiones sexuales; claridoso en cuanto a la conducción y la meta a la que debe llegar la religión y participante en los eventos de trascendencia global. Defensor de los derechos humanos, del medio ambiente; protector de los débiles y enfermos.

Francisco, de sonrisa franca y fácil, de mirada piadosa, se negó a utilizar las zapatillas rojas y mostraba sus zapatos con los tacones desgastados. 

Dos párrafos de su mensaje al mundo, llevan domicilio de entrega:

“La paz tampoco no es posible sin un verdadero desarme. La exigencia que cada pueblo tiene de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera general al rearme.

“Quisiera que volviéramos a esperar en que la paz es posible”.

Ante cerca de 50 mil personas que acudieron a la Plaza de San Pedro, el mensaje papal estableció: “que Cristo resucitado infunda el don pascual de la paz a la martirizada Ucrania y anime a todos los actores implicados a proseguir los esfuerzos dirigidos a alcanzar una paz justa y duradera y que se llegue pronto a la firma y a la actuación de un Acuerdo de paz definitivo entre Armenia y Azerbaiyán” y que se eviten tensiones en los Balcanes occidentales.

Su preocupación por las guerras en el mundo, abarcó el continente africano:

“Que llegue la paz y consuelo a los pueblos africanos víctimas de agresiones y conflictos, sobre todo en la República Democrática del Congo, en Sudán y Sudán del Sur, y sostenga a cuantos sufren a causa de las tensiones en el Sahel, en el Cuerno de África y en la Región de los Grandes Lagos”.

Un mensaje pacificador que, probablemente tome fuerza por su muerte. Su voz no volverá a escucharse en el Vaticano. Tampoco en los foros globales a los que asistía. 

 

  

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