Sheinbaum y la Cultura Nacional

 

SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS

La semana pasada, en las noticias y editoriales diarios que se publican en Misión Política, se reprodujo un artículo firmado por Nidia Marín cuyo título era “La primera presidenta en México…y sin estirpe española”. Al ver semejante encabezado me pareció el encabezado tenía cierto tufillo antisemita y al leerlo me pareció que la argumentación estaba equivocada en cuanto a lo “hispánico” en los apellidos de diversos presidentes mexicanos y en un sentido más general, lo que significa el mestizaje cultural que define al México de 1920 en adelante. Por lo anterior me he permitido no solamente disentir acerca de lo afirmado por la colega, sino exponer mi punto de vista sobre las dos materias que titulan el presente texto.

Claudia Sheinbaum Pardo es hija de un matrimonio cuyos orígenes familiares provienen de judíos lituanos por el lado paterno y judíos sefardíes de Bulgaria; en ambos casos de abuelos que migraron a México a principios del siglo XX. La judeidad se trasmite por línea materna y en este caso Claudia sería descendiente de judíos expulsados de España en los años de 1400/1500, algunos de los cuales llegaron a la otrora Nueva España y muchos de ellos fueron a vivir a las provincias del noreste, particularmente Nuevo León. Muchos mexicanos y empresarios regios, si les rascan un poquito a sus árboles genealógicos se encontrarán con uno o varios judíos en sus ramas, y en el caso de los familiares de la señora presidenta se nacionalizaron mexicanos. Ella por nacimiento y educación es mexicana con un toque judío, con otro toque de conciencia de los movimientos revolucionarios latinoamericanos y con un último toque de formación científica que moldea un tipo de pensamiento aparte.

La editora Marín afirma y pone ejemplos de los apellidos de presidentes como Madero de origen Castellano, Carranza de origen vasco, etcétera. En mi caso, los apellidos Villegas Revueltas, ambos son de origen cántabro o montañés, pero no me siento español, aunque conozco el pueblo pasiego de donde salieron los Villegas.

La autora comete el error de unir el apellido que uno lleva seguido al nombre como signo de hispanidad. Hablamos castellano porque ello es producto del tiempo colonial, pero llevar el apellido Cid no lo hace a uno descendiente del Campeador. Personajes decimonónicos como Ignacio Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano o el general Tomás Mejía, considerados en su tiempo cuasi indígenas, llevaban apellidos de origen germánico el primero, riojano el segundo, y en cuanto a Mejía es de origen judeo-sefardí asentado en el norte de España; dado lo anterior el militar conservador de la Sierra Gorda queretana, otomí declarado, católico a ultranza, sería además pariente lejano de la presidenta Sheinbaum…jejeje. Repito, considerar el apellido, o los apellidos en México como un signo de estar cerca o lejos de la hispanidad es un error histórico y sobre todo cultural, dada la naturaleza colonial y racial de la antigua Nueva España hoy México. Muchos de los españoles que hoy viven en nuestra república llevan apellidos que nunca se oyen por estas tierras del Anáhuac, en cambio y por ejemplo, en los estados de la península Yucatán muchos hombres y mujeres llevan hoy apellidos propios de la lengua maya, que posiblemente no fueron utilizados en el siglo XIX por el racismo imperante. En un plano de ficción y como posibilidad, ¿qué tal si el “Nigromante” Ignacio Ramírez, adentro de la comunidad de sus padres y abuelos su apellido fuera Tecocuatzi?

El mundo ha cambiado y ello parece ignorarlo la colega Marín. ¡¡Qué más estadounidense que Ronald Reagan!! y ellos tuvieron un presidente Barack Obama cuyo nombre y apellido no provenía de las tierras de Shakespeare. Hoy Kamala Harris es un ejemplo de “la ensalada” en los Estados Unidos, y qué decir del otrora primer Ministro del Reino Unido de la Gran Bretaña, Rishi Sunak y su esposa Akshata Murthy, ingleses por nacimiento pero cuyas raíces culturales, costumbres y fe religiosa dista mucho de Joseph Chamberlain o Margaret Thatcher. A pesar de ello, unos y otros se considerarían absolutamente de los EEUU e Inglaterra, porque el nombre y el apellido no son categorías de análisis para valorar lo mucho o poco que vale para ser jefe de gobierno de un determinado país.                 

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