El Sexenio de López Obrador: una Lectura

SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS

Legalidad y Legitimidad

En la realidad latinoamericana y en un sentido más amplio tercermundista y de cultura autoritaria, no es cosa menor que López Obrador haya buscado la presidencia de la república en tres jornadas de votación presidencial (2006, 2012 y 2018) y haya ganado la última por una amplia mayoría resultado del voto popular. El sufragio que le dio el triunfo a AMLO fue un castigo, no tanto a los candidatos presidenciales del PRI y el PAN de aquél entonces, sino una repulsa a lo que significaban tres gobiernos (Fox, Calderón y Peña) que no llevaron a cabo los cambios necesarios para implantar un régimen en México cuya única razón de ser era el mejoramiento de las condiciones de vida de los mexicanos. Las elecciones intermedias de 2021, como sucede con cualquier gobierno en funciones, a menos que no quiera verse la luz del sol, redujeron el apoyo popular y con ello el régimen de MORENA no pudo llevar adelante cambios constitucionales que requerían una mayoría en el Congreso que no tenía. Sin embargo, las elecciones del 2024 -más allá del triunfo de Sheinbaum- significaron a nivel estatal, municipal y en el Poder Legislativo un refrendo a la legalidad que ostenta el Presidente y sus acciones de gobierno, a la popularidad presidencial que solo no la ven quienes piensan que todos los mexicanos votan como “mis amigos del club campestre” y la legitimidad de los actos gubernamentales que, independientemente de los fundamentos constitucionales, AMLO construyó a partir de una serie de políticas públicas con sus respectivos beneficios populares-empresariales en estos seis años de gestión. La legalidad del gobierno de López Obrador se tradujo en que hoy (primero de octubre) se da un cambio de gobierno como lo marca la Constitución; no existe en el país un régimen dictatorial que, por definición, hubiera mandado a las galeras a todo tipo de individuo, instituciones corporativas o medios de comunicación que hubiesen osado criticar las acciones de gobierno, en este caso, de AMLO y su partido político.  

Relaciones Exteriores

Es un hecho que cada gobierno a nivel internacional y los que se han sucedido en México dan un toque distintivo a sus relaciones exteriores porque, además de las posturas diplomáticas/consulares soberanas que pueden ser de larga data, en el caso de los representantes diplomáticos en cada embajada, su titular es la persona que se desempeña como representante del jefe del estado, en este caso el presidente López Obrador. Ha sido una realidad que la política exterior del gobierno que acaba de terminar quiso parecerse a la solidaridad tercermundista que desarrollaron los regímenes de López Mateos, Echeverría y López Portillo. Obviamente con sus diferencias porque en el caso de China, éste es un actor que ha pasado de ser un país lejano, pobre, pero con bombas atómicas, a convertirse para México en un muy importante socio comercial que va equilibrando la dependencia mexicana respecto al comercio y la tecnología importada de los Estados Unidos, Canadá y diversos países europeos. Con esta política exterior de la 4T, de llevar adelante una relación más equilibrada con las potencias ha provocado muy importantes roces con los “¿socios?” del TMEC, con diversas compañías e instituciones derivadas de la Unión Europea y un enfriamiento particular con España. Lo último no significa un rompimiento con los inversionistas porque como sabemos que los intereses hispanos “siguen sacando la plata de América” y si no, pregúntenselo a los que contabilizan las multimillonarias ganancias de BBVA, Santander, Iberdrola y demás lindezas en nuestra república. Desde Hidalgo e Iturbide, pasando por Juárez y Cárdenas y más recientemente con JLP y Calderón, la historia mexicana ha llevado una muy difícil relación con los monarcas españoles decimonónicos, las dictaduras militares y en menor medida con los gobiernos del tiempo democrático. Algunos amigos españoles, que no son precisamente de izquierda ni republicanos, me han dicho que el rey Juan Carlos hubiera respondido de una forma puntual la carta de López y lo hubiera invitado a disfrutar de un espectáculo flamenco con guapas cantaoras, pero subrayan que su hijo Felipe es un pesado. Si una entidad le pide explicaciones a su contraparte y ésta permanece muda, como si no existiera relación bilateral, ¿para qué te invito a mi fiesta de cumpleaños?

Finalmente, respecto a la región latinoamericana. Debe ser subrayado que los países, sus gobiernos, sus intereses y fobias de sus respectivos Ejecutivos son un genuino mosaico que puede provocar discusiones bizantinas. Más allá de los apoyos personales que AMLO otorgó a los exmandatarios de Bolivia, Perú, Ecuador y de las antipatías con Milei, Boluarte, Novoa y Bukele, el último sí ha sido invitado a la ceremonia de traspaso de poderes, como la nutrida delegación estadounidense donde se hizo lo mismo y, en menor jerarquía, pero no ausencia, también hay presencia oficial del Canadá.

¿Por qué unos y otros vinieron al traspaso de poderes mexicanos? Porque estamos en el mismo vecindario y tenemos problemas que deben ser resueltos de manera conjunta. De los muy cuestionables ejecutivos como Maduro y Daniel Ortega, no se nos debe olvidar que los políticos y los países tragan sapos ¿qué sentirán los negociadores de Qatar, los palestinos, la comunidad libanesa y funcionarios israelíes? En fin…

Economía 

Tres asuntos definen el perfil económico durante el sexenio de López Obrador. Una llamada “austeridad republicana” que quitó dinero a muchas dependencias gubernamentales para ser reorientadas a las obras emblemáticas del gobierno: tren maya, corredor interoceánico, AIFA, aeropuerto de Tulum, la terminación de diversas carreteras como la de Oaxaca-costa, Tepoztlán/Cuautla, diversos libramientos, obras de la CFE, la construcción de la refinería en dos Bocas, la compra de Deer Park, etcétera. Segundo y absolutamente definitivo. No sabremos la manera como se hubiera desarrollado en la economía el gobierno de AMLO si no hubiera sucedido la debacle económica que significó el COVID y su circunstancia entre los años de 2020 y 2022. Los datos económicos internacionales son muy semejantes a los mexicanos, respecto a lo cuantioso que en gastos significó el hacerle frente a los diversos aspectos no sanitarios, pero íntimamente derivados del fenómeno de la pandemia. A pesar de ello, en mi experiencia vital y lo reducido de vivir y pasearme por cierta geografía de la Ciudad de México puedo afirmar que 4/5 partes de los negocios prepandemia siguieron existiendo después de la crisis COVID; con lo anterior no quiero ser como la visión de “los amigos del club campestre”, porque estoy consciente que mucha gente sufrió en lo familiar y económico las pérdidas personales y quiebras derivadas de la pandemia. Se ha repetido mucho la frase de López Gatell en el sentido de que serían pocos los muertos; estimado lector yo lo invito a que busque las declaraciones que por esos mismos días hacía el responsable de Salud en los EEUU, el doctor Antony Fauci, y verá que son en el mismo sentido respecto al número de posibles fallecimientos. La realidad posterior fue mucho peor, pero para marzo/mayo de 2020 estaban lidiando con un bicho desconocido. 

Tercero y de resultados definitivos. Es imposible negar que el gobierno abrió el grifo de los dineros existentes para otorgar todos los apoyos personales y sectoriales con el fin de ganar la elección de 2024. Le funcionó. Porque MORENA ganó de calle la elección y ha venido haciendo realidad sus muy importantes derivados programáticos que van desde la Guardia Nacional y su incorporación a SEDENA hasta la posible desaparición de organismos paraestatales como el INAI.  

Cultura e Inseguridad

Quizá es en el tema cultural donde la influencia positiva del gobierno de López Obrador se ha notado más, al grado de que la oposición partidista y de dientes para afuera, tuvo que aceptar la importancia del huipil para intentar acercarse a un número importante de la población. No lo consiguió porque el soberano sabía de la falsedad de quienes de un día para otro tomaron la estafeta de la cultura popular mexicana. Durante el sexenio se verificó una genuina revuelta en las temáticas de las exposiciones promovidas por el INBAL, fue un cambio notable el apoyo a investigaciones que versaron sobre la ya mencionada cultura popular; ésta fue promovida por CONACULTA y demás organismos federales y muchos estatales de la misma tendencia política y visión de un tipo específico de cultura mexicana. Los presupuestos se dirigieron hacia un lado de la interpretación artística y, obviamente, descobijaron a muchos otros artistas, intelectuales, publicaciones, instituciones universitarias que criticaron la falta de apoyos: Viridiana Ríos ha escrito que fue a la variopinta burocracia a la que durante el sexenio las reformas de AMLO le pegaron directamente. Por ello se comprende el enojo de los trabajos del Poder Judicial. Una consulta de todo lo que organiza el estado mexicano en el tema cultural da una idea de que se trabaja diario, mucho, pero eso sí, en otra vertiente interpretativa de lo que gustaba en el tema cultural los gobiernos del pasado cercano. 

Por último, pero de primigenia importancia: el gobierno de López Obrador falló en brindarle a la ciudadanía mexicana la tan ansiada seguridad pública que viene reclamándose, y cada vez más, desde los años de Salinas de Gortari. Ni éste, ni los gobiernos panistas, ni los gobiernos morenos han resuelto medianamente el tema de la violencia que se ceba entre los miembros del crimen organizado, entre las víctimas colaterales durante las balaceras, en los usuarios del sistema de transporte público en el país. La política, si se le puede llamar así, “abrazos y no balazos” demostró en los hechos su inoperancia porque la criminalidad ya está maleada y no puede corregirse. Sin embargo, teóricamente coincido, que brindar a los jóvenes salidas efectivas en educación y bienestar económico pueden ser factores de disuasión  antes de que los coopte el crimen organizado.          

              

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