-Honor, Valor y Lealtad-
Por Edmundo Cázarez C
El próximo miércoles 11 de octubre de este convulsivo 2024, se estarán cumpliendo los primeros 201 años de la creación del Heroico Colegio Militar…“Páginas del libro de la historia del Heroico Colegio Militar, epopeyas que ya jamás se borran…” Reza la primera estrofa de la Marcha de esta sublime e histórica institución de educación militar, dependiente de la Dirección General de Educación Militar y de la Rectoría de la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea Mexicana, cuya misión principal es formar Subtenientes de Armas y Servicios de Policía Militar e Intendencia, con sólidos valores y conocimientos teóricos y prácticos para desempeñarse, con liderazgo, en el ejercicio del mando de las unidades a nivel sección en corporaciones del Ejército Mexicano, todo ello, con el objetivo de satisfacer las necesidades de la Secretaría de la Defensa Nacional en el cumplimiento de sus actividades.
Por azahares de la vida, de una u otra manera, no solamente como reportero, sino en el aspecto personal, me he visto relacionado y hasta involucrado con la vida castrense de nuestro querido México.
¿Por qué le digo esto?, mi estimado lector de MISIÓN POLÍTICA?
Vayamos por partes…
Siendo un niño… ¡Uff!!, le estoy hablando de un titipuchal de años… 1971 para ser exacto, bueno, le comentaba que en compañía de mi padre y hermanos nos gustaba ver, a través de la televisión -en aquel entonces, transmisiones en blanco y negro-, el desfile cívico militar con motivo de las Fiestas Patrias, desde el Zócalo de la Ciudad de México, depositando especial atención y tratando de descubrir en cuál pelotón le habría tocado desfilar a un hermano, Cadete de la Cuarta Compañía de Infantería del Heroico Colegio Militar.
Eso, de cierta manera, despertaba mi deseo de poder ingresar a tan prestigiado e histórico plantel educativo. Así es que, habiéndome trasladado de mi natal Pátzcuaro, Michoacán, al entonces Distrito Federal (Hoy Ciudad de México), con el propósito de llevar a cabo mi sueño de convertirme en reportero, esta bendita actividad que jamás habré de cambiar por nada. En uno de esos “baches” o pruebas que te pone la vida para templarte y poder seguir adelante, siendo un “puberto” de 16 años de edad, enfrentando una severa crisis económica y hasta existencial, sentir que, prácticamente, el mundo se me venía encima, se me ocurrió acudir al antiguo edificio que albergaba al Heroico Colegio Militar de Popotla, para ingresar como Cadete de este emblemático e histórico plantel educativo.
Como respuesta a mi respetuosa pretensión, y en una clara falta de respeto a mi persona, debido a mi corta estatura física, recibí la notificación que el Heroico Colegio Militar tenía como mascotas unos aguiluchos y no veían como podría cristalizar mi sueño de ser Cadete. Total, no me di por vencido. Años más tarde y desde mi condición de civil, estuve colaborando directamente con los generales Absalón Castellanos Domínguez y Enrique Cervantes Aguirre cuando se desempeñaron, respectivamente, como directores del Heroico Colegio Militar, en la organización y realización de eventos artísticos culturales para los Cadetes, lo cual, le platicaré un poco más adelante.
A partir de ese entonces, todo lo que estaba relacionado con el Heroico Colegio Militar me llamaba la atención. Recuerdo que un 28 de diciembre de 1972, se estrenó en los cines la película “Cuna de valientes”, dirigida por Gilberto Martínez Solares, filmada en las emblemáticas instalaciones del Colegio Militar, que en aquel entonces estaban ubicadas en Popotla, cinta en donde destacaban las actuaciones del inolvidable Enrique Rombal, Valentín Trujillo, René Muñoz y Marco Antonio Campos “Viruta”, por cierto, todos ellos ya desaparecidos de este mundo terrenal, pero que viven en el recuerdo y en el cariño del pueblo que los admiraba y los sigue admirando por su imborrable huella histriónica.
Posteriormente, en 1974, el prestigiado director y productor de documentales Demetrio Bilbatua, realizó el documental “Crisol de la Lealtad”, sobre las nuevas y majestuosas instalaciones del Heroico Colegio Militar, trasladadas a los terrenos de San Pedro Mártir, Tlalpan, rindiendo un justo y merecido reconocimiento al prestigiado arquitecto mexicano Agustín Hernández Navarro, quien, junto al también arquitecto Manuel González Rull, fueron los encargados de construir estas impresionantes instalaciones edificadas durante la administración del entonces presidente de la República Luis Echeverría Álvarez.
Tal y como le había comentado, mi estimado lector de MISIÓN POLÍTICA, al inicio de este relato, en 1978, por circunstancias de la vida, tuve el honor y la fabulosa oportunidad de radicar, durante una muy corta temporada, en la Unidad Habitacional del Heroico Colegio Militar de Tlalpan, en donde mi hermano tenía el grado de teniente y se desempeñaba como Oficial Instructor de Cadetes… ¡Recórcholis!!, era una espléndida oportunidad para poder llevar a cabo mi deseo de estar, de alguna forma, dentro del Colegio Militar.
Así es que, ni tardo ni perezoso, solicité audiencia con el general de división Absalón Castellanos Domínguez, entonces director general del Heroico Colegio Militar para exponerle, de viva voz, mi deseo de colaborar con ellos en la realización de eventos artísticos culturales para los Cadetes, durante los jueves, días de visita de amigos y familiares.
Le propuse que podía llevar a destacadas personalidades del ámbito artístico para que actuaran gratuitamente para los cadetes y como una aportación de ellos hacia este histórico plantel. Totalmente sorprendido, el general Absalón me hizo ver que, eso, costaba una fortuna, es decir, se tenía que pagar músicos y los honorarios de los artistas. Le dije que no, todo consistía, en el pedir las cosas estaba el dar. De esta manera, en 1979, pude convencer a Estela Núñez para que cantara para los Cadetes en el majestuoso Casino, a lo que accedió sin poner ninguna objeción.
Como el general Absalón Castellanos no quitaba “el dedo del renglón”, en sus aspiraciones de convertirse en gobernador de su natal Chiapas, se le ocurre organizar en el Casino del Colegio Militar, el 19 de mayo de 1981, un mega banquete para la boda de Paulina, la hija menor del entonces presidente de la República y jefe Supremo de las Fuerzas Armadas José López Portillo, quien se unió a Pascual Ortiz Rubio en mayo de 1981. Un evento que extralimitó en un derroche de recursos económicos y de poder presidencial, bueno, hasta Luis Miguel, que apenas contaba con 11 años de edad, quien estaba estrenando su primer LP “Un Sol”, fue el encargado de cantar en la boda. ¡Qué tal!!, Obvio, como premio a su “lambisconería”, el general Absalón recibió la bendición presidencial y lo premia enviándolo como gobernador de Chiapas.
Poco tiempo después que el general Enrique Cervantes Aguirre asumiera la dirección general de su “Alma Mater”, el Heroico Colegio Militar, me presenté de nuevo en su oficina, le hago la misma propuesta que le había presentado a su antecesor, me dice que sí le interesaba Haciéndome hincapié que el Colegio Militar no iba a realizar ningún desembolso económico para pagar las actuaciones de tales personalidades artísticas que llevaría y que actuaran para los Cadetes.
Sin contar con ningún presupuesto económico, a iniciativa propia y totalmente animado en lograr este tipo de retos, lo único que le solicité al general Cervantes Aguirre fue que me acompañaran un Oficial y 4 Cadetes de la Primera Compañía de Infantería, que según decían, eran los “altos, forros y bien mamados”, para ir a la casa de José José y llevarle unos vasos de cristal con el logotipo del Colegio Militar, extendiéndole una cordial invitación para que visitara las instalaciones del Colegio, en donde lo nombrarían “Huésped de Honor”, y por acuerdo del general Cervantes, los Cadetes desfilarían frente a él.
Al llegar al domicilio de José José, ubicado en Océano número 90, en Jardines del Pedregal, “El Príncipe de la Canción”, se quedó totalmente impresionado al ver la presencia de los cuatro Cadetes del Colegio Militar, portando el uniforme de gala y acompañados por un oficial. Invitación que aceptó con gusto, quedando como fecha de su visita el jueves 23 de julio de 1980… Además… ¡Era mi cumpleaños!!, vaya manera de festejarlo. En punto de las tres de la tarde, un vehículo militar arribó al domicilio de José José para trasladarlo al Colegio Militar.
Antes de salir de su casa, José José me consultaba si era conveniente que llevara algunas pistas de sus éxitos, por si acaso, los Cadetes le pedían que cantara alguna canción. ¡Por supuesto!!, claro que le iban a pedir que cantara una canción. Total, se llevó consigo 10 pistas. A su arribo al Heroico Colegio Militar, es recibido de inmediato por el general Cervantes Aguirre y previo a la ceremonia, lo invitan a realizar un rápido recorrido por las instalaciones, comenzando por los salones de clases, comedor, área ecuestre, gimnasios, fosa de clavados, Sala de Banderas, entre otras más. En punto de las 17:50 de la tarde, el coronel Delfino Mario Palmerín, quien era el comandante del Cuerpo de Cadetes, un extraordinario militar, quien estuvo a nada de convertirse en secretario de la Defensa Nacional, nos indicaba que deberíamos pasar al Palco de Honor para presenciar la ceremonia y desfile de los Cadetes.
José José, estaba acompañado de quien fue su esposa, Anel Noreña, así como de su cuñado Manuel, me pide que le consiguiera un poco de coñac, porque, según él, necesitaba calentar un poco las cuerdas vocales previo a que iba a cantar en el impresionante auditorio del Colegio Militar. Al término de la ceremonia, en donde lo declararon “Huésped de Honor”. Nos llevan al bellísimo auditorio. Al asomarme tras bambalinas, me percato que había tres mil cadetes listos para escuchar a su invitado especial. El general Cervantes me entrega un micrófono, con voz fuerte me dice: “A ver licenciado Cázarez, como usted fue quien trajo a José José, usted mismo lo va a presentar ante los Cadetes que quieren escucharlo” ¡Sopas!!, me quedé helado. A lo mero macho, me sentía frente al paredón.
No sabía qué hacer, todavía le refuto al general Cervantes: “Mi general, yo no soy Maestro de Ceremonias, por favor, ustedes tienen al Capitán Salvador Castañeda que es su Maestro de Ceremonias” Sin titubear, el general director me dice con un tono de voz fuerte y tajante: ¡Aquí, las órdenes las doy yo, más vale que obedezca!! ¿Le quedó claro?
¡Más claro, ni el agua!! Ya no había pérdida de tiempo, se levantan las cortinas del escenario de este impresionante y moderno auditorio, en ese justo momento, el coronel de Infantería DEM Delfino Mario Palmerín Cordero, me da una leve palmada en la espalda y me susurra al oído: “Vamos, usted puede” Me empuja suavemente para que me encaminara hasta el centro del escenario, de inmediato, un reflector me ubica. Por dentro, yo me decía: ¡Trágame Tierra!! Así es que no me quedaba de otra que hacer frente a la situación.
¡Jóvenes Cadetes, muy buenas tardes, sean bienvenidos a este impresionante auditorio!! No sé si fue mi subconsciente, pero algo me hizo reaccionar de inmediato ¿Qué babosadas estaba diciendo? ¡Los Cadetes vivían ahí!! En todo caso, los “bienvenidos” éramos nosotros. Total, armado de valor, pero temblándome las “patitas”, se me ocurre decir: “Mi nombre es Edmundo Cázarez, a partir de hoy, una vez al mes, tendremos el gusto de estar con ustedes y contar con la presencia de muy diversas personalidades del medio artístico que han aceptado venir a visitarlos para ofrecerles algo de su repertorio. Quizás, todos se preguntarán ¿De dónde demonios salió este? Bueno, pues quiero decirles que siempre fue mi deseo ser Cadete del Colegio Militar, pero debido a mi corta estatura, no me dieron chance… ¡A lo Mero Macho, soy el que se hace chiquito!! Cuando escuché que los Cadetes se esbozaban una sonrisa… Algo mágico sucedía… ¡El hielo se había roto!!
Así es que a dar lo mejor de mí, ante un auditorio fuera de lo normal, en donde se respiraba un silencio sepulcral y prosigo: “El día de hoy, quiero pedirles que le briden un aplauso de fibra, que se escuche hasta el Zócalo para recibir al Príncipe de la Canción, al señor José José” ¡Uff!!, un estruendoso aplauso invade el majestuoso recinto, al momento de entregarle el micrófono a José José, me abraza y exclama: ¡Lo único que le faltó decir a mi querido amigo Edmundo, es que está tan pequeñito, que no le cabe ni la menor duda, pero viéndolo bien, como maestro de ceremonias o presentador, lo hace mucho mejor que Raúl Velasco!! Y empieza a cantar seis de sus grandes éxitos con pistas… ¡De pronto!!… hace una pausa y con la mano extendida me pide que lo acompañe al escenario.
Totalmente emocionado, en un acto de absoluta honestidad, me dice que le resultaba muy poco profesional estar cantando con pistas… “Mundito, qué te parece si el próximo jueves vengo con toda mi orquesta, coros y les ofrecemos un concierto de dos horas totalmente gratuito para los Cadetes y familiares… ¡Por favor!!, arréglalo con el general director, pero me disculpan, me parece una grave falta de respeto estar cantando así y suspende su actuación.
De esta manera, el jueves 30 de julio de 1980, José José ofreció un concierto inolvidable, que, por cierto, también asistió el entonces secretario de la Defensa Nacional el General Félix Galván López. Al término de su espléndida actuación, el coronel Palmerin, acompañado de un grupo de Cadetes, le hace entrega de una placa en reconocimiento a su memorable visita y en agradecimiento a su actuación para los Cadetes. Dentro de ese reducido grupo de Cadetes, figuraba quien era integrante del Escuadrón Ignacio Allende, quien le obsequia una hermosa chamarra bordada con el escudo del Heroico Colegio Militar en la espalda y el nombre de José José, bordado con letras de oro en la parte frontal y del lado derecho, el nombre de ese Cadete era Ricardo Trevilla Trejo, hoy, designado por la presidenta Electa Claudia Sheinbaum, secretario de la Defensa Nacional para el periodo 2024 – 2030.
A partir de esa fecha, durante año y ocho meses, me di a la tarea de llevar a muy diversas personalidades artísticas, entre las que destacan: Pedrito Fernández, Yolanda del Rio, Los Hermanos Castro, Beatriz Adriana, Nelson Ned, Pepe Jara, Manolo Muñoz, Gualberto Castro, Luis Miguel, Aida y Carlos Cuevas. Así como la presentación estelar del Ballet Folclórico de Amalia Hernández, Juan José Calatayud, Los Joao, Emmanuel, Lucero, Yuri, Vicente Fernández, Joan Sebastián, entre otros muchos, pero muchos más, al grado que Raúl Velasco, conductor del exitoso programa de televisión Siempre en Domingo, me pedía una y otra vez, que lo invitara para que el Heroico Colegio Militar le hiciera un gran reconocimiento a él, solicitud que se rechazó terminantemente, pues el Colegio Militar solamente exalta a la Bandera Nacional, a nuestros héroes y reconoce al presidente de la República en turno, como Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas.
Asimismo, viene a mi mente, las veces en que pude participar en las prácticas de maniobras de los Cadetes en el Cerro del Ajusco y en San Miguel de los Jagueyes, Estado de México, en donde tuve el honor de portar el uniforme del Heroico Colegio Militar, al quedar encuadrado en las filas del Cuerpo de Cadetes durante las prácticas de campo. ¡Que honor y privilegio!!, además, sin ser militar de carrera.
Ahí fue en donde tuve la oportunidad de conocer e interactuar muy de cerca con ese destacado Cadete, integrante del Escuadrón de Caballería Ignacio Allende, originario de Ciudad del Carmen Campeche, perteneciente a una familia de extracción muy humilde. Recuerdo que cuando conversaba con él, a sus 18 años de edad, le preguntaba si le gustaría llegar a ser secretario de la Defensa Nacional, con absoluta seguridad, me expresaba: “Ya me metí en esto y de aquí no me bajo hasta ser secretario de la Defensa Nacional”
Sin lugar a dudas, su meta era llegar a convertirse en secretario de la Defensa Nacional, con persistencia, dedicación y lealtad, a la distancia de 45 largos años… ¡Su anhelado sueño se hace realidad!!
¿Cómo era el Cadete Ricardo Trevilla Trejo, ahora, convertido en General de División Diplomado de Estado Mayor y próximo secretario de la Defensa Nacional?
Con la firme convicción de hacer realidad su más ferviente aspiración, a los 16 años de edad, toma la difícil decisión de alejarse momentáneamente del seno familiar en su natal Ciudad del Carmen, Campeche, y se traslada al Distrito Federal para ingresar al Heroico Colegio Militar, en donde causa alta el 1º de septiembre de 1978, entregándose en cuerpo y alma, a lo que su corazón le dictaba. No obstante que la lejanía física y hasta circunstancial, existente entre su amada familia y sus amigos de Campeche, era un detonante para entregar todo de sí, en esta nueva e interesante etapa de su vida.
Los primeros meses de su estancia dentro del Escuadrón de Caballería Ignacio Allende, para el todavía adolescente Ricardo Trevilla, todo era novedad. Tenía ante sí, acoplarse con lealtad y disciplina a los reglamentos internos de su “Alma Mater”. Era conocer a nuevos amigos, pero, sobre todo, no quitar el dedo del renglón y realizar su máximo esfuerzo para corresponder a la confianza que le depositaron sus padres al aceptar que ingresara al Heroico Colegio Militar. De esta manera, cada mes, en la tranquilidad de su dormitorio, se ponía a escribirles cartas a sus amados padres y enviarlas a través del entonces existente Servicio Postal Mexicano, por correo, narrándoles con lujo de detalles, todo lo que día con día, aprendía dentro de las majestuosas y funcionales instalaciones del Heroico Colegio Militar, además, tenía el honor de ser integrante de la primera generación de Cadetes que se graduaría en la nueva sede del Crisol de la Lealtad…. ¡Por el Honor de México!!
A partir del segundo año y hasta que concluyó su formación militar como Subteniente de Caballería, el Cadete Ricardo Trevilla Trejo siempre se distinguió por figurar dentro del Cuadro de Honor, resultado de su esfuerzo y dedicación, amén de establecer una fantástica comunión entre su binomio equino “Adelita”, una hermosa yegua pura sangre, con la que pudo obtener varios estímulos y reconocimientos en diversos torneos ecuestres celebrados entre instituciones de educación militar, demostrando a propios y extraños que era un verdadero diestro en cuestiones de equitación.
Fue precisamente cuando cursaba el segundo año de su formación militar, cuando tuve la oportunidad de conocerle e interactuar muy de cerca con él, gracias a los eventos artísticos/ culturales que realizaba para los Cadetes. Al término de una demostración hípica, me pide que lo acompañara a llevar a pasear a su caballo y para que tomara agua, percatándome que premiaba a su inseparable “Adelita”, con pequeños cuadritos de azúcar. Mi sorpresa fue mayor, al obsequiarme una “Moña”, un listón en forma de flor color dorado, premio que le habían entregado por su excelente cabalgata y saltos realizados. Misma que conservo con honor en mi casa y en la que se lee, en tinta azul, lo que escribió con su puño y letra: “Lic. Edmundo Cázarez, muchas gracias por todo lo que hace por nosotros los cadetes, Ricardo Trevilla agosto 1979”
Es una tradición tanto en el Heroico Colegio Militar, como en otros planteles de educación militar, los Cadetes de mayor antigüedad adoptan a uno de nuevo ingreso, de esta manera, el Cadete de segundo año Ricardo Trevilla Trejo, en su calidad de Sargento Primero, la máxima autoridad que existe dentro de una Compañía de 120 Cadetes, en un acto de completa fraternidad decide abrigar como “su potro” a un cadete de primer año a quien le brinda su total apoyo para que siguiera adelante y no declinara en su ambición de graduarse, amistad que han seguido cultivando hasta la fecha, quien también, ya es General de Brigada, demostrando su lado humano, es decir, siempre estuvo atento a los problemas de los demás Cadetes y dispuesto en brindarles ayuda, lo que habla de su enorme calidad humana desde muy joven.
Durante las diversas ocasiones en que tuve la oportunidad de conversar con el entonces Cadete Ricardo Trevilla Trejo, hoy, General de División Diplomado Estado Mayor y próximo secretario de la Defensa Nacional durante el gobierno de la Primera presidenta de México Claudia Sheinbaum Pardo, pude percatarme de su alto espíritu de honestidad. Un hombre sumamente noble, de sólidos principios y de una enorme calidad humana que le caracteriza y distingue.
Indiscutiblemente, un verdadero líder que en mucho habrá de beneficiar para recobrar el prestigio y respeto que merece nuestro Ejército Mexicano. Un destacado militar de cepa. Sumamente exigente consigo mismo, pero también, poseedor de un férreo carácter, claro está, amable, educado y sin caer en los excesos.
A raíz de su muy reciente y merecida designación como próximo Secretario de la Defensa Nacional, se han publicado infinidad de artículos referentes a su brillante trayectoria, pero me interesaba presentarle a usted, mi muy estimado lector, alguna de las anécdotas que tuve la oportunidad de convivir con él, durante su estancia como Cadete del Heroico Colegio Militar, su “Alma Mater”, valiosa experiencia que me permitió conocerle de cerca, a un joven respetuoso, educado, un excelente militar, un gran ser humano, pero, sobre todo, un amigo ejemplar.
En hora buena, le deseo la mejor de las suertes al General de División Diplomado Mayor Ricardo Trevilla Trejo, quien, a partir del ya muy próximo 1º de octubre, ocupará la titularidad de la Secretaría de la Defensa Nacional, estoy seguro que habrá de realizar un extraordinario papel en beneficio de nuestro Instituto Armado, recobrando la imagen y el respeto que nuestro pueblo siempre le ha prodigado. Para quien esto escribe… A lo Mero Macho, un privilegio haberle conocido e interactuado con él, durante su estancia como Cadete del Heroico Colegio Militar… ¡Por el Honor de México!!