Le Cortaron las Alas al “Plan B”

*Los Ministros Aguantaron Vara y Resistieron a los Embates 

*Con Excepción de dos Ministras Cuyas Querencias son de Todos Conocidas

*Se Destierra el Sentimiento de Impotencia al cual Estábamos Atados

*Guste o no, Dieron una Cátedra Sobre los Derechos de las Minorías  

*Con la Decisión de la SCJN se Abre la Puerta a la Esperanza

*Pero el Agravio Ocasionado por el Ejecutivo y la Mayoría Incondicional no se Olvida

*Tampoco la Pretensión de Establecer un Gobierno Autoritario y de Sometimiento

*La Decisión de la Corte fue un Dique en la Tormenta y Vaso de Agua en el Desierto

ALEJANDRO ZAPATA PEROGORDO

Como se había anticipado, la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación hizo su parte con altura de miras, prevaleció la observancia a los principios constitucionales y el sistema de división de poderes, un proceso de deliberación respetuoso, con calidad y argumentación sirvió de base para desechar el plan B fraguado por el Presidente y sus incondicionales.

Estábamos ciertos que, de apegarse al pacto social, esas reformas impuestas en un desaseado procedimiento no podían pasar. El reto, en el máximo tribunal del país, consistía en que los Ministros no se dejaran presionar, pues acorde a las formas de operar desde el Ejecutivo, no se tientan el corazón para hacer cuanto esté a su alcance con el objeto de obtener los resultados deseados.

Ahora, no fue así, los integrantes del órgano supremo en materia constitucional aguantaron vara, resistieron a los embates, con excepción de dos conocidas Ministras cuyas querencias son de todos conocidas, al igual que sus evidentes intereses.

La decisión nos levanta el ánimo, el sentimiento de impotencia al cual nos creímos irremediablemente atados, con la resolución emitida por la mayoría calificada de los integrantes de la Corte, lo destierra, abriendo la puerta a la esperanza.

Es merecido el reconocimiento de los Ministr@s que decidieron sin dejarse amedrentar atender lo dispuesto en la Carta Magna, haciendo efectivo la división de poderes, actuando consecuentemente con visión de Estado, devolviendo al país al camino del derecho.

Con lo anterior el agravio ocasionado por el Ejecutivo y la mayoría incondicional y subordinada de los integrantes del Legislativo, ni se compensa ni tampoco se olvida, simple y sencillamente se repara, al quedar sin ningún efecto jurídico.

Los argumentos del Tribunal Supremo fueron contundentes, dieron una cátedra sobre los derechos de las minorías, que en algún momento fue bandera de quienes ahora gobiernan, de aquellos que han transitado con mucha rapidez de la defensa de los valores democráticos a conducirse como sátrapas.

En poco tiempo el sistema político del país se ha visto con frecuentes alteraciones, ante las conductas desplegadas para acercar el régimen a un estado totalitario, arrinconando a la oposición y por supuesto, a la sociedad, que se han visto obligadas a realizar estrategias de contención ante las embestidas del gobierno en turno.

La situación se torna cada vez más compleja, la destrucción de las instituciones, su apoderamiento y, los resultados, contrastan con los objetivos del gobierno, quien va concentrando todas las decisiones. Es evidente que su interés no radica en el bien común, sino en el establecimiento de un sistema político y de gobierno centralista y autoritario, que le permita implantar condiciones de sometimiento.

En esa medida vemos complicidades perversas; las concesiones a los militares; los controles corporativistas y clientelares; la participación de la delincuencia organizada en los procesos electores y; el surgimiento de nuevos políticos amasando grandes fortunas, por decir algunos.

Por esas razones, la resolución de la H Suprema Corte de Justicia de la Nación tiene una enorme relevancia, es un dique en la tormenta, un vaso de agua en el desierto, una esperanza en la adversidad.

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