Y ya Vienen las Lluvias y 27 Años Después México ya no Tiene Fideicomisos

A la Vuelta de la Esquina

 

IVÁN RUIZ FLORES

La política de desmantelamiento de instituciones que ha desarrollado el presidente de la república en el actual sexenio, en el caso de aquellas para atender desastres, indudablemente se traducirá en un futuro de corto plazo en mayores afectaciones, entre las cuales no sólo estará la infraestructura, sino la escasez de recursos para los damnificados y los consecuentes fallecimientos de personas.

Tomando en cuenta que anualmente en México ocurren terremotos, inundaciones, deslaves, heladas, sequías, incendios, huracanes y ciclones, la pregunta es y de ahora en adelante ¿qué podrán hacer las autoridades locales y federales para solucionar la problemática en materia de salud, infraestructura y demás causada por los desastres?

En este mes de mayo, inicia la temporada de lluvias y si en varias partes del país la sequía acelerada en los primeros meses de 2023 asoló poblados y campos, además de que dejó sin agua a decenas de poblaciones y rancherías, “las aguas” (como les llaman en las rancherías) y los huracanes, estarán a la orden del día.

De ahí que haya sido bien recibida la llegada de estadounidenses al sur de la República con los “caza huracanes”, mismos que, de acuerdo al capitán Don Winter, director del Centro de Operaciones de Aeronaves de la NOAA (AOC)

“…son un equipo de pilotos y científicos que rutinariamente realizan vuelos al ‘ojo’ de un huracán cuando éste se aproxima.

 “Es sumamente importante para los miembros de la tripulación familiarizarse con el control de tráfico aéreo y los procedimientos de vuelo de los países afectados por los huracanes, antes de volar hacia los mismos. Conociendo de antemano a quién llamar para coordinar un vuelo de reconocimiento nos puede ahorrar tiempo muy valioso, permitiéndonos acudir a donde nos necesitan lo más pronto posible”.

Eso está muy bien, pero en México en estos nuevos tiempos, si algún huracán llega a golpear en estados de la República ya no recibirá dinero del Fonden, cuyas reglas de operación habían permitido mejorar el uso de los recursos de la Administración Pública Federal en la atención de los daños ocasionados ante situaciones adversas. Lo mismo ocurría con el otro fideicomiso abolido: Fondo Para la Prevención de Desastres Naturales (FOPREDEN).

(El primero se creó durante el mandato de Ernesto Zedillo (en 2006) hace 27 años y el segundo, hace diez años, (2003) en el gobierno de Vicente Fox. Ambos ya no existen para desgracia de los futuros damnificados).

Además, la operación de tal institución le daba una alta prioridad a resarcir, en la medida de lo posible, el patrimonio de las personas de escasos recursos y las pérdidas de los productores agropecuarios de bajos ingresos, representando -se decía- un esfuerzo solidario con la población menos favorecida, y un uso redistributivo de los recursos públicos.

Pues ya no. 

Y como ésta será la primera temporada de lluvias sin dicha institución todos aquellos que habitan en zonas de riesgo deben prepararse.

INUNDACIONES Y

DESLAVES

El asunto es que también hay inundaciones y se presentan como consecuencia de lluvias intensas en diferentes regiones del territorio nacional. Algunas se desarrollan durante varios días, pero otras pueden ser violentas e incontenibles en pocos minutos. Las fuertes lluvias generan tres peligros: las inundaciones, los torrentes y los deslaves, ha señalado la UNAM.

“Si se vive en un área baja y plana, cercana a un río, al mar o aguas abajo de una presa, es necesario estar preparados para enfrentar las posibles inundaciones y responder adecuadamente”, ha sido la advertencia.

El asunto es que, por la ubicación geográfica de México, sus condiciones climáticas y geológicas, así como problemas de asentamientos humanos en zonas de alto riesgo, lo colocan en una posición de vulnerabilidad ante la presencia de fenómenos naturales catastróficos, señalaron en su momento gobiernos de otros tiempos. 

Exponían que algunos de esos fenómenos, por la magnitud y alcance de la región afectada, podían ser fácil y rápidamente atendidos, pero en otros casos la extensión y la severidad de los daños ocasionados requieren de una movilización institucional que involucra a los tres niveles de gobierno y se extiende a la propia sociedad, “así como de la canalización de importantes recursos para atender, en un primer momento, la situación de emergencia y, posteriormente, para resarcir los daños y restablecer las condiciones de normalidad social y económica en la zona afectada”.

Hoy sólo está el Centro Nacional de Desastres (CENAPRED), independientemente del Plan DNIII que aplica el Ejército Mexicano, programa que es considerado actualmente un referente mundial.

Y es que, en la República Mexicana, se ha explicado, por ejemplo, que las lluvias intempestivas que se pueden presentar en las riberas de los ríos o en zonas aledañas a las presas, “generalmente tienen un proceso de generación que hace posible tomar medidas suficientes para evitar o aminorar los daños que causan a la población. Asimismo, en algunos casos la inundación es una contingencia provocada por un ciclón; en otros, son lluvias torrenciales aisladas difíciles de predecir que, aunadas a la ubicación inadecuada de la vivienda, propician los desastres”.

Se avecina pues, la primera temporada de desastres sin los fideicomisos Fonden y Fopreden. 

Veremos cómo nos va en la república.

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