Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Se podría presumir que con el zoológico que domina, sabría con corrección que los tigres no tienen una piel con manchas… tiene ¡rayas!
Sí, como las cebras.
Las machas, entre otros animales, las llevan con orgullo los jaguares, los linces, los guepardos y hasta las hienas, de las que hachas en su granja de salvajes.
Sin que medie razón alguna, no hasta el momento, afirmar que si la Suprema Corte de Justicia de la Nación no avala su reforma electoral “no pasa nada… será otra mancha en el tigre”, lo califica como el personaje que mereció el reconocimiento de Tirano del Año.
Hay quienes festinan la presea. Porque por primera vez tenemos un primer lugar en algo. Porque las remesas están en segundo sitio del podio global.
Y aunque representan una vergüenza que millones de mexicanos laboren en el país del sueño americano, se aplaude a los “héroes desconocidos”. Por él, si por el tiranito, porque sus familias si que los conocen bien.
Darse cuenta de la cifra: 58 mil 497 mil millones de dólares enviados durante 2022 a las familias que, por supuesto, no reciben pensión de adultos mayores, no tienen seguridad social y menos atención médica, es patético.
Con el argumento utilizado banalmente en Palacio Nacional: los migrantes no se van por gusto, lo hacen pro necesidad, por buscar mejores empleos, mayores salarios, hay que recordarle al que gobierna, que millones de connacionales parten hacia el rumbo conocido porque en su país no encuentran las oportunidades para desarrollarse, darles una mejor vida a sus familias y soñar con un modelo económico que los saque de las penurias.
Son aspiracionistas, ni modo.
La suma enviada representa poco más de 5 puntos del PIB, algo que no aportan las chocolaterías Rocío ni el AIFA y, por supuesto, ni pensar en la Refinería Olmeca o el Tren Maya, que han mostrado ser dos barriles sin fondos, porque todo lo que se les inyecta por la boca, sale por el trasero.
Volviendo a las manchas del tigre al que quiere liberar de su encadenamiento, hay que reflexionar sobre el tema. Si no pasa nada con no avalar las leyes que deforman todo el sistema electoral ¿de qué preocuparse?
Decían los sabios: si tu problema tiene solución, para qué te preocupas… si no la tiene, para qué te preocupas.
La frasecita de la manchita fue la respuesta al primer mensaje público que difunde la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. No estuvo dirigido a nadie más que no fueran los magistrados y jueces. El fondo fue lo importante: la garantía de que el Poder Judicial de la Federación actuará con respeto a la Constitución y para hacer justicia para todos por igual.
Ante la firme postura de una jurista con título y tesis no plagiada para obtenerlo, surgen otras “ideas” ninguna novedosa excepto negar, como Judas, a su mecenas, líder moral político, apoyador sin límite.
Ya sabemos que el “poder de la mentira” es inconmensurable y por el receptor del mensaje, coloquialmente trumpiano, se dobló.
Y él, feliz, feliz, feliz.
Es el mundo al revés: tigres con manchas y hienas con rayas. Así o más clarito.
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