Y México Sigue Resintiendo la Falta de Respeto Oficial Para sus Glaciares

Los Dados de Dios

 

 

NIDIA MARIN

México no se salva. Inclusive ya ha tenido sus primeras víctimas.

Sí, mientras con singular alegría desde el propio gobierno impulsan y aplauden todo aquello que contamina y hace daño, como son los combustibles fósiles y demás, las selvas (hoy depredadas), los bosques (talados hasta el cansancio), las montañas como una muestra de las denominadas “pelonas” y los ríos cada vez más contaminados, van hacia su fin.

La “mujer dormida” fue la primera en resentir las agresiones. Uno de sus “hijos”, es decir la masa de hielo que se formó a sus expensas durante miles de años, misma que se movía, en silencio dijo adiós ante el cambio climático.

El doloroso ejemplo ocurrió apenas en 2018, cuando se decretó oficialmente la muerte del glacial “Ayoloco” que por siglos estuvo casi en la cumbre del Iztaccíhuatl. Ella, que llegó a tener once, hoy únicamente tiene tres.

No estuvo sola, porque también en el Citlatépetl más conocido como Pico de Orizaba han desaparecido cuatro. Sólo le quedan dos.

¡Y como no! 

En 2017, antes de que llegara la actual administración federal con sus energías sucias, los informes de la Comisión Nacional del Agua exponían que la temperatura promedio de México había aumentó dos grados en los últimos 35 años. 

Ya en 2020 México “…registró un nuevo récord histórico con un promedio de 22.4 grados centígrados a nivel nacional, colocándolo junto al 2017 y 2019 como el año más cálido desde 1953; mientras que a nivel global, la temperatura del planeta fue de 1.2 °C por encima del nivel preindustrial, es decir, en el periodo de 1850 a 1900, informó la Organización Meteorológica Mundial”.

DEFENDIENDO A LOS

GLACIARES….

Allá por 2011 en el Senado de la República advirtieron del peligro, al tiempo que explicaban que una característica distintiva de los glaciares es su facultad para desplazarse por efecto de su masa y de la fuerza de gravedad, “de esta forma el glaciar aumenta su superficie cuesta abajo o hacia los costados”. 

Entonces se explicó que en primavera y verano, cuando la temperatura se eleva, los glaciares experimentan deshielo o ablación. En ambos procesos el glaciar pierde una considerable masa de hielo, sin embargo, ello es parte del ciclo natural del glaciar. 

De hecho, dijeron, un glaciar se mantiene en condiciones óptimas o en equilibrio si la acumulación de nieve a gran altura es mayor a la que pierde por la fusión, deshielo o descarga al mar. 

Este balance en la masa de hielo del glaciar es determinado, explicaron, por tres factores, a saber: la temperatura media anual del aire, el índice de radiación que recibe la zona de glaciar y el volumen anual de precipitación de nieve. Si estos registran cambios el glaciar puede llegar a retraerse.

También se resaltó en aquel tiempo que, en su Cuarto Informe de Evaluación, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático identificó al deshielo de los glaciares como uno de los signos más patentes de los efectos del cambio climático, ya que, en congruencia con el incremento de la temperatura media del planeta, las capas de hielo de los glaciares de ambos hemisferios y en las montañas se habían reducido. 

Además del deshielo, agregaron, otro impacto del cambio climático sobre los glaciares es la afectación a los sistemas hidrológicos por el aumento de la corriente, el cambio de temperatura y la calidad del agua. 

Advirtieron que en América Latina y el Caribe el impacto del deshielo de los glaciares puede afectar “notablemente” la disponibilidad de agua para realizar actividades agrícolas, la generación de energía eléctrica y el consumo humano. 

Hubo la precisión de que: los glaciares, al igual que otros ecosistemas aportan importantes beneficios a la humanidad, algunos de ellos se relacionan con los usos que se les ha dado y otros, con el papel que desempeñan en el ambiente. 

En cuanto a los usos, uno muy importante para el desarrollo de algunos países, es la generación de electricidad al aprovechar la corriente de agua que se forma al deshielarse el glacial. 

Los ejemplos fueron impresionantes: el deshielo del glaciar suizo Glosser Aletschgletscher genera el 50% de la electricidad que hay en el invierno. Además, en la región Andina las hidroeléctricas alimentadas con el agua de deshielo de glaciares contribuyen a generar el 81% de la electricidad en Perú, el 73% en Colombia, el 72% en Ecuador y el 50% Bolivia.

Mencionaron que las centrales hidroeléctricas Portezuelos I y II ubicadas en el Estado de Puebla aprovechan el caudal de la Sub cuenca que lleva agua del deshielo de los glaciares del Iztaccíhuatl y el Popocatépetl.

Pero también se hizo referencia a que en Bután, China, Estados Unidos, India y Nepal el agua de los glaciares no sólo alimenta humedales, sino que forma nuevos cuerpos de agua que constituyen un hábitat temporal para algunas especies nativas y migratorias.

Y también… 

Cuando los glaciares avanzan o se retraen llevan consigo grava, arena o detritos de rocas que al ser arrastrados modifican paulatinamente la morfología de la zona y que permiten la infiltración de agua al subsuelo.

Asimismo, el retraimiento de los glaciales ha propiciado el descubrimiento de nuevas especies de flora y fauna. 

Sobre los glaciares de México mencionaron que pertenecen al tipo “de montaña” y tienen la particularidad de encontrarse en estratovolcanes a saber: el Citlaltépetl (mejor conocido como Pico de Orizaba), el Iztaccíhuatl, y el Popocatépetl. En conjunto tienen un total de 24 glaciares, más bien tenían.

Y en ese tiempo, se exhortó al presidente (Felipe Calderón) “…para que por medio de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales se prevean los efectos de la desaparición de los glaciares del volcán Iztaccíhuatl y se prevenga la escasez de agua en la zona a través de la realización de un plan de acción e investigación.”

Al reformularlo incluyeron los glaciares de los volcanes Popocatépetl y Citlaltépetl, toda vez que, los escurrimientos de los glaciares, de hielos perpetuos y de hielos remanentes que se encuentran en estos los volcanes aún recargan y nutren los mantos acuíferos aledaños y por ende a las cuencas y regiones hidrológicas administrativas correspondientes.

Hoy observamos las consecuencias de la expansión de las energías sucias.

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