De Política, Religión y Futbol

 

RAÚL MONDRAGÓN VON BERTRAB

 

“Muy gracioso. Borges era un genio de la palabra. Me hizo reír tanto… Cuando entro, me hace sentar y hace sentar al gato blanco que tenía. Me dice: “Bueno, un placer. Usted debe ser muy famoso”. “No, yo no, debe ser el fútbol que me hace famoso”. “No, le digo porque mire que aquí ha venido gente importante y mi empleada nunca me pidió un autógrafo”. Me hizo reír. Le digo: “¿Puedo fumar?”. “Sí, fume tranquilo. Si no es el cigarrillo lo que hace mal, son las conversaciones imbéciles”.”

César Luis Menoti, sobre su encuentro con Jorge Luis Borges


Jóvenes, haced política, porque si no la hacéis se hará igual y posiblemente en vuestra contra.” 

José Ortega y Gasset

 

El fútbol es la única religión que no tiene ateos. 

Eduardo Galeano

“Panem et circenses.” 

 

Décimo Junio Juvenal (<<Pan y circo>>) 

    

  La constitución de Qatar, sede muy controversial de la Copa Mundial de Futbol 2022, declara al Islam como la religión estatal y a la sharia o ley islámica como “la fuente principal” de la legislación. De acuerdo a esa Carta Magna, el Emir -absoluto poder ejecutivo- debe ser musulmán y su reinado hereditario por vía paternofilial dentro de la familia al-Thani. 

Se prohíbe ingresar al país armas blancas y de fuego, municiones, bebidas alcohólicas, productos porcinos y drogas. La unión libre y el sexo fuera del matrimonio son ilegales. Las penas por estas ofensas son diversas y van desde multas, prisión y deportación para los extranjeros, hasta la pena de muerte para los adúlteros, pero es común la flagelación.

¿Y sabe usted qué más está prohibido de facto? La constitución y las leyes contemplan la libertad de asociación, de asamblea pública y de libre culto, pero la limita con base en el orden público y la moralidad.

El artículo 44 de la Constitución de 2004 establece: “El derecho de los ciudadanos a reunirse está garantizado de conformidad con las provisiones de ley.” No obstante, la Ley No. 18 de 2004 sobre Asambleas Públicas y Demostraciones es la legislación primaria en la materia y requiere que los organizadores obtengan autorización para una asamblea, del Director General de Seguridad Pública dentro del Ministerio del Interior, cuya solicitud deberá realizarse con al menos siete días de anticipación.

Asimismo, el artículo 10 de dicho ordenamiento disuade del uso de la fuerza policial para dispersar manifestantes, con excepción de que medie aprobación del Ministro del Interior o su representante designado, por supuesto dentro de los límites necesarios [y subjetivos] para cumplir dicho objetivo.

Finalmente, la Ley No. 17 de 2002 sobre la Protección de la Comunidad, brinda una exención para efectos prácticos a los oficiales involucrados en la impartición de justicia en torno a la prohibición de arresto y detención arbitrarios.

La percepción de la sociedad civil es clara. El reporte Freedom House 2021 sobre Qatar concluye que el derecho constitucional a la libertad de reunión se encuentra limitado por leyes restrictivas y no incluye a quienes no son ciudadanos. Los organizadores de eventos públicos deben obtener el permiso del Ministerio del Interior y las protestas y demostraciones son [ergo] escasas en la práctica.

La ONG CIVICUS, alianza global de organizaciones de la sociedad civil y activistas dedicada a fortalecer la acción ciudadana y la sociedad civil en todo el mundo, ha reportado que, en la práctica, el derecho a la reunión pacífica es ejercido muy rara vez, y en las circunstancias excepcionales en las que ha sido ejercido -e.g., la protesta de trabajadores migrantes en 2014- las fuerzas de seguridad han hecho uso excesivo de la fuerza para dispersar las protestas y arrestar a los manifestantes.

En el Twitter de la Era de Elon Musk, leo que el Gobierno de México, a través de la SEDEÑA, ha adquirido tres millones de bombas de gas lacrimógeno para dispersión de manifestantes, semanas antes de la llamada Marcha por la Democracia, el pasado 13 de noviembre, a la que asistimos más, muchos más de “sesenta mil” ciudadanos. ¿Para qué? Si la Ley Nacional sobre el Uso de Fuerza establece que “por ningún motivo se podrá hacer uso de armas (de fuego, letales o menos letales) contra quienes participen en manifestaciones o reuniones públicas pacíficas con objeto lícito”.

Mi experiencia con esos artefactos que producen incapacidad temporal tuvo lugar en Chile, en 2015, cuando el país anfitrión ganó la Copa América derrotando a la Argentina en el Estadio Nacional en Santiago. Además de estar convencido de haber descubierto un antídoto digno de patente, pues llevaba una cerveza que vertí en mis manos para enjuagar mis ojos y Santo Remedio, experimenté en esos minutos esa sensación inicial que han sentido tantos hermanos latinoamericanos, desde los estudiantes en México, Brasil y Argentina en los sesentas, hasta los jóvenes y viejos en varias de las más de veinte protestas ciudadanas de gran envergadura que han tenido lugar en el subcontinente en los últimos cinco años: Venezuela 2017, Chile 2019, Colombia 2019 y 2021, Bolivia 2019, Guatemala 2021, México los 8 de marzo y la última, en defensa del INE.

El atisbo de pánico que se experimenta al estar rodeado de tanquetas hidrantes o “guanacos”, como se les dice en Chile (“ballenas” en Venezuela, “rochabus” en Perú o “Neptuno” en Argentina), e inmerso en ese ambiente etéreo que impide respirar. Es una tortura al aire libre y ha generado el negocio de la represión en América Latina.

Una investigación periodística de El País en colaboración con once medios de Chile, Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Colombia, Guatemala y last but not least México, y con el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), constató que el negocio de las armas “no letales” ha florecido, “dejando una estela de dolor, miles de lesiones leves y decenas de heridas graves, traumas psicológicos y, también, muertes. Todo lo que se suponía que se quería evitar.”

Solo después de los balines y perdigones, el gas lacrimógeno es el factor más mortífero o causante de lesiones severas en America Latina entre 2017 y 2021. Asimismo, el gasto público en armas “no letales” y equipos antimotines se incrementó exponencialmente en muchos países (e.g., más de diez veces en México de 2018 a 2019).

Se dice que para llevar la fiesta en paz en toda mesa, tres temas se deben evitar: la política, la religión y el futbol. Pero si a esta hipotética mesa literaria estuviesen sentados un político cualquiera, el Papa Francisco y el “Flaco” Menoti, uno de ellos definiría su oficio como “un juego de tiempo, espacio y engaño”, y ninguno discutiría.




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