Contar la Violencia

Óscar Martínez. Los muertos y el periodista. Anagrama Océano, CdMx, 2021. 236 páginas.

 

… matar es un verbo que dice poco, que requiere de matices: descuartizar, incinerar, decapitar, estrangular, machetear…Ojo por dos ojos, dos ojos por cabeza, cabeza por …

DAVID MARKLIMO

El Salvador, un pequeño país en el centro de un continente. Famoso, más que nada, por lo macabro: estadísticas de asesinatos por habitante, videos truculentos colgados en la red sobre sus prisiones, sórdidas, masificadas, prácticamente un lugar donde los pandilleros, maras, campan a sus anchas y hacen lo que quieren. El estereotipo: los pandilleros, los verdaderos dueños del país, individuos repletos de tatuajes que los identifican como integrantes de organizaciones criminales con las que no valen las bromas.                                                                                                                                              

Es en este ambiente donde se sitúa la crónica de Óscar Martínez, Los muertos y el periodista. un crudo repaso sobre este oficio con la violencia, la injusticia, la miseria, la honestidad o la desesperación como protagonistas y Centroamérica como telón de fondo. Una crónica en la que Martínez desborda periodismo de alturas y de gran compromiso, pues ha de exponerse en encuentros furtivos, con esa tonalidad que combina denuncia, reflexión y un poderoso dinamismo narrativo. Es curioso como América Latina ha pasado de ser un territorio donde la imaginación -esa de la que nos hablaba la generación del boom- se impregnaba en la vida cotidiana a lo de ahora: un espacio geográfico más propio del horror y el espanto. Por estas páginas asoman narcos, sicarios, policías corruptos, asesinos impunes y políticos que tapan los crímenes.

En estas páginas hay poca redención. Abundan las dudas. Está crónica está llena de preguntas: ¿el periodismo vale para algo?, ¿es válido odiar a una fuente?, ¿tener lealtad a quien te traiciona?, ¿una confesión vale una muerte?, ¿una publicación merece la pena? ¿fuiste lo suficientemente honesto, cobarde, valiente? ¿viste, oliste, escuchaste, sentiste? ¿anotaste, grabaste? ¿lo puedes demostrar? ¿cuestionaste a la viuda? ¿dudaste del padre? Y la gran incógnita: ¿qué es la violencia extrema? Pues, a ver, nos dicen … depende a quién le preguntes. Así, el migrante apaleado que genera la solidaridad mundial también violó cuando viajaba en La Bestia. El sicario también soñó con otra vida para su hija. Y de eso también va este libro. 

Con Los muertos y el periodista, Martínez presenta investigaciones, consecuencias, frustraciones, dudas, satisfacciones y cagadas. En realidad, el libro es una muestra del nuevo periodismo latinoamericano, pues en la región se generan muchos problemas por la honestidad, la lealtad,  el compromiso, el exilio, el acoso, la precariedad y el insomnio. Los periodistas acostumbrados a temer por igual a narcos, pandilleros y gobiernos. Tipos valientes como no los hay en ninguna parte. Martínez describe el momento que supone dar con la pista correcta, el momento en que la entrevista te da lo que buscabas.

Pero no es un libro para periodistas o sobre periodistas. Es un libro que explora el alma humana, capaz de los actos más puros y tiernos y de los más crueles y sanguinarios. Sonará precipitado y quizá ingenuo, pero este crisol de historias nos explica por qué un lugar se vuelve tan violento. Aquí no hay culpas, pero sí intentos honestos por encontrar explicaciones. No es descabellado concluir que, con toda la sangre que lleva dentro, es un libro con más alma y amor que vísceras. Por eso, se dice que Los muertos y el periodista es un manual para aquellos que quieran entender la violencia en América Latina.

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