Aumento al Mínimo, en Discusión

 

*Inflación, Afecta a Empleadores y Trabajadores

*Sector Laboral Pide 25%, el Patronal Ofrece 15

*El Lado Electoral También Juega en la Negociación

 

JOEL ARMENDÁRIZ

 

Dentro de los siguientes 10 días, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami) habrá de decidir el incremento salarial para los mínimos que entrará en vigor el primero de enero del 2023.

Hasta ahora hay dos posturas: la de los representantes de los trabajadores y la de los patrones.

Los primeros plantean una demanda salarial de 25% de incremento y los segundos de 15%.

Desde el Gobierno federal se impulsa el 20%.

Sin embargo, sin haberse superado la crisis económica y con el cierre de empresas a lo largo del año, el sector patronal observa difícil alcanzar un incremento salarial mayor al 15 por ciento.

Aunque el presidente de la República ha insistido en mantener el ritmo de incrementos, toda vez que en su mandato se a elevado el salario mínimo en 50 por ciento en relación con el fijado para 2018, las condiciones económicas no parecen dar para satisfacer la demanda de dos sectores: el gubernamental y el representativo de los trabajadores.

En la Conasami participan los tres sectores y el patronal, que en el pasado fue promotor de aumentos que se concretaron en cierta medida, en esta ocasión ha puesto sobre la mesa la crisis económica provocada por la pandemia sanitaria y el desacelerado crecimiento económico.

Los indicadores económicos muestran que en términos generales el sector privado es el motor del crecimiento y el que aporta el mayor porcentaje de los impuestos que recibe la federación. Sin embargo, los del INEGI revelan que hay sectores que no avanzan, como el de la construcción, la minería, la microempresa. En contraparte, hay crecimiento en turismo, comercio, producción agropecuaria.

Las dos visiones que se colocan en la mesa de la discusión salarial, tienen sus razones de ser.

De parte del gobierno y los trabajadores, se busca que el salario aumente por encima de la inflación a fin de que el poder adquisitivo no se merme y se mantenga el crecimiento económico vía el mercado doméstico.

En la del sector patronal está el tema inflacionario que ha elevado sus costos de producción nacional y debilitado los márgenes de utilidad en cuando a las importaciones, que en algunos productos se compensa con las exportaciones.

CUATRO AÑOS DE

INCREMENTOS

Desde el inicio de la administración actual, el impulso al incremento salarial ha sido constante en los cuatro años.

Bajo el argumento de que los salarios no impactan en la inflación -algo que ahora comienza a diluirse- y que durante dos años no se reflejó, se llegó a acuerdos con el sector patronal y productor a fin de beneficiar a los trabajadores, cuyos aumentos formaron el círculo que permitió incrementar ventas y consumo.

La prospección del Banco de México, del INEGI y de los analistas financieros del sector privado, no advirtieron entre 2018 y 2020 la amenaza de la inflación y menos el inicio de una guerra en Ucrania por la invasión rusa. Los efectos del enfrentamiento armado afectaron de manera directa la producción de alimentos a nivel global, al ser los actores de la conflagración, los mayores productores de fertilizantes y, al mismo tiempo, de cereales.

La inflación, en gran parte importada, aceleró su dinámica y provocó la doméstica por la escasez de materias primas, la reducción de exportaciones más allá del T-MEC, la baja productividad agropecuaria para consumo interno y el cierre de miles de micro, pequeñas y medianas empresas en el país.

Aunque el Instituto Mexicano del Seguro Social afirma que el número de afiliados ha ido en aumento y que durante 2022 se han generado un millón de empleos a octubre, en la economía no se registra cambio alguno y el PIB podría no alcanzar el 2 por ciento estimado por el sector privado y menos aún el 3 considerado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

Para del 8.5 por ciento que registra la inflación ya es doméstica y ello afecta no solamente a los asalariados sino a las empresas que registran mayores gastos para mantener sus producciones.

Estos y algunos otros elementos son los que se discuten para llegar al consenso necesario en la fijación del incremento a los salarios mínimos para 2023.

EL LADO ELECTORAL, 

TAMBIEN JUEGA

Sabido es que los empleadores han procurado las ganancias mayores a costa de sus trabajadores. Sin embargo, han mostrado sensibilidad y aceptado incremento jamás observados en las últimas dos décadas en materia salarial.

Lo que se decida para 2023 tiene, también, el lado político.

Para el Gobierno de la República es fundamental que los asalariados le tengan agradecimiento por las mejoras económicas que reciben. En tiempos electorales y rumbo a las elecciones presidenciales de 2024, tener satisfechos a millones de trabajadores, incluidos los de la burocracia nacional, representa votos para el proyecto político de la actual administración.

De ahí el “estire-y-afloja” en la discusión del incremento salarial.

Será en las dos próximas semanas cuando se conozca la decisión. La Conasami busca que sea por unanimidad, aunque los argumentos de los empleadores no estén totalmente de acuerdo.

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