¿Transformación?

Yo Campesino

  • Dice el Ganso que el País Cambió: se Acentuaron Corrupción, Pobreza, Violencia, Impunidad…

MIGUEL A. ROCHA VALENCIA

Los números están a la vista, son públicos e incontrovertibles por más que se busquen “otros datos” y una presentación diferente. En 47 meses, el ganso acumula 137 mil homicidios dolosos, 250 mil fallecimientos por negligencia médica y 15 millones de mexicanos excluidos del sistema nacional de salud pública; “crecimiento” del PIB nulo, cinco millones más de pobres alimentarios, aumentó a 53 por ciento de la informalidad, tasa de interés Banxico que se eleva a 10 por ciento y una deuda pública que rebasa el 50 por ciento de lo que genera el país.

Otros datos revelan que la corrupción en México creció lo mismo que la opacidad; la violación a la Ley emparejada a la impunidad general, supera a los de “antes”. La militarización creció en función de que con Felipe Calderón y Enrique Peña, había alrededor de 100 mil tropas militares en tareas de seguridad, hoy llegan a casi 350 mil incluyendo la Guardia Nacional y la percepción de violencia es mayor lo mismo que los territorios dominados por el crimen organizado, unos dicen que la tercera parte del país, otros que cerca de la mitad.

Pero de acuerdo a los reportes de las agencias de seguridad del Departamento de Estado de EU, el crimen organizado en nuestro territorio, ya se institucionalizó incluso a través de elecciones donde la delincuencia impone candidatos y los hace ganar lo mismo a nivel de presidencias municipales y congresos locales que en gubernaturas con una abierta penetración en instituciones federales como las secretarías de la Defensa Nacional, Marina y Seguridad Pública.

Las pruebas de todo ello no sólo se muestran en los documentos robados a la propia Sedena, sino en declaraciones de testigos y el reconocimiento cínico de autoridades militares las cuales aceptan proveer de equipos y armas a la criminalidad.

En sus primeros 47 meses, Calderón y su guerra llevaba 65 mil asesinatos; Peña 86 mil y López cuenta 137 mil. Al final de sus sexenios, el primero reportó 120 mil muertos violentamente y el segundo 152 mil, es decir que ya “sólo le faltan” 15 mil víctimas a la actual administración para superar los homicidios dolosos de su antecesor, récord que al ritmo actual superará con creces.

Es decir, efectivamente el país cambia, pero con dos efectos negativos: a mayor presencia militar en las calles, mayor número de muertos y violencia. De manera paralela, los mismos datos oficiales tanto los de las encuestas del Inegi como del Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública y la misma SSC de doña Rosa Icela Rodríguez, muestran un incremento en la impunidad del 97 por ciento, es decir que, en tres de cada cien asesinatos, se tiene un presunto culpable y de esos, dos quedan en libertad por “falta de elementos”. Lo que significa que sólo uno es castigado”.

Lo mismo sucede a nivel general, especialmente en el tema de corrupción, donde la impunidad alcanza ya el 98 por ciento, esto es que sólo dos presuntos llegan a barandilla y de ellos, uno si se sujeta a juicio, pero de cada 10, siete salen libres por una mala averiguación previa o incapacidad del fiscal para probar culpabilidad, proceso que dura años y muchas veces sin resultados.

El tema de corrupción se “pone mejor” cuando se trata de una imputación a funcionarios del actual gobierno. Ahí pese a pruebas y denuncias, la impunidad es del 100 por ciento, lo cual indica que la promesa de combatirla podredumbre, se convirtió en lo contrario. Es decir, también en ese rubro hubo cambios, pero para mal. Segalmex, Pío, Casa gris, Bartlett, son ejemplos.

Por eso ahora que el mesías tropical presume que su transformación no tiene vuelta gracias a que el relevo en la Presidencia está asegurado para la 4T, es para preocuparnos, prender las veladoras para que esa maldición no se cumpla.

De ahí la importancia que los opositores, cualquiera que sea su color, incluso los disidentes de Morena, se pongan de acuerdo. Sus intereses deben subordinarse a los de 130 millones de mexicanos que soñamos con un país mejor, donde se imponga la Ley, que ésta no se ajuste a los caprichos de un rey que gobierna tan verticalmente que los secretarios de Estado son simples floreros, lo mismo que gobernadores y los legisladores se conviertan en comparsas disfrazados de representantes populares.

Los números son claros, si queremos un país de “jodidos” sin aspiraciones clasemedieras o altas, estaremos fritos. Si deseamos una nación donde la voluntad del machuchón en turno se imponga con el uso del poder a los deseos de las mayorías, dejemos entonces la vía libre a los de cuarta y heredemos a nuestros hijos y nietos un México de conformistas, limosneros, improductivos y peleles sometidos por la dádiva y la demagogia cuyo sello será el de una cínica corrupción.

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