Algunos temas de la nación y el desfile militar del “16”

Por Silvestre Villegas Revueltas

El pasado persigue a los mexicanos en su conjunto, la noche del 15 de septiembre se convirtió durante el porfiriato en la fiesta de la Independencia Nacional porque era el cumpleaños de don Porfirio, y era la ocasión en que la elite política/económica del régimen se reunía para en conjunto opinar sobre lo que sucedía en el país. Era en aquellos años la oportunidad para concertar encuentros entre los primogénitos de las principales familias del país los cuales podrían resultar en matrimonios de alta conveniencia. En las fiestas que se sucedían durante el transcurso de los días 15 y 16 se hacía presente el cuerpo diplomático y consular de las potencias europeas amén de la estadounidense, ello bajo el marco de una intensa competencia entre aquellos países, situación que ésta que definió el último tercio del siglo XIX hasta 1914. El panorama internacional era la competencia en la producción de productos manufacturados como herramientas alemanas o inglesas, medicinas que salían de los laboratorios franceses y de Suiza, inventos electromecánicos como los patentados por Alba Edison, Tesla, Westinhouse, que la competencia geoestratégica por la explotación de recursos naturales: las minas de hierro, diamantes, carbón, plata, oro, cobre. Y en el tránsito entre siglos, la definitiva extracción de petróleo. A lo anterior debe unirse como parte del mismo esquema productivo, la carrera armamentista que en una cada vez más potente artillería, la construcción de más grandes y destructivos barcos de guerra, y la investigación químico biológica que produjo los gases tóxicos que mataron a miles de soldados y civiles durante la Primera Guerra Mundial, y que además puede considerarse como el primer paso en la construcción de armas de destrucción masiva que ha caracterizado el desarrollo de los siglos XX y XXI. Todo ello ha sido concebido y llamado por los teóricos del desarrollo de Occidente como el capitalismo industrial, que en su segunda fase imperial puso las bases del violento enfrentamiento mundial que, por lo menos, caracterizó a las décadas del 1900.  En dicha coyuntura histórica descrita líneas arriba se movió el porfiriato como hoy lo hace el gobierno de López Obrador, en un mundo que -para los incautos- disfrutaba del fin de la Guerra Fría que nunca se acabó y hoy ve los múltiples males que ha producido la guerra entre Rusia y Ucrania, ésta última, que cuenta con el respaldo de la Unión Europea y de los Estados Unidos los cuales están haciendo, como en otras guerras pretéritas, un negocio fabuloso de alcances mundiales para las firmas americanas en la producción de gas, de todo tipo de armamentos y un muy interesante etcétera.   

El desfile de las fuerzas armadas mexicanas en este 2022 mostró el músculo construido en las últimas décadas, aunque la gritería de la comentocracia se afane en circunscribirlo al presente sexenio y la circunstancia particular de la Guardia Nacional. Sí es cierto que el actual presidente transitó de un discurso muy antimilitar a políticas de gobierno que han favorecido en demasía el papel que hoy desempañan oficiales y soldados, lo mismo en aduanas, aeropuertos que en la vigilancia de carreteras, puertos e instalaciones estratégicas. ¿Por qué escogió AMLO ser respaldado por las fuerzas armadas y que hagan éstas trabajos de ingeniería civil y de otras especialidades en las obras públicas que necesita la república? Porque en la guerra que hoy libran el gobierno de la 4T y toda la oposición, en todos los frentes y referido a todos temas, la experiencia de tres años muestra que la compañías privadas que concursan  en diversas licitaciones necesitan de  un mando vertical e inflexible para poder terminar dentro del lapso sexenal las obras centrales que fundamentan el imaginario del presidente. El caso opuesto, estimados lectores, es la inacabada ampliación y pésimo diseño que caracteriza la carretera que pretende ser autopista entre la ciudad de Cuautla y el entronque con la autopista que va o viene de Cuernavaca. Llevan décadas y han pasado sexenios, y los contratistas de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes amén de sus funcionarios, se han vuelto inmensamente ricos con dicha obra que no solamente no han terminado, sino que en los últimos dos años inutilizaron el viejo trazado que durante décadas fue utilizado sin dificultades para que la carretera siguiera siendo viable con sus originales dos carriles. La obra en cuestión, proporcionalmente y quizá en pesos y centavos, ha costado mucho más que el proyecto de Tren Maya; peor, sigue sin estar lista. No es que uno sea malinche, pero los ingenieros chinos la hubieran terminado en un santiamén  y con un ramal hacia Izúcar de Matamoros ya habría carretera por la montaña de Tlapa que atravesando el macizo montañoso oaxaqueño ya hubiera llegado hasta Huatulco, conectando dicho puerto con la ciudad de Puebla, su industria y de allí hasta el puerto de Veracruz. Es un viejo proyecto de un “camino carretero” que viene desde la época colonial y que los especuladores porfirianos no lograron iniciar.

Por último, el desfile militar mostró y sus organizadores explicaron, el respaldo del ejército, marina y guardia nacional en los últimos desastres naturales, en la estrategia seguida para vacunar y en su caso hospitalizar a los enfermos por Covid. Ello resalta frente al enfrentamiento entre el gobierno federal y las autoridades de la UNAM, que con el argumento de las condiciones inadecuadas respecto al alumnado de Medicina, la Universidad los retiró de la primera línea del combate frente a la pandemia. En fin, la institución fue vista por el gobierno federal como una entidad poco confiable en su estrategia para el combate del Covid.      

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