¿Jalón de Orejas?…

Punto de Vista

Por Jesús Michel Narváez

Cuando un militar del más alto rango, léase secretario de la Defensa Nacional, es utilizado, sí es el termino, para apoyar políticamente al Comandante Supremo, y cuenta con un mal equipo de redactores de discursos o bien se convierte en marioneta y lee lo que le ordenan, el Ejército pierde ante los ciudadanos y el poco respeto, aunque duela, que se le tiene, desaparece.

Al general Luis Cresencio Sandoval le gusta el micrófono. Los reflectores le asientan bien.

Le jalaron las orejas o le mostraron la Ley de Disciplina del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos Federal, es pregunta no afirmación.

Sería difícil entender que lo dicho el 13 haya sido un dislate y que, de motu proprio lo reconociera.

Porque pasó de la amenaza, a la corrección política, no militar.

Y es que el artículo 17 de la citada ley, reformado el 11 de diciembre de 1995, dice textualmente,

“Queda estrictamente prohibido al militar en servicio activo, inmiscuirse en asuntos políticos, directa o indirectamente, salvo aquel que disfrute de licencia que así se lo permita en términos de lo dispuesto por las leyes; así como pertenecer al estado eclesiástico o desempeñarse como ministro

de cualquier culto religioso, sin que por ello pierda los derechos que le otorga la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”.

Más transparente que el agua santificada, no puede ser el texto.

El Día de los Niños Héroes lanzó “toda la caballería” -ahora está conformada por tanques, tanquetas y vehículos blindados y uno que otro fino equino- en contra de los que opinan por intereses personales y antes de los nacionales.

Textualmente expresó: “Debemos discernir de aquellos que, con comentarios tendenciosos por sus intereses y ambiciones personales antes que los intereses nacionales, pretenden apartar a las Fuerzas Armadas de la confianza y respeto que deposita la ciudadanía en las mujeres y hombres que tiene la delicada tarea de servir a su país”.

Por si fuera escaso el fuego, le arrojó acelerante. Lea usted: (…) a diferencia del Siglo XIX, cuando el enemigo provenía del exterior, ahora en México el peligro está en la delincuencia y las drogas, que son los males que vulneran a los jóvenes.

Ante la ola de críticas a sus palabras que denotaron superioridad frente a quienes disienten, en el mensaje del Día de la Independencia, hizo la pertinente aclaración que nadie le solicitó. Lo que se escribió aquí en otros medios, simplemente hicieron notar que estaba fuera de lugar.

“Reafirmamos que nuestro proceder es y será siempre apegado al marco jurídico vigente, sin aspiraciones ni pretensiones de ninguna índole, sino únicamente el alto privilegio y la gran satisfacción que tiene todo soldado de servir con honor y lealtad a la patria”.

Como dirían los jóvenes: así, sí, porque ya vareo y cambeo.

Probablemente haya una confusión entre los militares de alto rango y supongan que la lealtad debe entenderse como la que se le blinda al Presidente de la República en turno. Sin desconocer la responsabilidad de apegarse a la Constitución, el mandato no solamente es para el Comandante Supremo. La lealtad se debe entregar, con los ojos vendados, al pueblo libre y soberano, no al sometido y humillado por el Supremo.

Ojalá y el actual y único general de 4 estrellas lo entienda, claro y bien.

De lo contrario, corroboraremos una nueva falsedad que parte de un gobierno que supone ser dueño de vidas y conciencias y busca apropiarse de lo que no le corresponde: la NACIÓN.

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