El Clima que nos Rodea

Tristan Gooley. El mundo secreto del clima, Editorial Ático de los libros, Barcelona. 400 páginas

DAVID MARKLIMO

El clima. Ya su solo concepto es capaz de ponernos de buen o mal humor, de arruinarnos un día que parecía ligado al éxito. Pero no vayamos tan lejos: cada día nos cruzamos con docenas de pequeñas señales meteorológicas que nos indican lo que el tiempo está haciendo a nuestro alrededor y lo que va a ocurrir en el futuro. Pero, al no saber leerlas, sucede que lo que pensamos que será un día soleado, resulta en una tormenta de verano. De esto, se deduce que el clima tiene una especie de lenguaje particular, que hay que saber desentrañar.

Para ello, está éste libro El mundo secreto del clima, del aclamado autor de libros sobre la naturaleza, Tristan Gooley. Pero no es un libro sobre meteorología o sobre ciencias del medio ambiente. Más bien, se centra en las pistas que el clima deja en nuestro alrededor más inmediato. Y es que, a pesar de los avances tecnológicos y los súper ordenadores capaces de procesar millones de datos y variables por segundo, la ciencia de hacer pronósticos meteorológicos a más de cinco días vista es aún poco fiable. La lectura de este libro de divulgación nos ayudará a descubrir las sencillas reglas que explican el tiempo y facilita su reconocimiento. Son cosas elementales, válidas en una ciudad, en la playa o en el campo, puesto que tienen que ver más que nada con nuestra propia capacidad para observar el entorno.

Teniendo en cuenta unos mínimos apuntes, podremos aprender a realizar unos pronósticos propios mucho más fiables que las máquinas, que se centran en las escalas mayestáticas, en enormes extensiones de terreno y una gran diversidad de paisajes. No es que eso no importe, pero su impacto en nuestra vida cotidiana es mucho menor. Gooley nos deja ver su amo por la naturaleza en un estilo sencillo, sereno y claro. En temas un poquito complejos, eso es una virtud importante.

Ahora bien, el libro es una invitación a reflexionar sobre la naturaleza, sus más mínimas interrelaciones con la Humanidad. De aquí que pueda ser visto como el primer paso del gran cambio que se vive en nuestro planeta. Por ejemplo, al observar el cielo surgirán una serie de preguntas importantes: ¿Qué tonalidades de azul tiene hoy el cielo y por qué? ¿Esa nube es cirroestrato o cúmulo? ¿Esa rueda que rodea la luna anuncia lluvia durante la madrugada? ¿Cómo afecta el viento a las hojas y los árboles? ¿Cómo influye, entonces, el viento, en la elección de un hogar o lugar de reposo en los animales, sean pájaros, ardillas y demás?

Nos convertiremos en una suerte de observadores de la naturaleza, en traductores de un idioma que no sabemos que existe. La dirección e intensidad del viento, el tono de las nubes, la disposición de las hojas de los árboles o de la orografía nos hablan de nuestro entorno más inmediato. Del impacto que tiene en nuestra vida y en nuestro ánimo el clima. Sobre esto último, un pequeño apunte: la influencia del clima sobre nuestro estado de ánimo depende en gran medida de la actitud previa con la que enfrentamos el mal tiempo. Lo que siempre hemos sabido: al mal tiempo buena cara.

 

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