El Burro y el Dragón

RAÚL MONDRAGÓN von BERTRAB

“Solo hay una China. Taiwán no es independiente. No goza de soberanía como nación, y esa continúa siendo nuestra política, nuestra firme política”-

Colin Powell, en entrevista con CNN (27 de octubre de 2004).


“Es Geopolítica 101 que no buscas una guerra de dos frentes con las otras dos superpotencias al mismo tiempo.”  

Thomas L. Friedman, New York Times (1º. de agosto de 2022).

Socio vital de los Estados Unidos en Asia y su noveno socio comercial, con un intercambio de $66.6 billones de dólares, Taiwan es la sexta economía “más libre” del mundo, solo detrás de Singapore, Nueva Zelanda, Australia, Suiza e Irlanda. Encabeza la lista de naciones que mejor reaccionaron a la pandemia del coronavirus, no solo en materia de salud sino en su capacidad de expansión rápida ante la demanda global de cadenas de suministro. No obstante, su condición es frágil dada la visión china de que no es más que una provincia separatista que, tarde o temprano, será de nuevo parte de la potencia asiática. Y es que la historia parece darle la razón a los chinos, pues Taiwán ha sido colonia holandesa, japonesa, del Kuomintang…

Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos y posible candidata a presidenta de la nación estadounidense en las próximas elecciones de 2024, decidió visitar Taiwán en un momento que dista mucho de poder considerarse óptimo, dado el conflicto en Ucrania que ha enfrentado a los EE.UU. con Rusia y la tensa relación con China, la otra superpotencia, de los últimos años.

En el centro de la discusión está un territorio cuya definición como país es aún motivo de controversia; Taiwán, así como la diferencia entre una política y un principio, ambos denominados “one China” o “una China”. El último es chino y la definición de lo que otro Estado debe reconocer para mantener buenas relaciones con China, basada en tres dogmas:Solo hay una China en el mundo.

Taiwán es parte de China.

La República Popular de China (RPC) es el único gobierno legítimo representando a toda la China.

La política es americana, más ambigua y se deriva del reconocimiento, en 1979, de la RPC sobre la República de China (RDC), pero sin ceder a las demandas chinas de reconocer su soberanía sobre Taiwán, aunque admitiendo la posición china de que Taiwán era parte del gigante asiático.

Al inicio de la década de los 80s, China intentó sustituir el término de “admitir” por “reconocer” en el texto chino del documento estadounidense, ante lo cual el Subsecretario de Estado Warren Christopher dejó claro que la versión vinculatoria era la de idioma inglés y que “reconocer” era el término determinante. Un paso más en esa dirección se dio con el Comunicado Sinoamericano del 17 de agosto de 1982, en el que los EE.UU. declararon que no tenían intención alguna de fomentar una política de “dos Chinas” o “una China, un Taiwán.”

A la fecha, la posición norteamericana de “una China” se mantiene y ha sido refrendada por las subsecuentes administraciones de la Casa Blanca, lo cual permite a los Estados Unidos conservar relaciones formales con China, tener relaciones informales con Taiwán y preservar la estabilidad en el Estrecho de Taiwán y una paz relativa.    

En 1951, tras la Segunda Guerra Mundial, Japón firmó el Tratado de Paz de San Francisco, renunciando a “todo derecho, título o reclamación sobre Formosa y los Pescadores.” Dado que ni la RPC ni la RDC fueron partes del tratado, ninguna fue declarada beneficiaria de la renuncia japonesa.

Mas adelante, notas privadas del Presidente Richard Nixon lo muestran dispuesto a reconocer el status de Taiwán como parte de China, posición que fue tornándose neutral, según documentos y declaraciones subsecuentes:

Ambos lados del Estrecho de Taiwán deberían de mutuo y pacifico acuerdo resolver este asunto aún pendiente. Los Estados Unidos no concuerdan con la demanda de Beijing de soberanía sobre Taiwán, ni con Taipei con que la RDC es un Estado independiente y soberano. 

Cuando la administración de Jimmy Carter administration reconoció a la RPC, el Congreso de los EE.UU. aprobó la Ley de Relaciones con Taiwán para proteger sus intereses significativos comerciales y de seguridad en Taiwán. Dicha ley obliga al presidente a informar con prontitud a dicho Congreso sobre cualquier amenaza anticipada y consensuar una respuesta apropiada [contra China]. En su marco, se autorizó la continuidad de las relaciones comerciales, culturales y otras entre la población de ambos territorios, lo cual ha evitado que la ausencia de vínculos diplomáticos oficiales afecte negativamente dichas relaciones, hoy fuertes y sustantivas.

Asimismo, la ley estableció el Instituto Americano en Taiwán, entidad corporativa a cargo de supervisar la relación con la isla, presión de facto para China sobre la expectativa de que el futuro de la isla será determinado por la vía pacífica. Cualquier esfuerzo en otro sentido por parte de China, incluyendo boicots y embargos, sería considerado una amenaza para la paz y la seguridad de la Región Pacífica Occidental y una grave preocupación para los Estados Unidos. Además, la ley mandata que armas defensivas sean puestas a disposición de Taiwán, incluida cierta capacidad de resistencia o uso de la fuerza estadounidense en el área.

En el tercer Comunicado Sinoamericano del 17 de agosto de 1982, Estados Unidos declaró no tener la intención de implementar una política de venta de armas a Taiwán en el largo plazo, así como consideraciones similares. Preocupado por la posible interpretación de Taiwán, Ronald Reagan hizo llegar a la isla seis garantías de que los Estados Unidos:

No habían acordado una fecha para terminar la venta de armas a Taiwán;

No habían consultado a priori con China la venta de armas a ese país; 

No jugarían un papel de mediación entre ambos; 

No modificarían la ley antes mencionada;

No habían alterado su posición en cuanto a la soberanía china sobre Taiwán; y

No ejercerían presión sobre China para iniciar negociaciones con Taiwán.

 

Hoy día, Taiwán y los Estados Unidos se encuentran unidos por programas conjuntos en lo referente a la asistencia humanitaria internacional, salud pública, protección ambiental, energía, tecnología, educación y desarrollo regional.

 

Después de la recuperación china del control sobre Hong Kong 1997, Taiwan es una de las pocas áreas sobre las que Pekín no ejerce control y es vista como el último vestigio del siglo de humillación que comenzó con la Guerra del Opio a mediados del siglo XIX. 


La persistencia de la separación reta al resurgimiento de China como gran potencia y tanto al Presidente Xi Jinping como al Partido Comunista en el núcleo de su legitimidad.

 

Por ello, la Ley de Anti-Secesión, promulgada en 2005, establece tres condiciones bajo las cuales el uso por parte de China de medios no pacíficos estaría justificado, en función de “proteger su soberanía e integridad territorial:

 

Que las fuerzas independentistas de Taiwan causen su secesión de China; 

Que ocurran incidentes mayores que conlleven la secesión de Taiwán; o

Que las posibilidades de una reunificación pacífica se hayan agotado.

 

El viaje de Pelosi es un riesgo calculado y un statement que une a los americanos en un momento de división interna; los ejercicios militares chinos, en respuesta, son un show of force o展示武​​力 (pronunciado Zhǎnshì wǔ​​lì) de un dragón que hace mucho no duerme ya.

 

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